Debo confesar el haber reído ante la velada alusión anterior de Topper a Ramtha, claramente referida a J.Z. Knight, cuando dice:

"... después de haber cargado la gorra de 'zopenco', en algún momento de capricho el sujeto súbitamente se convirtió en el Improbable Anfitrión de alguna entidad desencarnada, ¡misma que se esmeró en aclarar las cosas de arranque no más anunciando Su supremo estado de Iluminación!"

Después de haber pasado tanto tiempo tratando casos de intrusión de entidades espirituales, posesión de espíritus, obsesión, y trastornos similares, puedo asegurar que las entidades del "otro lado" pueden mentir y A MENUDO lo hacen.

 

William Baldwin, Ph.D. escribe:

"el fenómeno de la intrusión de espíritus no requiere de consentimiento de parte del anfitrión. Esta parece ser una clara violación del libre albedrío. También parece refutar la noción popular de que cada persona es enteramente responsable por la creación de su realidad, con lo cual no existe la condición de víctima. El aparente conflicto surge de las definiciones de aquiescencia y libre albedrío. La ignorancia y la negativa a aceptar la posibilidad de interferencia por parte de entidades espirituales no constituye ninguna defensa en contra de la intrusión de espíritus. El creer o no en la existencia de entidades intrusas no tiene ninguna consecuencia en la realidad de las mismas o en su comportamiento.

 

En su actitud de negación e ignorancia la mayoría de las personas no están rehusándole permiso a estos invasores no-físicos. Los seres imbuidos de soberanía individual tienen el derecho de negar cualquier intención de violación o intrusión por parte de algún otro ser. Con un conocimiento limitado -cuando existe del todo- y percepciones distorsionadas acerca de la naturaleza del mundo espiritual, de la realidad no-física, la mayoría de las personas se exponen a sí mismas y crean su propia vulnerabilidad como parte del proceso de creación de su propia realidad. Entre los entusiastas del movimiento de la "Nueva Era" hoy en día, está muy en boga la práctica de intentar canalizar algún poder elevado, maestro espiritual o guía deseoso de utilizar el mecanismo de la voz de cualquier voluntario para transmitir "palabras de sabiduría". Algunos utilizan la expresión "por el bien de mi progreso espiritual" cuando llaman a una entidad para canalizarla. Esta actividad constituye un permiso y una bienvenida a los espíritus descarnados.

Los apelativos de "guía" o "maestro" y la justificación de "por el bien de mi progreso espiritual" serán inmediatamente corroborados y expresados por la entidad como válidas descripciones personales de sus propias cualidades y atributos.

"...el anfitrión por lo común no se percata de la presencia de espíritus. Los pensamientos, deseos y comportamientos de la entidad huésped son experimentados por la persona como sus propios pensamientos, deseos y comportamientos. Los pensamientos, sentimientos, hábitos y deseos no parecen del todo extraños cuando han estado presentes por largo tiempo, en algunos casos desde la infancia misma. Este es una factor clave en la fuerte propensión hacia la negación del concepto mismo y la pobre aceptación del fenómeno de interferencia de entidades descarnadas y espíritus huéspedes, así como de las manifestaciones obsesivas o de posesión.

"En la mayoría de los casos la persona solo reconoce la realidad de la condición luego de que el espíritu ha sido desalojado. El individuo puede demorarse en reconocer el hecho inclusive por unos meses más luego de la sesión de liberación, y solo aceptarlo al notar la ausencia de una actitud, deseo, adicción o comportamiento otrora familiar. Los síntomas de la intrusión de espíritus pueden ser en verdad muy sutiles. El espíritu huésped inclusive puede estar presente sin producir ningún síntoma notorio.

 

"...Una persona puede llegar a tener docenas o inclusive centenares de espíritus huéspedes en virtud del hecho de que estos no ocupan ningún espacio físico. Pueden adherirse al aura o flotar dentro de la misma fuera del cuerpo. Si alguna parte del cuerpo del anfitrión presenta una debilidad física, un espíritu pedestre puede fijarse a esa área a causa de una correspondiente debilidad o lesión en su propio cuerpo físico previo a la muerte. Un espíritu puede habitar en cualquiera de los chakras del anfitrión, atraído por la particular energía del chakra o por las estructuras físicas de ese nivel del cuerpo.

"...La influencia mental, emocional y física de la entidad huésped puede alterar el patrón de las opciones kármicas y las oportunidades originales del anfitrión. Puede dar al traste con el plan existencial previsto al precipitar la muerte o prolongar la vida, interfiriendo de esa forma con el anticipado punto de transición existencial. Una entidad del sexo opuesto puede influenciar las preferencias y la identidad sexuales. Una entidad huésped puede influir también en la selección del cónyuge matrimonial y en la escogencia del copartícipe en una relación extra-matrimonial".

 

-Baldwin

1992

Una mirada al mundo y es evidente que mucho de esto se da hoy en día. Baldwin sugiere que el porcentaje de individuos que sufren en algún momento dado de una o más instancias de intrusión de espíritus ¡es cercano al 100%! Yo quedé perpleja cuando leí ese porcentaje. De hecho, cuando estaba aprendiendo la técnica de la modalidad terapéutica, tenía una GRAN cantidad de dudas al respecto. Parecía demasiado disparatado, aun para mi concepción bastante liberal de la realidad. Así que, a manera de experimento, comencé a utilizar la técnica de "diagnóstico diferencial" con algunos sujetos que accedieron a tomar parte en una "terapia experimental" pero a los cuales no se les comunicó ningún detalle particular al respecto.

 

Creo que ellos estaban esperando algo dramático en lugar de una serie de preguntas cuidadosamente diseñadas para revelar la presencia de entidades huéspedes. Cuando giraba hacia las preguntas diseñadas para identificar los casos de intrusión de espíritus, me aseguraba de hacerlo de una manera en extremo sutil, escondiéndolas dentro de un manojo de preguntas inocuas. Ciertamente no quería "contaminar" el experimento, así que hube de ser MUY discreta. Si esta idea era una patraña, ¡yo estaba dispuesta a desenmascararla!


Bueno, los resultados fueron poco menos que sorprendentes. Uno tras otro, todos los casos indicaron intrusión, y generalmente de más de una entidad. Lo más sorprendente de todo es que la terapia de liberación FUNCIONÓ de manera admirable. Problemas que se habían vuelto persistentes, inclusive luego de terapias hipnóticas estándar que incluían sugestiones repetidas y/o sugestiones post-hipnóticas, (que algunas veces funcionaban pero otras no), virtualmente desaparecían en forma casi instantánea con el desalojo de la entidad intrusiva.

 

En un par de casos, individuos enfrascados en relaciones maritales que eran altamente insatisfactorias e inclusive miserables, pero que habían sido incapaces de optar por una salida puesto que su poder resolutivo "desfallecía con sólo pensar en el asunto", o "giraban en círculos interminables de auto-deliberación" acerca de la conveniencia o no de terminar una relación así, súbitamente se vieron liberados de estos temores, co-dependencias y demás.

 

Se pudo determinar en un par de estas sesiones que el sujeto había sido invadido en un momento oportuno por una entidad que deseaba estar con su pareja y había ejercido la influencia suficiente sobre este sujeto para buscar a toda costa la relación que conduciría al matrimonio. Cuando quiera que el sujeto invadido trataba de salirse de la relación, una lucha interna sin cuartel tenía lugar, con el desenlace inevitable de evitar que los deseos del sujeto prevalecieran. Esto siempre era percibido por el sujeto como sus propias dudas y reparos ante la idea de marcharse. Dolencias físicas, temores, fobias, adicciones y trastornos de personalidad de todo tipo quedaban disueltos como por arte de magia. ¡Yo estaba estupefacta!

No solamente eso, sino que todas mis ideas acerca de que los niños son "inmunes en virtud de su inocencia" de toda contaminación de este tipo, debieron ser descartadas de plano, porque cada vez era más evidente que muchas de las intrusiones tenían lugar como consecuencia de traumas infantiles ordinarios. También caí en la cuenta de cómo no era de extrañarse que la Iglesia de la Cientología estuviera atrayendo tantos nuevos "conversos". Resultó claro para una persona como yo, que en algún punto de su vida estuvo ocupada en labores de auditaje, que lo que los Cientólogos estaban haciendo ¡era una especie de Liberación de Espíritus! Si, ¡no hay dudad de que funcionaba! ¡Y con razón la gente seguía regresando por más! La única diferencia era que ellos prolongaban de manera consciente el proceso para abarcar una buena cantidad de sesiones por las que, obviamente, no era poca la cantidad de dinero que pasaba de manos, y evitaban a toda costa que la persona auditada supiera que todo podía hacerse mucho más rápida y eficientemente en unas pocas sesiones intensas de Terapia de Desalojo de Espíritus.

Pero el punto es que todo esto podría ser parte de la condición de prisión impuesta sobre la humanidad.

Tal y como señala el Dr. Baldwin más arriba:

"En su actitud de negación e ignorancia la mayoría de las personas no están rehusándole permiso a estos invasores no-físicos... la mayoría de las personas se exponen a sí mismas y crean su propia vulnerabilidad como parte del proceso de creación de su propia realidad".

"En su actitud de NEGACIÓN e IGNORANCIA... crean su propia vulnerabilidad como parte del proceso de creación de su propia realidad".

¡Vaya concepto!

Detesto admitirlo, pero esta frase se aplicaba a mi misma por mucho tiempo. De hecho, se aplica a todos nosotros en alguna medida y esa es la razón por la que voy a contar algunas historias acerca de mi "despertar a la realidad de la situación". Esto resultó de una compleja interacción con una serie de personas y, en muchas instancias, los distintos actores involucrados en el drama tuvieron todos las mismas oportunidades de despertar a la realidad de la situación y tomar decisiones consecuentes con este estado de consciencia incrementada. Veremos cómo se presentaron estas opciones y de qué manera operaron dentro de los Símbolos de la Realidad, y veremos cuales fueron los Frutos de las diferentes decisiones. Una vez que terminemos con estas historias, sería de esperar que alcanzáramos un entendimiento claro de las formas que podemos emplear para "leer las señales" y, posiblemente, de lo que pueden llegar a ser los resultados, si bien cada persona tendrá por necesidad su propia idea de cómo aprender las "lecciones" y de "cual es el desenlace deseable".

Como hasta cierto punto ya lo he relatado en el archivo "Gracia Inapreciable" de este mismo sitio, el descubrimiento de la "Verdad y Significado" de la existencia -al menos en lo que respecta a MI propia existencia, dado que, por lo que he alcanzado a entender, todo lo demás es ilusión- ha sido la "raison d'etre" de todas mis búsquedas internas y externas. En cualquier momento dado, cuando he participado en alguna actividad, ha sido siempre con la idea de que podía aprender algo acerca de Dios como resultado de ella. Inclusive mi etapa de absoluto ateísmo materialista no fue otra cosa más que un "experimento". En mis años mozos estudié Wicca y varias formas de shamanismo, magia ritual y cosas por el estilo. Siempre fui cautelosa acerca de la experimentación directa con tales cosas, prefiriendo las incursiones académicas, así que pienso que es posible que me haya librado de muchas de las penalidades que he visto padecer a otras personas que no tuvieron la misma cautela con respecto a la "práctica".

Obviamente, mi propio acerbo religioso familiar inculcado desde una tierna edad ha estado siempre permeando todo este proceso de estudio, puesto que desciendo de una larga línea de predicadores y estudiosos de la religión. La influencia ha sido muy fuerte, así que mi reacción programada siempre que había llegado al final de cualquier estudio en particular que hubiera demostrado no ser otra cosa más que un "fragmento de la respuesta", era revertirme a esta senda religiosa familiar mientras no asomara por el horizonte otro camino que explorar. Lo que esto significa es que dentro de mis muchos años de estudio y dedicación al conocimiento, siempre hubo intercalados períodos en los que seguía la Vía del Monje. Como adolescente, siempre soñé en convertirme en una monja cuando creciera.

 

Parece que experimenté una especie de fluctuación entre el frío análisis cerebral de las cosas y la apasionada búsqueda de una relación "íntimamente emocional con Dios". Lo curioso de todo esto era que podía gravitar dentro de cada una de estas esferas con igual dedicación y pasión. Lo que es más, cuando me encontraba operando en alguno de estos dos modos, era como si por completo hubiera desactivado el otro; desde todo punto de vista práctico, dejaba de existir en forma "activa". Conozco bien la lucha agonizante de enfocarse "en la compasión y pureza de pasión... aspirando hacia un sentimiento de plenitud y unificación de todas las cosas". Tenía un entendimiento visceral de lo que significaba "estar siguiendo la estrategia del amor, de la apertura del corazón hacia las oportunidades de cada momento y el potencial de amor en cada circunstancia".

También experimenté el hecho de que "este trabajo generalmente no es ni apacible ni calmo". Sé además lo que es llevar esta andadura hasta sus últimas consecuencias y el precio que debe pagarse tanto a nivel de la mente como del cuerpo. Guardo un gran cariño por este camino, pero, como he señalado ya, soy una persona práctica, y el encontrar un punto de equilibrio entre el conocimiento cerebral y la emoción ha sido siempre la meta de mis esfuerzos. Debo hacer un esfuerzo para controlar mi inclinación a "renunciar a mi cuerpo para que sea quemado", de "entregar todo lo que poseo a los destituidos", y sacrificar mi ser la pira del martirio. Para mí eso ha sido siempre más difícil que subyugar todas mis emociones al dominio de una sola emoción con vistas a desarrollar la voluntad emocional.

Así, como lo he relatado en "Gracia Inapreciable", en algún momento de mi vida decidí que este "camino del corazón" era en verdad la senda que debía seguir, y lo abracé con toda la voluntad de mi ser. Tenía unos 30 años y estaba bastante desgastada por el esfuerzo de buscar a Dios a través del discernimiento, o al menos no me parecía que este camino me pudiera conducir a algún punto donde pudiera sentirme satisfecha de mis logros, así que las instancias de mi ex-marido para que "regresara a Dios" en la manera ortodoxa, fundamental, fueron como una especie de ancla que me ofrecía finalmente la promesa del "descanso". En otras palabras, y para ponerlo de manera prosaica, me monté presurosa en el "autobús de la fe".

No siendo de las que hacen las cosas a medias, dejé de lado todo cuestionamiento, toda aspiración al conocimiento, y básicamente me sometí en forma voluntaria a la creencia de que "la fe me conduciría a casa". Para ilustrar la manera tan efectiva en que me abandoné a semejantes convicciones, quisiera compartir una anécdota graciosa. En los primeros días de viaje en el "autobús de la fe", estaba sentada en la iglesia con mi ex-marido y los niños. Estaba observando la secuencia de los eventos dentro del servicio, las instancias a ponerse de pié, sentarse, dar vuelta a la página, etc. Súbitamente me di cuenta, como resultado de mi entrenamiento como hipnoterapista, que todo el proceso era una suerte de hipnosis. Al estudiar el proceso de hipnosis de grupo, se nos había instruido en lo que se llama la técnica del "Asentimiento Repetitivo".

 

Esta técnica está diseñada para inducir en un grupo de personas un estado leve de trance, para afectar las funciones cerebrales y volver al sujeto receptivo hacia la intensificación del trance y las subsiguientes sugestiones. Se consigue haciendo que un grupo de personas, o bien respondan "sí" a una serie de preguntas, o se muestren anuentes a una serie de inofensivas solicitudes. Al hacer esto, prácticamente ceden el control de su voluntad a la persona que realiza las peticiones.

 

Una de las maneras en que esto funciona en el caso de oradores "carismáticos", es mediante la formulación de una serie sucesiva de preguntas (cuando menos tres en total) para las que tienen certeza de que todo el mundo, o al menos la mayoría de la gente, estará dispuesta a responder afirmativamente. Por ejemplo, un político puede comenzar su discurso de campaña con estas tres preguntas:

"¿Están cansados de los altos impuestos que tienen que pagar?

"¿Han tenido ya suficiente con la ola de criminalidad y violencia que impera en este país?

"¿Acaso no estamos todos ya cansados de conseguir cada vez menos a cambio de nuestro dinero arduamente ganado-"

Difícilmente habrá alguna persona cuyas respuestas difieran de las del resto del grupo. Pero al asentir, ¡la primera etapa del proceso de inducción ha sido completada!

Así que me daba cuenta de que lo que se estaba haciendo mediante la ceremonia de la iglesia -y posiblemente en todas las demás iglesias del mundo, igual en el momento presente que en todos los siglos anteriores - era precisamente hipnotizar a la gente. Entonces, ¿qué fue lo que hice al respecto? Bueno, puesto que había tomado la decisión de "zambullirme" en esto, decidí que estaba bien puesto que se trataba de un proceso de hipnosis, ¡motivado por razones CORRECTAS!. Sí. Son estas mis palabras. ¡Cuando hago algo, nunca lo hago a medias ni con remilgos! De inmediato, mi vida comenzó a desmoronarse.

Por supuesto que el haberme comprometido con esta senda significaba que la única interpretación posible era que se trataba de una "prueba de mi fe". Deseosa de demostrarme a mi misma que nunca se me podría endilgar el título de "perdedor", no iba a permitir que cosas como el deterioro de mi salud física, el largo sufrimiento y muerte de un ser querido, o los fracasos económicos que se sucedían unos a otros, pudieran detenerme. ¡No señor! Ayunaba, rezaba, y asiduamente orientaba mis pensamientos hacia,

"la compasión y pureza de pasión... aspirando hacia un sentimiento de plenitud y unificación de todas las cosas... siguiendo la estrategia del amor, de la apertura del corazón hacia las oportunidades de cada momento y el potencial de amor en cada circunstancia".

Entre mayores eran las adversidades, mayor el sufrimiento, y más despiadados los ataques tanto internos como externos, más se fortalecía mi resolución. Me rehusaba siquiera a preguntar "¿porqué-". Leía el Libro de Job una y otra vez como fuente de consuelo moral en el hecho de que cuando menos no me encontraba sola en mi sufrimiento.


Constantemente me solidarizaba con el sufrimiento de Cristo en la cruz para que, por comparación, ¡nada de lo que experimentaba pudiera ser considerado como verdadero sufrimiento! No me herían las ofensas, intencionales o no; perdonaba y olvidaba y me consolaba de mis heridas pensando que en el mortero de mis sufrimiento, éstas se transformaban en un amor apasionado por Dios, por Jesús y por la humanidad entera.

Es fácil hablar del sufrimiento en una manera abstracta, pero ¿qué significado tiene realmente la palabra? El sufrimiento es relativo, tal y como se deduce del antiguo dicho: "Lloraba porque no tenía zapatos hasta que conocí a un hombre que no tenía pies". Pero no quiero extenderme demasiado en los detalles, así que seré concisa.

Estuve enferma en 1980 a raíz de una fiebre que me dejó con un daño en las válvulas del corazón. En 1984, el trabajo físico que significaba atender un hogar y cuidar de tres niños, así como cuidar de mi abuela ya senil, aunado a las preocupaciones de un negocio en ruinas, pusieron tal presión en mi corazón que estaba a punto de colapsar cuando encontré que estaba embarazada de mi cuarto hijo. ¡Y este embarazo sobrevino mientras tomaba píldoras anti-conceptivas! Como iba en el "autobús de la fe", por supuesto que esto significó que debía sacrificar cualquier consideración hacia mi salud personal por el bien del bebé (aun el día de hoy tomaría una decisión similar).

 

Mis riñones comenzaron a fallar, y el daño residual de dos lesiones de la espalda que ocurrieron en mi época de adolescente, se comenzó a manifestar de nuevo (me había lesionado en forma severa las vértebras lumbares como resultado de una caída mientras patinaba y, por otro lado, había sufrido una lesión en la región sacro-pélvica cuando fui lanzada de un caballo). En mis tres anteriores embarazos había recibido cuidados competentes puesto que me había encontrado en posición de poder pagarlos, pero ahora, solo podía permitirme un mínimo de atención médica en vista de la deteriorada situación financiera.


Durante esta época, además, estábamos siendo acosados por una especie de "presencia fantasmal" que mi hija percibía en la forma de un "lagarto acechando fuera de la ventana", que también podíamos detectar en algunos lugares particularmente fríos dentro de la casa, a la vez que podíamos ocasionalmente percibir con el "rabillo del ojo".

En retrospectiva, había muchas claves que normalmente se relacionarían con un evento de "plagio", si bien esta no era una posibilidad que yo considerara entonces, puesto que era completamente ajena a mi base de conocimientos. En medio de esta situación, el cáncer de mi abuela, que había estado en remisión por 11 años, súbitamente degeneró en metástasis. Yo estaba físicamente incapacitada de poder lidiar con todas las responsabilidades que habían recaído sobre mis hombros, pero de alguna manera lo hacía (mirando atrás no tengo idea de CÓMO).

 

Me encontraba exhausta todo el tiempo, padeciendo de pre-eclampsia, diabetes de embarazo, y con un corazón que amenazaba con "rebalsarse" en cualquier momento, lidiando además con tres niños pequeños, un marido que deambulaba preguntándose qué podía hacer en semejante situación, y una abuela moribunda que siempre había sido más que una madre para mí. Mientras tanto, nuestra antigua socia de negocios, mi propia madre, en la cual habíamos puesto una confianza ciega, y que se había asegurado el control de todos nuestros activos financieros, vació nuestras cuentas bancarias, desbordó el límite de nuestras tarjetas de crédito, ¡y amenazó con hipotecar nuestra casa (cosa que al final consiguió hacer)!

Fue uno de esos casos de "belleza sureña" ya entrada en años y engatusada por un oportunista que la vio como su pasaporte hacia la estabilidad financiera. Conforme los gustos del tipo se volvían más caros, el comportamiento de mi madre y sus justificaciones para comportarse de la manera en que lo hacía eran cada vez más extravagantes. La convenció de que ella tenía derecho de reclamar una buena cantidad de dinero, en total ignorancia del hecho de que todos los gastos debían ser pagados de los ingresos que daba el negocio. Cuando ella no pudo embolsarse la mitad de las ganancias, ¡él la convenció de que le estábamos robando su parte! Así que ella en efecto mató a la gansa de los huevos de oro al destruirnos financieramente. A no dudarlo, una vez se vio que la gansa pasó a mejor vida, el pícaro embaucador se buscó otra "pichoncita", y mi madre finalmente despertó de su hechizo horrorizada por lo que había hecho, pero eso es adelantarnos en nuestra historia.

Alrededor de esta misma época tuve lo que llamo mi propia "jornada en bote hacia Damasco". Estábamos trayendo nuestro bote desde su atracadero a más o menos 40 millas al norte de donde vivíamos, hasta la marina donde iba a ser dado en venta. Debido a nuestro horario, hicimos el viaje de noche. Cuarenta millas no es un viaje demasiado largo en auto, pero un crucero de cabina grande no desarrolla 60 millas por hora, así que fueron varias las horas de viaje. Yo estaba en el timón mientras mi ex-marido permanecía en la cubierta con ojo avizor ente la aparición de eventuales trampas u otros obstáculos. Me encontraba sola dentro de la cabina sin ninguna otra cosa más que el resplandor rojo del panel de instrumentos y el ronroneo ahogado del motor diesel bajo mis pies. Este viaje era una especie de reconocimiento de que todo se iba "por la borda". Yo lidiaba con mi dolor, ira y desazón, rezando de manera ferviente y esperando obtener el entendimiento, compasión y amor necesarios para mantener mi corazón a flote a pesar del aire de desesperanza que había a todo mi alrededor.

Deseaba ser llenada con el Amor de Dios e infundir en toda la experiencia esa devoción singular que es capaz de traer "la paz que sobrepasa todo entendimiento". Una y otra vez repetía "¡ayúdame Señor, ayúdame!". La agonía de la lucha interna era más profunda de lo que la mente puede concebir o las palabras pueden expresar. El apóstol Pablo la describe en Romanos 8:

"...porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras" (v. 26).

Bueno, el comienzo de ese versículo reza:

"De igual manera el espíritu nos ayuda en nuestra debilidad...".

Lo que vino después fue una sensación de creciente calor en el plexo solar, acompañada por un zumbido en los oídos que pronto se convirtió en un "¡BUM!" sordo. La única manera en que puedo describirlo es como estando de pié, completamente sorda, en medio de dos gigantescos gongs chinos mientras estos son golpeados simultáneamente. En lo más profundo del alma algo estaba resonando en forma de un sonido prolongado, lento y rítmico que descendía a mi alrededor como una especie de nube tibia y reconfortante. Y había una voz. No audible, y no exactamente "en mi cabeza", por decirlo así, pero una voz de todos modos, excelsamente rica y con una ternura envolvente.


"Sabes que te amo, hija", decía, "pero hasta que retires la oscuridad que nos separa, no hay nada que yo pueda hacer". Las palabras hicieron que cada célula en mi cuerpo vibrara desde una profundidad del ser que es difícil de describir. "¡¿Cómo-!", grité en respuesta. Mi mente se desbocó en una revista frenética de todos los aspectos de mi vida, como en el dicho proverbial de: "mi vida entera pasó en un relámpago frente a mis ojos". Pasé revista de cada uno de los aspectos de mi existencia, enumerando todas las maneras en que me esforzaba por hacer solamente la voluntad de Dios. No podía encontrar ninguna instancia de desacato de este "contrato" en la que uno podría decir que el mal irrumpió en el escenario.
 

En este momento sobrevino una respuesta, pero no formulada en palabras. Era como si viera una película proyectada dentro de mi mente/alma/consciencia. Mostraba a mis niños en una serie de viñetas que hacían aflorar en mi el profundo sentimiento de amor y devoción que sentía por ellos, y enseguida el propósito de las imágenes se hizo claro:

debía entender que el amor por mis hijos, no obstante lo grande que era, no era más que una manifestación "humana" de amor y no podía de ninguna manera equipararse al amor del Creador por su creación.

Yo estaba recibiendo una infusión de este amor. Era reconfortante y balsámico en su tibieza hasta el punto en que toda descripción es insuficiente. De pronto la escena cambió y miré como mis hijos se encontraban frente a un hormiguero, y recibían la advertencia de dejar a las hormigas en paz y abstenerse de "jugar con tierra", en referencia a la tierra de este hormiguero.

 

Pero, como niños que eran, se dejaron vencer por la curiosidad, y en su desconocimiento del peligro, aunado a su imprudente sentido de la aventura, comenzaron a brincar encima del hormiguero solo para ver qué sucedía. El resultado fue que en un abrir y cerrar de ojos estaban todos cubiertos de hormigas, recibiendo toda clase de mordeduras y piquetes, para luego echar a correr hacia mí gritando y pidiendo socorro. Y allí estaba yo, tranquilizándoles y barriendo a golpe de mano las hormigas de sus brazos y piernas, explicándoles que yo podía deshacerme de las hormigas y poner ungüento en las picaduras para aliviar el dolor, pero que ello serviría de poca cosa a menos de que hubieran aprendido algo de su experiencia en el hormiguero.

Bueno, ¡ciertamente no podía ver la relación entre mi vida y el juego infantil en el hormiguero! "¿Qué se supone que sean estas hormigas-", pregunté. "¿Cuál es la forma del mal que está presente en mi vida-". Y entonces vino de nuevo la voz, esta vez con un dejo de severidad mezclada con pena: "¡Aprende!". Y el eco reverberó hasta morir en el silencio absoluto a la vez que comenzaba de nuevo a estar consciente del sonido de los motores. Todavía sentía la sensación reconfortante derivada de la infusión de amor que había experimentado como resultado de la primera parte de esta "interacción". La llamo de esa manera puesto que difícilmente era una visión en el sentido estricto de la palabra, si bien algo sucedió que guardaba alguna relación con una experiencia de naturaleza visionaria.

Durante semanas fui sustentada por este amor, y no hay dudad de que lo necesitaba.

Mi abuela murió dos semanas después de que recibiéramos la notificación de desahucio de manos del comisario: esta decía que habíamos perdido el derecho de redimir la hipoteca de la casa que perteneciera a la familia por 40 años, cuyo título de propiedad mi abuela había transferido a mi nombre y yo a mi vez había confiado a mi madre por razones de impuestos, ya que ella podía acogerse a un mayor número de exenciones para reducir el monto de los mismos, y que en definitiva debíamos desalojarla. Mi abuela había muerto tanto de cáncer como de pena por haber sido traicionada por su propia hija (mi madre), y nosotros estábamos, para efectos prácticos, en completo estado de indigencia y bancarrota. Aun teníamos una propiedad a nuestro nombre, pero esta se encontraba en una zona no desarrollada ubicada en un paraje recóndito, lejos de todo civilización.

 

Podíamos venderla y utilizar el dinero para alquilar una casa, pero yo sabía que esa sería una solución temporal. No podíamos comprar una casa porque mi ex-marido se encontraba en extremo deprimido como para trabajar y además nuestras posibilidades de crédito se habían esfumado con el fracaso de nuestro antiguo negocio. Así que optamos por vender el equipo que aun teníamos en nuestra posesión, utilizamos el dinero para comprar materiales de construcción y nos fuimos al bosque a tratar de "vivir de la tierra". Construimos una casa pequeña y nos mudamos con las necesidades básicas, poniendo la mayoría de nuestro mobiliario, libros y otras posesiones, en una bodega. El único lujo que nos permitimos conservar fue mi piano. Así que allí estábamos, en una cabaña en medio del bosque, sin electricidad ni cañerías de agua, ¡y con un bebé a la vuelta de la esquina! En ese momento librábamos una lucha diaria por hacer que cuando menos hubiera suficiente alimento en la mesa para que los niños no se fueran con hambre a la cama. La mayor parte del tiempo ni siquiera tenían calzado, y solo gracias a la caridad tenían alguna ropa.

 

Pasamos de tener varias casas, inversiones en propiedades y un negocio, a no tener prácticamente nada. Además estaba el trabajo sin tregua. No sé cuantos de ustedes han probado la filosofía de "vivir de la tierra", pero lo cierto es que significa un ARDUO trabajo. Cuando se tiene una bomba de mano a cerca de 15 metros de la casa, no es poco el trabajo de mantener el agua disponible para todas las necesidades domésticas de cinco personas, especialmente cuando tres de ellos son niños pequeños. Mi ya deteriorada condición física realmente no estaba a la altura de semejante demanda, a pesar de lo cual, yo estaba resuelta a mantener un estándar de vida tan cerca de lo normal como me fuera posible, así que era una cuestión de determinación y de suficiente voluntad para continuar haciendo todo lo que debía hacerse de cara al deterioro constante de mi cuerpo.

¡Pero ya basta de sensiblerías! Baste con decir que a través de todo esto, yo estaba segura de que mi fe estaba siendo puesta a prueba. Era un auténtica prueba de fuego, pero yo no desfallecí. Debo admitir que a menudo despertaba a mitad de la noche tan desgarrada por el dolor psicológico y emocional de haber perdido tanto a mi abuela, en cuerpo, como a mi madre, en espíritu, así como por las preocupaciones de ver incierto el futuro de mis niños, que me levantaba de la cama a caminar en medio de la oscuridad retorciéndome las manos y llorando desconsolada. Trataba de encontrar algún lugar tranquilo y privado donde sentarme a mecerme y llorar en un esfuerzo por descubrir el "potencial de amor" en la presente circunstancia que me permitiera seguir adelante un día más. Todavía me preguntaba el significado del mandato "¡aprende!", recibido unos meses atrás en el bote. Necesitaba ese contacto de nuevo. Fue en ese momento que decidí que la única forma de alcanzar ese objetivo era realmente abriendo mi corazón hacia Dios para recibir una infusión directa y permanente de todo lo que me hacía falta adentro. Así tomó cuerpo la idea de que tenía que silenciar mi propia voz, tanto interna como externa, para poder escuchar la voz que da testimonio de la presencia de Dios.

Busqué en la Biblia las claves para conseguir esto dentro de los parámetros de la religión. Sabía acerca de la meditación y de cómo era esta una manera de establecer un "contacto", pero puesto que aun me encontraba viajando en el "autobús de la fe", cualquier cosa que hiciera debía estar dentro de los "lineamientos". Encontré una referencia en los Salmos que reza: "Que las palabras de mi boca y las meditaciones de mi corazón sean agradables a ti, Oh Señor".

Bien, eso me daba la pauta correcta. Allí estaba, ¡justo en la Biblia! Comencé a meditar acerca del amor de Dios. Esa parecía ser la manera aceptable de hacerlo de acuerdo a las reglas. Y fue precisamente en este momento que las cosas comenzaron a "suceder". Tal y como relaté en "Gracia Inapreciable", un domingo estaba yo sentada en la iglesia durante la oración pastoral. Estaba rezando con intensidad al mismo tiempo que el ministro pidiendo a Dios que enviara al Espíritu Santo para que me ayudara a entender todo lo que necesitaba entender. La esposa del pastor, una músico talentosa, estaba evocando las armonías celestiales en contrapunto con la voz meliflua del pastor del rebaño, quien estaba abstraído en el drama de la oración. Esa era mi parte favorita del servicio puesto que él era en extremo erudito y elocuente, mientras que ella era la compañera ideal, con todo su talento puesto al servicio de Dios.

De repente, comencé a escuchar una especie de zumbido o crujido, similar al sonido que hace el tocino mientras se fríe en una sartén, y la voz del pastor, así como el resonante "amén" que de tanto en tanto profería la congregación, se convirtió en un sonido metálico lejano, exactamente como si proviniera de un altoparlante sumergido en el agua.

Esto me impactó, así que abrí mis ojos de par en par para asegurarme de que mi visión no estuviera siendo de la misma forma afectada, ya que pensé que podía estar siendo víctima de un infarto o algo similar. Me sentí casi desvanecer al ver que el ministro, de pié detrás del podio, sujetando este con ambas manos, sus ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás en una pose dramática, ¡tenía superpuesta la inconfundible imagen de un LOBO, resplandeciente y vívida! Era exactamente como si se estuviera proyectando una película sobre él, en la cual la imagen del lobo a todo color era una especie de "alter ego", y todas las expresiones del pastor se tornaban grotescas por efecto de la superposición de las mismas expresiones y gesticulaciones simultáneas del lobo. Cuando el ministro movía sus manos o sacudía la cabeza, lo mismo hacía el lobo. ¡Las fauces abiertas y los descomunales dientes de esta aparición de los infiernos hacían juego perfectamente con cada uno de los movimientos de la boca del ministro! No se trataba, sin embargo, de una figura sólida, sino de algo similar a una "proyección luminosa".

Rápidamente miré a mi alrededor para ver si se trataba de un completo desvarío de mi parte, y quedé petrificada al ver similares "superposiciones" encima del resto de la gente presente. En muchos casos veía ovejas, pero también había cerdos y vacas y otras criaturas más. ¡Estaba HORRORIZADA! Estaba convencida, ahora sí, de que el Demonio mismo se había apoderado de mi alma. Ahí estaba yo, en mitad de la iglesia, ¡viendo a nuestro amado ministro convertido en un lobo! Sólo podía significar una cosa: ¡la condenación!


Hube de cerrar mis ojos y rezar con mayor empeño. Las anomalías de sonido continuaban, así que abrí los ojos para mirar de nuevo. El lobo seguía allí, entonando de manera eufónica la oración pastoral.

Cerré los ojos nuevamente apretándolos tanto como pude y recé aun más, rechazando a Satanás y repitiendo las palabras de la oración del Padre Nuestro una y otra vez para desterrar esta imagen de mi realidad. Entonces el efecto comenzó a desvanecerse hasta que pude verificar que el lobo se había marchado y yo me sentí en EXTREMO aliviada de haber ganado esta batalla contra Satanás.

Un par de domingos después llegamos un poco tarde, esperando que la ceremonia ya hubiera dado inicio. Nos sorprendió ver a la congregación reunida afuera de la puerta de la iglesia, en estado de absoluto desconsuelo, como ovejas extraviadas. Descubrimos que el ministro había escenificado una "escapada nocturna" dejando a la iglesia en una precaria situación luego de hacerse con una enorme cantidad de dinero proveniente de los fondos que debían utilizarse para pagar las cuentas del edificio y financiar a las diversas organizaciones.

 

Había una cuenta por alquiler de muelle para un suntuoso yate que la iglesia, para sorpresa de todos los miembros de la congregación, también debía pagar. Todo el mobiliario del derrochador ministro habían desaparecido, las hipotecas de los dos edificios estaban a punto de ser ejecutadas, el corte de la electricidad era inminente... y el paradero el ministro y su familia era desconocido. Un verdadero "lobo con piel de oveja", por decirlo de alguna manera.

Estaba perpleja. Me di cuenta de que mi "visión" era exactamente lo que había rezado por obtener: la revelación de la verdad por parte del Espíritu Santo, ¡y yo había reaccionado rechazándola de plano!

Esto trajo un cambio en la naturaleza de mi fe y en mi propia habilidad para "trabar contacto" con Dios, o quienquiera que fuera la persona que estaba a cargo de este Universo. Claramente se me había mostrado la verdad subyacente debajo de la superficie de las cosas, pero mis propias dudas personales, así como la creencia en la autoridad moral de otros, habían interferido en mi oportunidad de tener una "comunión con el Espíritu Santo".

Entendí algo esencial: si se reza de manera intensa y sincera por una guía, esta le es concedida a uno, pero podría resultar no ser lo que uno desea escuchar o creer y podría estar completamente reñida con lo que otros están diciendo o enseñando.

Todo esto, no obstante, dio pie a otras dudas. La más persistente era cómo podía uno discernir si se trataba de una influencia engañosa o de una verdadera Revelación Divina. Si un número de personas aseguran que el "Espíritu Santo" les está mostrando una serie de revelaciones y estas resultan ser contradictorias, entonces, o bien hay razón para excluir al resto de la gente, o todos ellos están equivocados. Y solamente tenemos las herramientas de nuestro conocimiento y raciocinio para poder analizar y comparar.


Así que, era otra vez "de vuelta a los libros".

Pero un comentario que debo hacer aquí es: yo tenía fe, rezaba en forma diligente y con fervor y me esforzaba denodadamente por alcanzar ese estado de sumisión de todas las emociones al Amor de Dios, ese amor que todo lo llena y todo lo abarca, ¡y eso ciertamente tuvo un efecto!


Durante esta misma época hubo también otros "eventos" que podrían llamarse visionarios y extáticos, pero no creo que sean relevantes, así que me abstendré de describirlos. Baste con decir que reforzaron mi convicción de aprender cada vez más a ver lo que se encuentra "debajo de la superficie" para poder discernir la verdad de las cosas.

Poco tiempo después nació mi cuarto hijo y me vi forzada a pasar aun más tiempo meditando y estudiando y, como es del conocimiento de algunos, el resultado de todo este período fue el "Síndrome de Noé".

En este punto del relato tenía yo 33 años de edad y ya habían transcurrido 3 desde el comienzo de este "experimento", que no había comenzado como tal, pero esa era la forma que había adoptado con el tiempo. Así que había llegado a la conclusión de que cuando se hace una pregunta, la vida misma se convierte en la respuesta. Todas las experiencias e interacciones comienzan a agruparse alrededor del meollo de esta respuesta que el alma busca con denuedo. En este caso la pregunta era: "¿Cómo ser Uno con Dios-" y parecía ser que "el Amor" era la respuesta, pero es claro que se debe tener conocimiento para saber lo que es verdaderamente Amor. Como el autor del Libro de Santiago dice:

"Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando cayéreis en diversas tribulaciones: sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada... ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta-... Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe, por obras de obediencia tanto como por sus creencias".

Entendí que la pobreza de mi vida, los tormentos y los sufrimientos, la pérdida de las cosas que amaba, y los muchos eventos complejos relacionados, eran una expresión de mi estado interno real. Cuando me sumergí de lleno en la consigna de "fe sin conocimiento", estaba escogiendo la muerte, puesto que "la fe sin obras es muerta".
Pero, ¿en qué consistían estas obras? ¿Qué cosa es eso que Dios "da a todos abundantemente y sin reproche"? Conocimiento.

"Puesto que todo lo que se sabe de Dios, es evidente para ellos (hombres) y está claro en lo profundo de su consciencia; ya que Dios mismo se los ha mostrado. Desde el momento mismo de la creación, Su naturaleza invisible y Sus atributos han quedado en evidencia y se han vuelto claramente discernibles a través de todas las cosas creadas, su obra misma".

Según la perspectiva Sufí, No hay otro Dios más que Dios, y la finalidad de todo conocimiento es el conocimiento de Dios. Pero para poder tener conocimiento de Dios es necesario utilizar el intermediario de la creación, que es de hecho, el propósito de todo lo que existe. No solamente ES Dios: es el camino HACIA Dios. Es responsabilidad del buscador aprender todo lo que pueda siempre con vistas a conocer a Dios. Todas las cosas deben ser acumuladas en el repositorio de conocimiento del Buscador para luego ser llevadas de regreso a Dios. El NO trabajar tan diligentemente como se pueda hacia la meta del conocimiento de Dios a través de la creación -y eso incluye todas las ramas del conocimiento, del arte y de cualquier oficio- es definido por el apóstol como "juzgar a Dios".

...Así, puesto que no consideraron necesario reconocer a Dios, o aprobar su obra, o estimarle digno de ser el objeto de su conocimiento... (Su naturaleza invisible y Sus atributos han quedado en evidencia y se han vuelto claramente discernibles a través de todas las cosas creadas, su obra misma), ¡pobre de ti, hombre!, quienquiera que fueses, cuando te dais a la tarea de juzgar y condenar a otro hombre... porque al someter a juicio y pasar sentencia sobre otro hombre te condenas a ti mismo, ya que es común ver como los que juzgan practican las mismas cosas que censuran y denuncian...".

Esto parece ser precisamente lo que yo experimenté. Me subí en el autobús de la fe/amor y luz, ¡y de inmediato se soltaron todos los demonios del infierno! Considerando en retrospectiva todas las experiencias contadas anteriormente, es evidente que me enfoqué en la experiencia del "amor, luz y fe", pero eso no fue lo que experimenté en mi creación. No obstante, en una forma no del todo libre de cierta comicidad, mi fe obtuvo una respuesta. Pero, ¡qué respuesta! ¡Nada como lo que yo estaba esperando!

Recientemente se me sugirió en una misiva que posiblemente yo tenga una especie de habilidad innata para "manifestar cosas" que es tan poderosa que mi entorno y mis experiencias cambian de súbito y en forma dramática como respuesta a mi estado interno. Podría ser así, pero no creo ser la única. Creo que en mayor o menor grado este es el caso con todas las personas. Es bien cierto que uno crea su propia realidad y también es cierto que esto se consigue por intermedio de las intenciones y pensamientos personales, pero hay una falla intrínseca en todo esto, que es precisamente el factor que investigaremos en la próxima sección.