31 Mayo 2018

del Sitio Web MalagaHoy

 




El profesor Juan Antonio Pérez Claros

con uno de los cráneos.

reportaje gráfico: universidad de málaga.



Paleontología.

Expertos de la UMA

han cuantificado con ecuaciones matemáticas

cómo la cara de los homínidos se ha empequeñecido

al tiempo que ha crecido

el tamaño del neurocráeno
 



La revista Plos One se hacía eco en 2015 del trabajo (Neurocranium versus Face - A Morphometric Approach with Classical Anthropometric Variables...) del grupo investigador del Área de Paleontología del Departamento de Ecología y Geología de la UMA sobre la evolución del cráneo en homínidos.

 

Estos científicos midieron, cuantificaron y trasladaron a ecuaciones matemáticas algo que nadie en el mundo había planteado antes, la relación del tamaño de la cara y el tamaño del neurocráneo, la cápsula donde se alberga el cerebro.

"Sabemos que biológicamente la cara y el neurocráneo son dos cosas distintas y como tal pueden evolucionar y eso es lo que nosotros abordamos, cómo se relaciona la evolución del cráneo con la evolución de la cara", explica el profesor titular de la Universidad de Málaga Juan Antonio Pérez Claros.

Y en esa tarea continúan sus estudios, ayudados por las más de 60 réplicas que tiene la Facultad de Ciencias en una de las colecciones de cráneos más completas del mundo.

"Como tenemos una colección tan grande de cráneos, y otros que podemos conseguir porque diversos autores los han medido y publicado, hicimos un banco de datos de medidas craneométricas, tanto de la cápsula como de la cara", apunta Pérez Claros.

Básicamente lo que midieron fue cuánto de grande es cada parte gracias a tres variables, longitud, altura y anchura. A partir de ahí se hizo el análisis matemático.

"La información se puede concentrar solamente en dos variables, una es el tamaño de la cabeza y otra la forma de la cabeza", señala el investigador.

Añade que,

"La evolución sigue un patrón de tamaño y forma que desvela que se va agrandando el neurocráneo y se va empequeñeciendo la cara, los simios antropomorfos tienen mucha cara en relación al neurocráneo y los humanos tenemos mucho neurocráneo en relación a la cara".



Variables craneométricas

utilizadas en el estudio.
 


Los datos han hablado y, según afirma Pérez Claros,

"ha habido un aumento del cerebro concomitante con una reducción de la cara, a pesar de todas las formas de homínidos y líneas evolutivas hay un patrón claro, que se respeta prácticamente en todos los simios actuales y los fósiles y es que el aumento de uno se hace a expensas del otro".

Según el estudio de la UMA, a medida que la cara disminuye y aumenta el neurocráneo, también se hace más pequeño el tamaño del cuerpo de los simios y los australopithecus. Cada vez se va haciendo más humano.

 

Pero no pasa lo mismo con los homínidos.

 

En ellos es todo lo contrario.

"Nuestras proporciones de cara más pequeña y cráneo más grande se han ido consiguiendo haciéndonos más grandes de tamaño corporal, algo contrario al patrón que habíamos visto, y la única explicación que tiene es que ha sido a través de una selección natural intensa, seleccionando organismos mayores pero con proporciones de caras pequeñas frente a neurocráneos", indica el profesor.

 

 

 

Y subraya que todo sigue una pauta estándar desde el Homo habilis al Homo erectus, los Neandertales hasta finalmente los Homo sapiens el patrón es prácticamente ininterrumpido.

"Pero el género Homo hace lo contrario y creemos que se ha ido evolucionando pasando de unos grupos hacia otros, aunque dentro de cada uno de los grupos se sigue la misma relación que vimos en los simios", dice Pérez Claros.

La muestra del estudio, todavía en activo, estuvo formada por más de 300 cráneos y les llevó más de un año.

"Ningún grupo investigador se había puesto a medirlo, no teníamos ningún precedente que hubiera plasmado en ecuaciones matemáticas simples esas relaciones tan visuales y que éstas revelasen el patrón básico que sigue toda la evolución de los homínidos.

 

Este patrón tan básico no se había cuantificado", indica el profesor de la UMA.

 

"Una vez realizado esto, nos permite interpretar el registro fósil de una manera clara en un espacio de forma y tamaño, es decir, qué tipo sería si se encuentra un nuevo fósil, por ejemplo", añade el investigador.

Aunque no todo es tan sencillo y, a veces, hay piezas que no encajan.

 

Pérez Claros pone de ejemplo al Homo naledi.

 

En una cueva de Sudáfrica aparecieron 15.000 fósiles pertenecientes a al menos 15 individuos que fueron llevados intencionadamente a ese angosto lugar, posiblemente a modo de enterramiento. No se ha encontrado otro animal fósil y la cronología que barajan sus descubridores es de unos 236.000 años.

 

Según el esquema de los investigadores malagueños debería de pertenecer a un Homo erectus, o un Neandertal,

"pero el cráneo es como el de un Homo habilis, de hace un millón y medio de años. Lo que creemos, sinceramente, es que está mal la datación", considera Pérez Claros.

 

El profesor Juan Antonio Pérez Claros

muestra la colección cráneos de la UMA



El estudio tuvo una importante repercusión social, pues,

"Hay mucho interés por saber cuáles son nuestros orígenes", como destaca el investigador, que sigue trabajando en esa línea.

 

"Hemos creado un marco donde hacerte preguntas respondiendo a cuestiones muy interesantes, todo está abierto y surgen siempre cosas nuevas que pueden cuestionar lo anterior, así es la Ciencia", añade al tiempo que craneométricamente no hay muchas diferencias desde hace miles de años.

 

"Desde el origen de la especie 'sapiens', hace 140.000 ó 150.000 años las proporciones se han mantenido, son constantes", dice.

Su proyecto Evolución del cráneo en homínidos - Paleontología en el siglo XXI ha sido uno de los proyectos seleccionados para participar en la segunda edición de Campus Vivo.

 

Investigar en la Universidad, que se celebrará a partir de octubre en el Museo de Ciencia y Tecnología de A Coruña.

 

Se trata de una iniciativa de divulgación científica de la CRUE, la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología y el museo gallego para trasladar a la sociedad el valor de la investigación que se desarrolla en el seno universitario.