Hemos hablado sobre las profecías bíblicas y el posible efecto que tuvo sobre el planeta el paso por el Cinturón de Fotones. Sin embargo, y valga una reflexión oportuna. ¿Qué sucederá con la especie humana?.

Para los científicos muchas personas no sobrevivirán la descarga inicial si no están preparadas para ello. Si el hielo se extiende a la latitud 40º, se cubrirá la mitad de los Estados Unidos y gran parte de Europa y Asia. Eso implicaría mucha gente sin hogar. ¿Serán aceptados en otros países?. En un limitado espacio de fertilidad. ¿Será posible sostener a millones?.

Si se forman las capas de hielo dentro del periodo de luz (2.000 años) producto de la ausencia de lluvias, entonces, la radiación solar al abandonar el cinturón seguramente derretirá el hielo, inundando la Tierra tal como lo ejemplificara la Biblia en la leyenda del Arca de Noé.

Para Paul Hesse, el que las manifestaciones del Cinturón de Fotones en la Tierra parezcan tan dramáticas y admirables, no será de ninguna manera el fin del mundo ni de la humanidad, ya que esto ha sucedido desde siempre de manera cíclica a todo nuestro sistema planetario y sin embargo, sobre la tierra no se ha interrumpido la vida aunque sí se hayan modificado las formas.

 

Esto, porque la llegada de un posible cataclismo gigantesco que diezmará la población del mundo no ocurrirá como un hecho aislado o de un día para otro, transformando la paz en calamidad, sino como la culminación de una larga serie de acontecimientos naturales, en un principio mas o menos distantes, para luego manifestarse mas y mas cercanos al cambio final.


Ahora bien, para quienes profesan del espiritualismo en cualquiera de sus formas quienes entren al Cinturón de Fotones perderán su campo electromagnético al nulificarse impidiendo la utilización de equipos eléctricos durante todo el periodo. Por lo tanto, tendrán (los humanos) que comenzar a prepararse para cambios mayores en sus vidas, mientras se establecen nuevas formas de campos gravitacionales y eléctricos. Lo que ahora pareciese una pérdida, en realidad será un beneficio que le permitirá a los campos de energía fotónica alterarse en un nivel subatómico, llegando a ser la energía básica del sistema solar.


Como todos los átomos y moléculas se cambiarán, los hombres se modificarán en su naturaleza misma, llegando a ser algo muy diferente, mejorando lo que actualmente son. Así, la sociedad podrá acercarse a la llamada Edad de Oro, que varias profecías religiosas han predicado durante los últimos 2.000 años.

En esta Edad de Oro que llega, cada ser humano tendrá la oportunidad para realizar todo su potencial. Un tiempo en que cada pueblo podrá entender la verdadera historia del planeta y recuperar sus habilidades de conciencia plena, ahora perdidas. Esta nueva época, predicha en las revelaciones bíblicas, será una edad en que la gente podrá descubrir sus verdaderas habilidades psíquicas, como la telepatía y la telekinesis, entre otras. En resumen, un planeta totalmente nuevo, una civilización nueva y un ser humano total en conjunción con el sistema solar.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tal como se comentara en otras partes de este texto, nuestra entrada plena en dicho cinturón fotónico será inevitable que ocurra entre hoy y el final de este siglo. Resulta interesante, por tanto, hacer notar que para el año 2.000, o fechas muy cercanas al mismo (Aquí hemos indicado entre marzo de 1998 y Septiembre del 2001), se cierran muchos ciclos calendarios de diversas culturas en el mundo.


EL HINDUISMO
La ciencia, por ejemplo, ha dividido la edad y evolución del planeta tierra en cinco edades. Información relevante sobre todo si pensamos que la milenaria tradición Védica, surgida bajo los preceptos del filosofo Krishna, hace mas de cuatro mil años al norte de la India, señala que en la actualidad nos encontramos en la Cuarta Era del Mundo, es decir, en Kali-Yuga (3) o Edad del Hierro, una era que acaba de terminar, y que los Vedas asocian con una edad oscura, donde prevalece la mentira y la enfermedad, se niega la divinidad y se pierde contacto con el reino espiritual.


A esta misma Kali Yuga o Edad de Hierro, se le denominó también Edad negra, no porque hiciera referencia al color de la piel de algunos pueblos en particular, sino como una clara referencia a lo negativo de las conductas humanas durante este período. ¿Significará esto, la destrucción definitiva de nuestro mundo?

Algunos afirman que no es más que la entrada a Dwapara Yuga, una edad donde la humanidad se llena de pasión y las religiones se dividen; otros en cambio sostienen que estamos entrando en Satya Yuga, la Edad de Oro donde imperará la justicia y no existirán enfermedades ni malicias. Tal vez valga la pena aclarar que el ciclo Hindú de Yugas (Eras o Edades) tiene una duración total de 24.000 años, dividiéndose en periodos desiguales.

Estos son: Satya Yuga o Edad de Oro con una duración de 4.800 años. Le sigue Treta Yuga o Edad de Plata con una duración de 3.600 años. Luego está Dwapara Yuga o Edad de Bronce con una duración de 2.400 años. Para finalmente encontrarnos con Kali Yuga o Edad de Hierro, con una duración de 1.200 años.


Ahora bien, si sumáramos hasta aquí tendríamos tan solo 12.000 años. Pero por tratarse de un ciclo eterno procede sumarle otros 12.000 años más en sentido contrario, iniciando con otros 1.200 años de Kali-Yuga, hasta llegar a Satya-Yuga, para completar un total de 24.000 años.


AZTECAS Y MAYAS
Así como los Hindúes, tanto Mayas como Aztecas, sin duda las dos culturas Prehispánicas más importantes de este lado del planeta, dividieron la historia de la humanidad en ciclos calendáricos. La mitología azteca representó dichos cielos en soles, los que se detallan se la siguiente manera:

  • Primer Sol : Sol 4 tigre. Sol de la oscuridad. Sol de la noche. Sol de las tinieblas

  • Segundo Sol : Sol 4 vientos. Sol de huracanes. Murió la humanidad destruida por huracanes.

  • Tercer Sol : Sol 4 lluvias de fuego. Sol de fugo. Murió la humanidad por efecto del fuego.

  • Cuarto Sol : Sol de agua. Murió la humanidad por efecto de diluvios e inundaciones.

  • Quinto Sol : Sol 4 movimiento. Símbolo de serpiente. Sol que está en constante movimiento.

  • (Se interpreta que la humanidad morirá por efecto de terremotos, sismos, marejadas, etc.)

Los Mayas también tenían ciclos u épocas describiendo el Gran Año y la rotación adicional de nuestro sol y galaxia alrededor de otro punto en el espacio. Por lo mismo, es que se fijaron particularmente en las Pléyades, a las que denominaron Tzaib ó Cascabel, debido a que creían que tenían la misma función que el cascabel de una serpiente, el cual sacude como una advertencia antes de atacar.

Para Fray Bernardino de Sahagún, franciscano e historiador llegado tras la conquista de los españoles a México, la relación del pueblo Maya con las Pléyades es compleja y de características casi demoníacas (recordemos el momento histórico que se vivía en aquel instante). ... la medición de todos los tiempos que estos indios (Mexicanos) realizaron fue como sigue: la más larga era de 104 años y lo llamaban un siglo; la mitad de este período, 52 años, era una gavilla. Este número de años lo han contado desde tiempos antiguos; no se sabe cuando empezó, pero creían con bastante fidelidad que el mundo acabaría al cumplirse una se estas gavillas y sus profecías y oráculos les revelaban que los movimientos del cielo cesarían entonces, y tomaban como señal el movimiento de las Cabrillas (Pléyades) en relación con la noche de esta fiesta, a la cual dieron el nombre de Toxiub Molpilli.  Es claro que este método de medición era la invención del diablo, por lo que renovaban el pacto cada 52 años, atemorizados con la aproximación del fin del mundo puesto que creían que el extendía el tiempo y se los concedía como un don, moviendo el mundo hacia adelante...

Los Mayas también tienen una tradición relacionada con su calendario, que describe nuestra era actual como el Cuarto Mundo. Ellos señalan el final de este Cuarto Mundo como una fecha inminente. Como inminente podría ser entre hoy y el 2.010. El sistema calendárico Maya es muy complejo: se trabaja paralelamente con años de 260, 360 y 365 días de duración, llegando a registrar intervalos de tiempo de ¡hasta 50 billones de años!

De acuerdo a los Mayas, el 21 de Marzo de 1995, se completó un ciclo o período de 520 años, iniciándose la Era de Itza, una Era de conocimiento, cuando la antigua y oculta sabiduría sea despertada; un tiempo cuando el cóndor del sur conocerá al águila de norte, y retornará la luz de la pureza, sabiduría, salud y curación en la tierra.


El Gran Ciclo Maya, tiene una duración de 26.000 años, comparable al período durante el cual nuestro planeta, junto con el Sol, giran en torno a Alción, el sol o estrellas central de las Pléyades, como ya se ha explicado. Dicho ciclo, así como otros varios ciclos menores del calendario Maya, se completará en el Solsticio de Invierno 22 de Diciembre del año 2.012. Nuevos cálculos, nuevas coincidencias.
 

GRIEGOS Y EGIPCIOS
Otro pueblo que desarrolló un calendario de extraordinaria complejidad y precisión fue el Griego. Este, lo elaboraron relacionándolo con los ritmos cíclicos del Ave Fénix, elemento derivado de las leyendas egipcias del pájaro Bennu, quien se elevaba de sus propias cenizas cada 500 años aproximadamente. Este ciclo del fénix para los egipcios estaba en relación con la salida helíaca del Sirio (salida a la mañana). Con la culminación de cada Ciclo del Fénix, y por cien años, antes y después, se precedía un influjo de almas especiales, que encarnarían con la misión de elevar la conciencia planetaria. El siglo XX marca precisamente el inicio de un nuevo Ciclo del Ave Fénix (1990 - 2000).


La tradición Celta nos habla de un ciclo de 13.000 años (2 x 13.000 = 26.000), el cual está condicionado por dos cataclismos. Uno de ellos se refiere o asocia a la era astrológica de Leo, mientras que el otro afecta a la de Acuario.

Otro punto importante a considerar, es el hecho de que la Tierra tiene un movimiento de balanceo en su rotación llamado presesión el cual es muy semejante al movimiento de un trompo cuando ha perdido velocidad y está próximo a caer. Como consecuencia de este movimiento de balanceo el eje polar va apuntando cada día hacia un punto distinto del espacio, necesitándose aproximadamente 26.000 años (25.826,6 según la astronomía moderna) para volver a estar en el mismo punto.


Debido a este movimiento, la constelación que está detrás del sol durante un equinoccio cambia gradualmente a través de los siglos, impartiendo así un carácter único a los meses. Esto se conoce como presesión de los equinoccios. Es más interesante aún, hacer notar que el conocimiento de la presesión de los equinoccios está inscrita con asombrosa exactitud (25.826,6 años) en la arquitectura de la Gran Pirámide de Keops (al sumar las diagonales de la base, y en el piso de la Cámara del Rey).

Otro dato que confirma la teoría del paso de la Tierra por el Cinturón de Fotones, es el descubrimiento realizado por el profesor Piazzy Smith, el cual encontró que, trazando una perpendicular a las líneas del pasillo que conduce a la cámara subterránea, misma que con gran exactitud sigue la dirección del eje terrestre (eje polar), apuntando hacia la estrella polar, se llega a la estrella Alción (el sol central de las Pléyades). Retrotrayendo matemáticamente a Alción hasta el meridiano de la Gran Pirámide, se observa que esta posición tarda en repetirse aprox. 26.000 años (25.694,25).

Algunos autores consideran que la presesión de los equinoccios en verdad, tiene una duración de 25.920 años. El denominado Gran Año de Platón, representa, precisamente el número de años necesarios para que el equinoccio cruce sucesivamente los doce signos del zodíaco. Asignando 2.160 años a cada signo, da un total de 25.920 años (26.000 aprox.)
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El anuncio de una futura colisión entre la Tierra y algún cuerpo celeste, ha sido por años el manantial de innumerables teorías y predicciones.


Sin embargo, sabido es que en el universo existen cientos de desechos y/o asteroides de enormes dimensiones que en un futuro no muy lejano podrían ingresar a la atmósfera terrestre. Tal es así, que un grupo de astrónomos, reunidos en la ciudad de Tucson, Arizona, discutieron hace unos años la presencia de un enorme Planeta Frío, Ajeno a nuestro sistema solar, y que según observaciones telescópicas se acerca a nuestro planeta.


Como es de suponer, los expertos comenzaron a hacer sus cálculos para corroborar la presencia de este cuerpo, los que efectivamente dieron fe de la existencia de un enorme y oscuro planeta, de una masa miles de veces más grande que la tierra y cuyo centro gravitacional resultó ser la estrella Barnard, razón por la cual a este planeta se le denominó Barnard-1 ó Hercólobus (ver nuestra Seccion "
Hercólobus").

Para los astrónomos, Hercólobus y nuestro Sol poseen una trayectoria a través del espacio relativamente paralela, convergiendo ambas en torno a la denominada estrella Vega, ubicada en la constelación de la Lira.
Situación en absoluto descabellada, puesto que según los cálculos este viaje ha venido ocurriendo cada 6.000 años, lo que quizás explicaría muchos de los fenómenos que hemos detallado a lo largo del presente texto.
Al tratar de ubicar en la historia algún acontecimiento que esté ligado al paso de este enorme planeta, aparece de modo coincidente, la inclinación del eje de rotación de nuestro mundo. Esto debido a que existen pruebas concretas que demuestran que el mencionado eje no siempre estuvo así de inclinado respecto de la elíptica. Situación que debe haber ocurrido hace unos 6.600 años.


Si tenemos en cuenta que el acercamiento del Planeta Frío ocurre cada 6.000 años, no es una locura suponer que en 24.000 años Hercólobus se nos ha acercado en cuatro oportunidades, las mismas cuatro edades o Kali Yuga, y las mismas cuatro veces en que la Tierra ha sufrido las glaciaciones (una cada 6.000 años, aproximadamente)

Otra explicación del mismo fenómeno la encontramos en la literatura Maya, quienes sostenían que cuando el campo magnético del sol cambia de dirección, tiende a sacar a la tierra de su eje. La inclinación de la Tierra está sujeta a terremotos, inundaciones, incendios y erupciones volcánicas.


El campo magnético del sol cambia cinco veces cada ciclo cósmico largo. Esta parecía la razón de que los Mayas y otros creyeran que la Tierra había sido destruida cuatro veces en el pasado y que la destrucción al comienzo del siglo XXI en ésta, la quinta era del sol, seguiría el mismo camino. (Cotterell, 1995).


Si las catástrofes asociadas al paso de este enorme planeta frío se han repetido cada cierto tiempo, y con asombrosa exactitud (cada 24 y 26 mil años) no es absurdo suponer que los pueblos antiguos hayan asociado este hecho pasado, a posibles profecías futuras. Obviamente, sucesos de esta índole han dejado en la humanidad enormes huellas que, a la luz de los acontecimientos, parecen estar más cerca de la realidad que de la magia.