CAPÍTULO 6 - La visión holográfica


Los seres humanos pensamos que estamos hechos de «materia sólida». En realidad, el cuerpo físico es el producto final, por así decirlo, de los campos de información sutiles que configuran el cuerpo físico y toda la materia física.

 

Esos campos son hologramas que cambian con el tiempo (y están) fuera del alcance de nuestros sentidos normales. Es lo que los clarividentes perciben como halos ovoides de colores o auras alrededor de nuestros cuerpos físicos.
ITZHAK BENTOV, Stalking the Wild Pendulum.


Hace unos años, iba caminando con una amiga cuando me llamó la atención una señal de la calle.

 

Era una simple señal de «No parking» y no parecía distinta de las otras señales de «No parking» que salpican las calles de la ciudad. Pero, por alguna razón, me dejó totalmente pasmado.

 

Ni siquiera me daba cuenta de que la estaba mirando fijamente hasta que mi amiga exclamó de repente:

«¡Esa señal está mal escrita!».

El anuncio me sacó de mi ensoñación y mientras la miraba, la «i» de la palabra «parking» se transformó rápidamente en una «e».


Lo que pasó es que mi mente estaba tan acostumbrada a ver la señal escrita correctamente, que mi inconsciente borró lo que ponía y me hizo ver lo que esperaba ver. Resultó que mi amiga, en un principio, también había visto la señal con la ortografía correcta y por eso tuvo una reacción tan ruidosa cuando se dio cuenta de la falta de ortografía.

 

Seguimos andando, pero el incidente me preocupaba. Por primera vez me di cuenta de que el ojo/el cerebro no es una cámara fiel, sino que trata de reparar el mundo antes de ofrecérnoslo.


Los neurofisiólogos lo saben desde hace mucho tiempo. En sus primeros estudios sobre la visión, Pribram descubrió que la información visual que recibe un mono a través del nervio óptico no va directamente a la corteza visual, sino que se filtra previamente a través de otras zonas del cerebro. Numerosos estudios han puesto de manifiesto que pasa lo mismo con la visión humana.

 

El lóbulo temporal prepara y modifica la información visual que entra en el cerebro antes de que llegue a la corteza visual. Algunos estudios indican que menos del 50 por ciento de lo que «vemos» se basa realmente en la información que nos entra por los ojos. El 50 por ciento restante se va reconstruyendo en función del aspecto que esperamos que debería tener el mundo (y tal vez con arreglo a otras fuentes, como los campos de realidad).

 

Puede que los ojos sean los órganos visuales, pero el que ve es el cerebro.


Ésa es la causa de que no siempre nos demos cuenta de que un amigo cercano se ha afeitado el bigote o de que nuestra casa siempre nos parezca distinta y extraña cuando volvemos de las vacaciones. En ambos ejemplos, estamos tan acostumbrados a responder a lo que pensamos que hay ahí, que no siempre vemos lo que hay ahí en realidad.


El llamado «punto ciego» del ojo ofrece una prueba más espectacular aún del papel que desempeña la mente en la creación de lo que vemos. En mitad de la retina, donde el nervio óptico se conecta con el ojo, tenemos un punto ciego en el que no hay fotorreceptores. Esto se puede demostrar rápidamente con la ilustración que mostramos en la figura 8.


Cuando miramos el mundo que nos rodea no nos damos cuenta en absoluto de que hay agujeros abiertos en nuestra visión.

 

Da igual que estemos mirando un trozo de papel en blanco o una vistosa alfombra persa. El cerebro rellena los huecos ingeniosamente al igual que un sastre experto remienda un agujero en una tela. Y lo que es verdaderamente extraordinario es que el cerebro reteje el tapiz de nuestra realidad visual con tanta maestría que ni siquiera nos damos cuenta de que lo hace.


Lo cual nos lleva a una cuestión inquietante. Si vemos menos de la mitad de lo que hay ahí fuera, ¿qué hay ahí fuera que no vemos? ¿Qué señales callejeras mal escritas y qué puntos negros escapan por completo a nuestra atención?

 

Las hazañas tecnológicas nos proporcionan unas cuantas respuestas. Por ejemplo, ahora sabemos que las telas de araña, si bien nos parecen blancas y grises, para los ojos sensibles a los rayos ultravioleta de los insectos, a quienes están destinadas, son realmente de colores brillantes y, por tanto, fascinantes.

 

La tecnología también nos permite saber que las lámparas fluorescentes no dan luz constantemente, sino que, en realidad, se encienden y se apagan a un ritmo demasiado rápido como para que podamos distinguirlo. Y, sin embargo, ese desagradable efecto estroboscópico es visible para las abejas, que tienen que ser capaces de volar sobre un prado a una velocidad de vértigo y aún así ver cada flor que pasa zumbando.


Ahora bien, ¿hay otros aspectos importantes de la realidad que no vemos, que están fuera del alcance de nuestros conocimientos tecnológicos? Según el modelo holográfico, la respuesta es sí. Recordemos que, de acuerdo con la visión de Pribram, el hecho es que la realidad en general es un dominio de frecuencias y el cerebro es una especie de lente que convierte esas frecuencias en el mundo objetivo de las apariencias.

 

Aunque Pribram empezó estudiando las frecuencias de nuestro mundo sensorial normal, como las del sonido y de la luz, ahora utiliza la expresión «dominio de frecuencias» para referirse a los patrones de interferencia que constituyen el orden implicado.
 

FIGURA 8

Como demostración de que el cerebro construye lo que percibimos como realidad,

sostén la ilustración a la altura de los ojos,

cierra el ojo izquierdo y mira fijamente el círculo que está en medio de la cuadrícula con el ojo derecho.

Poco o poco mueve el libro a lo largo de la línea de visión hacia atrás y hacia adelante

hasta que desaparezca la estrella (entre unos 25 cm y 40 cm).

La estrella desaparece porque cae en tu punto ciego. Ahora cierra el ojo derecho y contempla la estrella.

Mueve el libro hacia atrás y hacia adelante hasta que desaparezca el círculo que está en medio de la cuadrícula.

Cuando lo haga, fíjate que, aunque el círculo desaparece, las líneas de la cuadrícula permanecen intactas.

Esto se debe a que el cerebro rellena lo que cree que debería haber ahí.
 

Pribram cree que ahí fuera, en el dominio de frecuencias que no vemos, puede haber toda clase de cosas, cosas que nuestros cerebros han aprendido a eliminar regularmente de nuestra realidad visual.

 

En su opinión, cuando los místicos tienen experiencias trascendentales, lo que están haciendo realmente es captar destellos del dominio de frecuencias. Según él,

«la experiencia mística tiene sentido cuando uno puede proporcionar las fórmulas matemáticas que le llevan de acá para allá, del mundo ordinario o dominio de "imagen-objeto" al dominio de "frecuencias"».

 

El campo de energía humano
Un fenómeno místico que entraña al parecer la facultad de ver la apariencia de frecuencia de la realidad es el aura, o campo de energía humano.

 

En muchas tradiciones antiguas existe la idea de que hay un campo sutil de energía alrededor del cuerpo humano, una envoltura de luz en forma de halo que trasciende la percepción humana normal. En la India, las escrituras sagradas de más de cinco mil años de antigüedad se refieren a esa energía de la vida como prana.

 

En China, desde el tercer milenio antes de Cristo se ha denominado chi y se cree que es la energía que fluye por el sistema meridiano de acupuntura. La Cábala, una filosofía mística judía que surgió en el siglo VI antes de Cristo, llama a este principio vital nefish y enseña que es una burbuja ovoide iridiscente que rodea el cuerpo humano.

 

En su libro Future Science, el escritor John White y el parapsicólogo Stanley Krippner citan 97 culturas diferentes que se refieren al aura con 97 nombres distintos.


En muchas culturas se cree que el aura de un individuo sumamente espiritual es tan brillante que es visible incluso para la percepción humana normal, lo que explica que muchas tradiciones, entre las que se cuentan la cristiana, la china, la japonesa, la tibetana y la egipcia, representen a los santos con un halo, u otros símbolos circulares, en torno a la cabeza.

 

En su libro sobre los milagros, Thurston dedica un capítulo entero a los fenómenos luminosos asociados con los santos católicos y se dice que tanto Teresa Neumann como Sai Baba tenían de vez en cuando auras de luz visibles en torno a ellos. Se dice que el gran místico sufí Hazrat Inayat Khan, que murió en 1927, a veces emitía tanta luz que hasta se podía leer a su lado.


En circunstancias normales, sin embargo, el campo de energía sólo pueden verlo las personas que han desarrollado especialmente la capacidad de verlo. Hay personas que nacen con esa aptitud. Otras veces, se desarrolla de forma espontánea en cierto momento de la vida, como me ocurrió a mí, y a veces se consigue como resultado de alguna práctica o disciplina a menudo de naturaleza espiritual.

 

La primera vez que vi la neblina de luz distintiva alrededor de mi brazo pensé que era humo y sacudí el brazo para ver si me había prendido fuego en la manga. Naturalmente, no había fuego y descubrí enseguida que la luz me rodeaba todo el cuerpo y formaba un nimbo también alrededor de las otras personas.


Según algunas escuelas de pensamiento, el campo de energía humano tiene varias capas distintas. Yo no veo capas en el campo y no tengo base personal alguna para juzgar si es cierto o no. Se dice que esas capas son en realidad cuerpos tridimensionales de energía que ocupan el mismo espacio que el cuerpo físico, pero que van aumentando de tamaño de modo que sólo parecen capas o estratos que se van extendiendo desde el cuerpo hacia fuera.

 

Muchos psíquicos afirman que hay siete capas principales, o cuerpos sutiles, y que cada uno es menos denso que el anterior y más difícil de ver. Las diferentes escuelas de pensamiento se refieren a estos cuerpos de energía con nombres distintos.

 

Un sistema común de nomenclatura denomina a los cuatro primeros como sigue:

  • el cuerpo etéreo

  • el cuerpo astral o emocional

  • el cuerpo mental

  • el cuerpo causal o intuitivo

Por lo general se cree que el cuerpo etéreo, el cuerpo que se acerca más en tamaño al cuerpo físico, es una especie de plano de energía que participa en la orientación y configuración del crecimiento del cuerpo físico. Como sus nombres sugieren, los tres cuerpos siguientes están relacionados con los procesos emocionales, mentales e intuitivos.

 

Casi nadie está de acuerdo en cuanto se refiere a la denominación de los tres cuerpos restantes, aunque se acepta en general que tienen que ver con el alma y con el funcionamiento espiritual superior.


Según la literatura yóguica hindú, y según muchos psíquicos, también tenemos centros de energía especial en el cuerpo. Son focos de energía sutil que están conectados con las glándulas endocrinas y con los centros nerviosos principales del cuerpo físico y que se prolongan también en el campo de energía. Como parecen remolinos de energía cuando se miran de frente, en la literatura yóguica se denominan chakras, término derivado de la palabra sánscrita «rueda» que se sigue utilizando hoy en día.


El chakra corona, un chakra importante que se origina en el extremo superior del cerebro y está asociado con el despertar espiritual, aparece a menudo en las descripciones de los clarividentes como un pequeño ciclón que gira sobre la cabeza en el campo de energía.

 

Es el único chakra que yo veo claramente (por lo que parece, mis aptitudes son demasiado rudimentarias como para permitirme ver los demás chakras). Su altura varía desde unos pocos centímetros hasta unos treinta y tantos o más. Cuando la gente está contenta, ese remolino de energía se hace más alto y más brillante; y cuando la gente baila, el chakra se agita y se balancea como la llama de una vela.

 

A menudo me he preguntado si era eso lo que veía el apóstol Lucas cuando describió «la llama de Pentecostés», las lenguas de fuego que aparecieron sobre las cabezas de los apóstoles cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos.


El campo de energía no es siempre de color blanco azulado, sino que puede tener varios colores. De acuerdo con psíquicos de talento, los colores, la intensidad o turbiedad y su posición dentro del aura están relacionados con el estado mental y emocional de la persona, así como con su actividad, su salud y otros factores diversos. Por mi parte, sólo puedo ver colores de vez en cuando y puedo interpretar su significado alguna que otra vez, pero he de confesar nuevamente que mis habilidades en ese campo no están muy adelantadas.


Una persona que sí tiene aptitudes avanzadas es la terapeuta y sanadora Barbara Brennan. Empezó su carrera en el campo de la física atmosférica trabajando para la NASA en el Goddard Space Flight Center y después lo dejó para convertirse en consejera.

 

Sospechó por primera vez que tenía dotes psíquicas cuando de niña descubrió que podía andar por los bosques con los ojos vendados y evitar los árboles simplemente sintiendo con las manos sus campos de energía. Varios años después de convertirse en consejera, empezó a ver halos de una luz coloreada alrededor de las cabezas de la gente. Tras superar el susto y el escepticismo iniciales, se puso a desarrollar esa aptitud y al final descubrió que tenía un don natural extraordinario como sanadora.


Barbara Brennan no sólo ve los chakras, las capas y otras estructuras tenues del campo de energía con una claridad excepcional; también puede hacer diagnósticos médicos sorprendentemente exactos en función de lo que ve.

 

A una mujer le dijo, tras mirar su campo de energía, que tenía algo anormal en el útero. La mujer le dijo entonces que el médico le había descubierto el mismo problema y que ya le había provocado un aborto.

 

De hecho, varios médicos le habían recomendado que se hiciera una histerectomía y por eso buscaba el consejo de Brennan. Ella le dijo que si se tomaba un mes para cuidarse, se resolvería el problema. El consejo resultó ser acertado y un mes después el médico confirmó que el útero había vuelto a la normalidad. Un año después, la mujer dio a luz a un niño sano.


En otra ocasión, vio que un hombre tenía problemas en su comportamiento sexual porque se había roto el coxis cuando tenía doce años. El coxis seguía fuera de lugar y estaba ejerciendo una presión indebida sobre la columna vertebral, lo que a su vez provocaba una disfunción sexual.


Al parecer, hay pocas cosas que Barbara Brennan no pueda detectar mirando el campo de energía. Dice que el cáncer, en su estado inicial, se ve gris azulado en el aura y que, cuando avanza, se vuelve negro. Al final aparecen puntos blancos en lo negro y si los puntos blancos brillan y empieza a parecer que surgen de un volcán en erupción, significa que hay metástasis.

 

Drogas como el alcohol, la marihuana y la cocaína van también en detrimento de los colores saludables y brillantes del aura y crean lo que ella llama «moco etéreo».

 

En una ocasión, dejó perplejo a un cliente al decirle qué agujero de la nariz usaba habitualmente para esnifar cocaína, porque el campo de energía, en ese lado de la cara, siempre estaba gris y tenía el moco etéreo pegajoso.


Las medicinas que requieren receta no están exentas y a menudo hacen que se formen zonas oscuras sobre el hígado en el campo de energía. Medicamentos potentes como la quimioterapia «obstruyen» todo el campo y Brennan asegura haber visto incluso huellas aúricas de una tintura supuestamente inofensiva, opaca para los rayos X, que se usa para diagnosticar lesiones en la columna, diez años después de haber sido inyectada a la persona. Según ella, el estado psicológico de una persona también se refleja en el campo de energía.

 

Un individuo con tendencias psicóticas tiene un aura densa en la parte superior. El campo de energía de una personalidad masoquista es grueso y denso y es más gris que azul. El campo de una persona con una visión rígida de la vida también es grueso y grisáceo, pero la energía aparece concentrada en su mayor parte en el borde exterior del aura, etcétera.


En su opinión, la enfermedad puede estar provocada por desgarrones, obstrucciones o desequilibrios en el aura y afirma que, controlando con sus propias manos y su propio campo de energía las zonas que funcionan mal, puede mejorar notablemente el proceso de curación de una persona. Sus dotes no han pasado desapercibidas.

 

La psiquiatra y tanatóloga suiza Elisabeth Kubler-Ross asegura que es,

«probablemente una de las mejores sanadoras espirituales del hemisferio occidental».

Bernie Siegel es igualmente laudatorio:

«La obra de Brennan abre la mente. Sus conceptos de la importancia de la enfermedad y de cómo conseguir su cura coinciden con mis experiencias».

Como física, Barbara Brennan está vivamente interesada en lograr describir el campo de energía humano en términos científicos; cree que el mejor modelo científico que tenemos hasta ahora para comprender el fenómeno está en la afirmación de Pribram de que existe un dominio de frecuencias fuera del alcance de nuestra percepción:

«Desde el punto de vista del universo holográfico, estos hechos [el aura y las fuerzas sanadoras requeridas para controlar la energía del aura] surgen de frecuencias que trascienden el tiempo y el espacio; no tienen que ser transmitidas. Son potencialmente simultáneas y están en todas partes».

Que el campo de energía humano está en todas partes y tiene un carácter no local hasta que la percepción humana lo saca del dominio de frecuencias lo demuestra el descubrimiento de Brennan de que puede leer el aura de una persona incluso a muchas millas de distancia.

 

La lectura de un aura a mayor distancia que ha hecho hasta ahora tuvo lugar durante una conversación telefónica entre Nueva York e Italia.

 

En su fascinante libro Manos que curan, trata ese asunto y otros muchos aspectos de sus dotes extraordinarias.

 


El campo de energía de la psique humana
Otra psíquica dotada que puede ver el aura con gran detalle es Carol Dryer, «consejera sobre el campo de energía humano» establecida en Los Ángeles.

 

Asegura que ve auras desde que tiene memoria y que sin duda fue mucho antes de darse cuenta de que las demás personas no podían verlas. De niña, ese desconocimiento le acarreaba problemas con frecuencia, como cuando contaba a sus padres detalles íntimos de sus amigos, cosas que aparentemente no tenía forma de saber.


Carol Dryer se gana la vida como psíquica; en los últimos quince años ha visto a más de cinco mil clientes. Es muy conocida en los medios de comunicación porque en su lista de clientes figuran personas famosas, como por ejemplo Tina Turner, Madonna, Rosanna Arquette, Judy Collins, Valerie Harper y Linda Gray.

 

Pero ni siquiera el poderío estelar de su lista de clientes acierta a transmitir el verdadero alcance de su talento. Por ejemplo, en su lista de clientes también hay médicos, periodistas conocidos, arqueólogos, abogados y políticos; ha utilizado sus dotes para ayudar a la policía y a menudo lleva a cabo una labor de asesoramiento a psicólogos, psiquiatras y médicos.


Al igual que Barbara Brennan, Carol Dryer puede hacer lecturas a distancia, pero prefiere estar en la misma habitación que la persona a tratar. Asimismo, puede ver el campo de energía de una persona con los ojos cerrados igual que con los ojos abiertos.

 

De hecho, por lo general mantiene los ojos cerrados durante una lectura, pues le ayuda a concentrarse exclusivamente en el campo energético.

 

Esto no significa que vea el aura sólo con el ojo de la mente.

 

Como dice ella,

«está siempre delante de mí; es como si estuviera viendo una película o una obra de teatro. Es tan real como la habitación en la que me encuentro. La verdad es que es más real y tiene colores más brillantes».

No obstante, no ve las capas estratificadas precisas que describen otros clarividentes y muchas veces ni siquiera ve el contorno del cuerpo físico:

«El cuerpo físico de una persona puede aparecer, pero es muy raro porque eso supondría ver el cuerpo etéreo en vez del aura o campo de energía a su alrededor. Si veo el cuerpo etéreo habitualmente es porque tiene agujeros o desgarrones que impiden que el aura esté completa, por lo que no puedo verla del todo. Sólo hay trozos. Es como una manta rota o una cortina rasgada. Normalmente, los agujeros del campo etéreo se deben a un trauma, una herida, una enfermedad o a algún otro tipo de experiencia devastadora».

Pero además de ver lo etéreo, dice que en vez de ver las capas del aura como si fueran trozos de bizcocho apilados unos sobre otros, ella las experimenta como sensaciones visuales de texturas e intensidades variables.

 

Lo compara con estar inmersa en el mar y notar que pasa agua de temperaturas distintas:

«Más que meterme en conceptos rígidos como capas, tiendo a ver el campo de energía en términos de movimientos y ondas de energía. Es como si tuviera una visión telescópica y viera a través de varios niveles y dimensiones del campo de energía, pero el hecho es que no lo veo dispuesto en varias capas».

Esto no significa que el campo de energía que percibe Dryer sea menos detallado que el que percibe Brennan.

 

Ve una parte increíble de su estructura y características, nubes caleidoscópicas de colores atravesados por rayos de luz, imágenes complejas, formas relucientes y neblinas sutiles. No obstante, no todos los campos de energía son iguales. Según Dryer, la gente superficial tiene auras superficiales y mediocres.

 

Y a la inversa, cuanto más compleja es la persona, más complejo e interesante es su campo de energía.

«El campo de energía de una persona es tan individual como su huella dactilar. Nunca he visto dos verdaderamente iguales», asegura.

Al igual que Brennan, Dryer también puede diagnosticar enfermedades mirando el aura de una persona y, si quiere, puede ajustar la visión y ver los chakras.

 

Con todo, su habilidad especial consiste en poder ver en lo profundo de la psique de una persona y darle un informe asombrosamente exacto de sus debilidades, fuerzas, necesidades y salud general de su ser espiritual, psicológico y emocional. Sus dotes en este campo son tan poderosas que, según algunas personas, una sesión con ella equivale a seis meses de psicoterapia.

 

Numerosos clientes le han atribuido una transformación completa de su vida, y sus archivos están llenos de encendidas cartas de agradecimiento.


También yo puedo atestiguar las dotes de Carol Dryer.

 

En mi primera sesión con ella, aunque no nos conocíamos apenas, empezó a describir cosas sobre mí que ni siquiera saben mis amigos más íntimos. No eran sólo tópicos vagos, sino juicios específicos y detallados de mis dones, debilidades y la dinámica de mi personalidad. Hacia el final de la sesión, de dos horas de duración, estaba convencido de que Dryer no había estado viendo mi presencia física, sino la construcción energética de mi propia psique.

 

También he tenido el privilegio de hablar con ella y/o de escuchar las grabaciones de sus sesiones con más de dos docenas de clientes y he descubierto que, casi sin excepción, les ha parecido tan acertada y aguda como me pareció a mí.

 


Médicos que ven el campo de energía humano
Aunque la comunidad médica ortodoxa no reconoce la existencia del campo de energía humano, tampoco los que practican la medicina han prescindido de él completamente.

 

Un profesional médico que se lo toma en serio es la neuróloga y psiquiatra Shafica Karagulla. Obtuvo el título de doctora en Medicina y Cirugía en la Universidad Americana de Beirut, Líbano, y realizó prácticas de psiquiatría con un conocido psiquiatra, el catedrático sir David K. Henderson, en el Royal Hospital de Edimburgo para desórdenes mentales y nerviosos.

 

También pasó tres años y medio como investigadora adjunta con Wilder Penfield, el neurocirujano canadiense cuyos famosos estudios sobre la memoria indujeron tanto a Lashley como a Pribram a iniciar su búsqueda.


Karagulla comenzó siendo una escéptica, pero empezó a creer tras encontrar a varios individuos que podían ver auras y tras confirmar su capacidad para hacer diagnósticos médicos acertados como consecuencia de lo que veían. Karagulla denomina a la facultad de ver el campo de energía humano «percepción sensorial superior», o PSS, y en la década de 1960 se propuso determinar si había algún miembro de la profesión médica que tuviera también esa habilidad.

 

Hizo varios sondeos entre sus amigos y colegas, pero al principio iba muy despacio. Los médicos de quienes se decía que tenían esa aptitud ni siquiera querían reunirse con ella. Tras haber sido rechazada repetidamente por uno de esos médicos, acabó concertando una cita para verle en calidad de paciente.
 

Entró en la consulta, pero en vez de dejar que le hiciera un reconocimiento médico para diagnosticar lo que le pasaba, le retó a utilizar su percepción sensorial superior.

 

Él se rindió, al darse cuenta de que estaba acorralado.

«Está bien, quédate donde estás - le dijo. No me digas nada».

Luego le recorrió el cuerpo con la mirada y le dio un rápido informe oral de su salud, en el que figuraba la descripción de una dolencia interna que acabaría requiriendo una operación y que ella misma se había diagnosticado en secreto.

Fue «correcto en todos los detalles», afirma Karagulla.

Cuando extendió la red de sus contactos, Karagulla conoció a un médico tras otro que tenían dones similares.

 

En su libro Breakthrough to Creativity describe sus encuentros con ellos. La mayoría no sabía que había otros médicos que tenían dotes similares y creían que eran únicos y especiales a ese respecto. No obstante, invariablemente describían lo que veían como «un campo de energía» o como «una red de energía en movimiento» que rodeaba el cuerpo y se mezclaba con él.

 

Algunos veían chakras, pero como desconocían el término, los describían como,

«vórtices de energía dispuestos a lo largo de la columna vertebral que están conectados con el sistema endocrino o que influyen en él».

Y casi sin excepción, mantenían su habilidad en secreto por miedo a que perjudicara su reputación profesional.


Por respeto a su privacidad, Karagulla les identifica en su libro por el nombre solamente, pero dice que entre ellos hay famosos cirujanos, profesores de medicina de la Universidad de Cornell, jefes de departamento de grandes hospitales y médicos de la Clínica Mayo.

«Me sorprendía continuamente al descubrir cuántos miembros de la profesión médica tenían dotes PSS - escribe - La mayoría se sentían un poco incómodos con ellas, pero las encontraban útiles para diagnosticar y por eso las usaban. Procedían de muchas partes del país y todos contaban experiencias similares, aunque no se conocían entre ellos».

Y concluye su informe con la siguiente observación:

«Cuando muchas personas dignas de confianza e independientemente unas de otras cuentan fenómenos del mismo tipo, ha llegado el momento de que la ciencia las tenga en cuenta».

No todos los profesionales de la salud se oponen a que se conozcan públicamente sus habilidades.

 

Uno de ellos es la doctora Dolores Krieger, profesora de enfermería de la Universidad de Nueva York. Krieger se interesó por el campo de energía tras participar en un estudio sobre las aptitudes de Oscar Estebany, un sanador húngaro muy famoso. Tras descubrir que Estebany podía elevar los niveles de hemoglobina en pacientes enfermos con sólo manipular el campo de energía, Krieger se propuso aprender más acerca de las misteriosas energías implicadas en el mismo.

 

Se zambulló en el estudio del prana, de los chakras y del aura y finalmente se hizo alumna de Dora Kunz, otra clarividente muy conocida. Guiada por Kunz, aprendió a sentir los obstáculos que aparecen en el campo de energía y a sanar manipulando el campo con las manos.


Al darse cuenta del enorme potencial médico de las técnicas de Kunz, decidió enseñar lo que había aprendido a otras personas. Como sabía que términos tales como «aura» y «chakra» tendrían connotaciones negativas para muchos profesionales de la asistencia sanitaria, decidió llamar a su método curativo «toque terapéutico».

 

Lo enseñó por primera vez en la Universidad de Nueva York, en un curso de un máster de enfermería, titulado «Los límites de la enfermería: la actualización del potencial de la interacción en el campo terapéutico». Tanto el curso como la técnica tuvieron tanto éxito que, desde entonces, Krieger ha enseñado el toque terapéutico a miles de enfermeras literalmente y ahora se utiliza en hospitales del mundo entero.


La eficacia del toque terapéutico se ha demostrado también en varios estudios. Por ejemplo, la doctora Janet Quinn, profesora asociada y directora adjunta de investigación de enfermería en la Universidad de Carolina del Sur, en Columbia, decidió comprobar si el toque terapéutico podía disminuir el nivel de ansiedad en pacientes cardíacos.

 

Para ello, ideó un estudio a doble ciego en el que un grupo de enfermeras con experiencia en la técnica pasarían las manos sobre el cuerpo de un grupo de pacientes cardíacos. Un segundo grupo de enfermeras, sin experiencia, pasaría las manos sobre el cuerpo de otro grupo de pacientes cardíacos, pero sin aplicar la técnica de verdad.

 

Averiguó que los niveles de ansiedad en los pacientes que recibieron el tratamiento autentico disminuyeron un 17 por ciento tras sólo cinco minutos de terapia; pero no hubo cambio alguno en los niveles de ansiedad de los pacientes que recibieron el tratamiento «falso».

 

Su estudio constituyó el artículo de fondo de la sección «Science Times» del New York Times del 26 de marzo de 1985.


Otro profesional de la salud que imparte numerosas conferencias sobre el campo de energía humano es el doctor W. Brugh Joy, especialista en pulmón y corazón, de la Universidad de Carolina del Sur y licenciado tanto por la John Hopkins como por la Clínica Mayo. Joy descubrió que tenía ese don en 1972, mientras examinaba a un paciente en su consulta.

 

Al principio, en lugar de ver el aura, sólo era capaz de sentir su presencia con las manos.

 

Él lo cuenta así:

«Estaba examinando a un hombre sano de veintipocos años. Cuando pasé la mano por la zona del plexo solar, en la boca del estómago, sentí lo que me pareció una nube cálida. Parecía irradiar desde el cuerpo hacia el exterior, perpendicular a la superficie, hasta alcanzar un metro de longitud más o menos; parecía que tenía la forma de un cilindro de unos diez centímetros de diámetro».

A continuación descubrió que todos sus pacientes tenían radiaciones palpables en forma de cilindro que emanaban no sólo del estómago, sino también de otros puntos del cuerpo.

 

Pero no se dio cuenta de que había descubierto, o redescubierto mejor dicho, los chakras hasta que leyó un libro antiguo hindú sobre el sistema de energía humana. Como Brennan, Joy piensa que el modelo holográfico supone la mejor explicación para entender el campo de energía humano.

 

A su juicio, todos tenemos latente la capacidad de ver las auras:

«Creo que alcanzar estados expandidos de consciencia consiste meramente en sintonizar el sistema nervioso central con estados perceptivos que han existido siempre en nosotros pero que están bloqueados por culpa de nuestros condicionamientos mentales externos».

Para demostrar su teoría, Joy pasa ahora la mayor parte del tiempo enseñando a otras personas a sentir el campo de energía humano.

 

Uno de sus alumnos es Michael Crichton, autor de best sellers como La amenaza de Andrómeda y Esfera, y director películas como Coma y El gran robo del tren. En su exitosa autobiografía, Viajes y experiencias, Crichton, que se licenció en Medicina por la Universidad de Harvard, cuenta cómo aprendió a sentir y, finalmente, a ver el campo de energía humano estudiando tanto con Joy como con otros profesores con el mismo don.

 

La experiencia le asombró y le transformó.

«No hay engaño alguno. Está meridianamente claro que la energía corporal es un fenómeno genuino de algún tipo», afirma.

 

Patrones holográficos del caos
La creciente disposición de los médicos a hacer públicas dotes semejantes no es el único cambio que ha tenido lugar desde que Karagulla realizó sus investigaciones.

 

En los últimos veinte años, Valerie Hunt, terapeuta física y profesora de quinesiología de la UCLA, ha creado un método para confirmar experimentalmente la existencia del campo de energía humano. La ciencia médica sabe desde hace tiempo que los seres humanos son seres electromagnéticos.

 

Los médicos utilizan rutinariamente electrocardiógrafos para hacer electrocardiogramas (ECG), o gráficos que registran la actividad eléctrica del corazón, y electroencefalógrafos para hacer electroencefalogramas (EEG) de la actividad eléctrica cerebral. Hunt ha descubierto que un electromiógrafo, un aparato utilizado para medir la actividad eléctrica de los músculos, puede captar también la presencia eléctrica del campo de energía humano.


Aunque en origen su investigación estaba dirigida al estudio del movimiento muscular humano, Hunt se interesó por el campo de energía tras encontrar a una bailarina que decía que utilizaba el suyo para ayudarse a bailar. Aquello indujo a Hunt a hacer electromiogramas (EMG) de la actividad eléctrica de los músculos de aquella mujer mientras bailaba, así como a estudiar el efecto que causan los sanadores en la actividad eléctrica de los músculos de las personas a quienes están curando.

 

Al final, amplió la investigación para que abarcara a las personas que pueden ver el campo de energía humano y ahí fue donde hizo los descubrimientos más significativos.


Normalmente, la frecuencia de la actividad eléctrica del cerebro está entre 0 y 100 ciclos por segundo (cps) y la mayor parte de la actividad tiene lugar entre 0 y 30 cps. En los músculos, la frecuencia aumenta hasta llegar a unos 225 cps y la del corazón llega hasta 250 cps, más o menos, pero en ese punto disminuye la actividad eléctrica asociada con las funciones biológicas.

 

Hunt descubrió que los electrodos del electromiógrafo podían recoger otro campo de energía que irradiaba desde el cuerpo, un campo mucho más sutil y de menor amplitud que el campo de la electricidad corporal tradicionalmente reconocido, pero con frecuencias de entre 100 y 1.600 cps, y a veces más altas incluso.

 

Además, en vez de emanar desde el cerebro, el corazón o los músculos, el campo era más potente en las zonas del cuerpo asociadas con los chakras.

«Los resultados fueron tan emocionantes que no pude dormir aquella noche - afirma Valerie Hunt - El modelo científico que había suscrito durante toda mi vida era completamente incapaz de explicar aquellos hallazgos».

Descubrió también que cuando el lector de un aura veía un color en particular en el campo de energía de una persona, el electromiógrafo recogía siempre un patrón de frecuencias específico que ella aprendió a asociar con ese color.

 

Miraba el patrón en un osciloscopio, un aparato que convierte las ondas eléctricas en un modelo visual, en una pantalla de vídeo monocroma. Por ejemplo, cuando el lector del aura veía el color azul en el campo de energía de una persona, Hunt podía confirmar que era azul mirando el patrón en el osciloscopio. En un experimento llegó a probar hasta 8 lectores de auras simultáneamente para ver si estaban de acuerdo entre ellos y con el osciloscopio.

 

Y aseguró que «el resultado era siempre el mismo, punto por punto».


Una vez que hubo confirmado la existencia del campo de energía humano, se convenció también de que la idea holográfica proporciona un modelo para entenderlo. Además de los aspectos relativos a la frecuencia, Hunt señala que el campo de energía y, sin duda, los sistemas eléctricos del cuerpo también son holográficos de otra manera.

 

Esos sistemas se encuentran repartidos por el cuerpo globalmente, al igual que la información en un holograma. Por ejemplo, la actividad eléctrica medida por un electroencefalógrafo es más intensa en el cerebro, pero también puede obtenerse un electroencefalograma poniendo un electrodo en el dedo gordo del pie.

 

De manera similar, se puede hacer un electrocardiograma en el dedo pequeño.

 

En el corazón, el electrocardiograma tiene más intensidad y mayor amplitud, pero la frecuencia y el patrón son los mismos en cualquier parte del cuerpo. A juicio de la profesora Hunt, esto es muy significativo. Aunque cada parte de lo que ella denomina «la realidad del campo holográfico» del aura contiene aspectos de todo el campo de energía, las diferentes partes no son absolutamente idénticas entre sí.

 

Y explica que la diferencia de amplitud impide que el campo de energía sea un holograma estático y permite en cambio que sea dinámico y fluido.


Uno de sus hallazgos más asombrosos es que ciertos dones y habilidades están relacionados al parecer con la presencia de frecuencias específicas en el campo de energía de una persona. Ha descubierto que cuando la consciencia de una persona se centra sobre todo en el mundo material, las frecuencias de su campo de energía tienden a ser más bajas y no se alejan demasiado de los 250 cps correspondientes a las frecuencias biológicas del cuerpo.

 

Por otra parte, las personas que son psíquicas o que tienen capacidad de sanar tienen frecuencias en su campo de entre 400 y 800 cps.

 

Las personas capaces de entrar en trance y de canalizar aparentemente otras fuentes de información a través de sí mismos se saltan totalmente las frecuencias «psíquicas» y operan en una banda más estrecha de entre 800 y 900 cps.

«Su amplitud no es psíquica en absoluto - afirma Hunt - Están ahí arriba, en su propio campo. Es estrecho y puntiagudo y ellos están prácticamente fuera del mismo».

Las personas con frecuencias por encima de los 900 cps son lo que ella llama «personalidades místicas».

 

En su opinión, mientras que los psíquicos y los médiums muchas veces son meros conductos de información, los místicos poseen la sabiduría necesaria para saber qué hacer con la información. Son conscientes de la interrelación cósmica que existe entre todas las cosas y están en contacto con todos los niveles de la experiencia humana.

 

Están anclados en la realidad ordinaria, pero a menudo tienen capacidades tanto para entrar en trance como psíquicas.

 

Sin embargo, sus frecuencias se extienden muy por encima de las bandas asociadas con tales capacidades. Utilizando un electromiograma modificado (un electromiograma normalmente sólo puede detectar frecuencias hasta 20.000 cps), Hunt ha encontrado a individuos con frecuencias de hasta 200.000 cps en sus campos de energía.

 

Es inquietante, porque las tradiciones místicas se refieren muchas veces a individuos espiritualmente superiores diciendo que poseen «una vibración más alta» que la gente normal. Si los descubrimientos de Hunt son correctos, parecen dar credibilidad a dicha afirmación.


Otro de los descubrimientos de Valerie Hunt tiene que ver con la nueva ciencia del caos. Como su nombre implica, el caos es el estudio de los fenómenos caóticos, es decir, de procesos tan aleatorios que no parecen estar gobernados por ley alguna. Por ejemplo, cuando el humo de una vela apagada se eleva, fluye hacia arriba formando una corriente fina y estrecha.

 

Al final, la estructura de la corriente se rompe y se hace turbulenta. Se dice que el humo turbulento es caótico porque su conducta ya no la puede predecir la ciencia. Otros ejemplos de fenómenos caóticos son el agua que choca con el fondo de una catarata, las fluctuaciones eléctricas aparentemente azarosas que se desencadenan en el cerebro de un epiléptico durante un ataque y el clima cuando chocan temperaturas diferentes y frentes de aire de presiones distintas.


En la década de los ochenta, la ciencia ha descubierto que muchos fenómenos caóticos no son tan desordenados como parecen y tienen con frecuencia una regularidad y unas pautas ocultas (recordemos la afirmación de Bohm de que el desorden no existe, es sólo un orden de un grado indefinidamente elevado).

 

Los científicos han encontrado también métodos matemáticos para hallar la regularidad oculta en los fenómenos caóticos. Uno de ellos lleva aparejado un tipo especial de análisis matemático capaz de convertir datos de fenómenos caóticos en formas visibles en la pantalla de un ordenador. Si los datos no contienen patrones ocultos, la forma resultante será una línea recta.

 

Pero si el fenómeno caótico sí contiene pautas regulares ocultas, se verá en la pantalla del ordenador una forma parecida a los dibujos de espirales que hacen los niños cuando enrollan hilos de colores alrededor de una serie de clavos insertados en un tablero.

 

Esas formas se denominan «patrones de caos» o «atractores extraños» (porque parece que las líneas que componen la forma son atraídas una y otra vez hacia ciertas zonas de la pantalla del ordenador, al igual que se diría que el hilo es repetidamente «atraído» hacia los clavos alrededor de los cuales está enrollado).
 

Cuando Hunt observó los datos del campo de energía en el osciloscopio, se dio cuenta de que cambiaba constantemente.

 

A veces aparecía formando grandes grupos compactos y a veces se desvanecía y se volvía desigual, como si el propio campo de energía estuviera en un estado incesante de fluctuación. A primera vista, parecía que los cambios ocurrían al azar, pero ella pensó intuitivamente que poseían algún tipo de orden.

 

Se dio cuenta de que el análisis del caos podría revelar si tenía razón o no y buscó a un matemático. En un principio, emitieron cuatro segundos de datos de un electrocardiograma en el ordenador para ver qué pasaba. Obtuvieron una línea recta. Después emitieron la misma cantidad de datos de un electroencefalograma y de un electromiograma.

 

El primero produjo una línea recta y el segundo, una línea ligeramente inflada, pero aún no crearon un patrón de caos. Obtuvieron una línea recta incluso cuando metieron datos de las frecuencias más bajas del campo de energía humano. Pero cuando analizaron las frecuencias más altas del campo tuvieron éxito.

 

Según ella,

«obtuvimos el patrón de caos más dinámico que se ha visto nunca».

Aquello significaba que los cambios caleidoscópicos que tenían lugar en el campo de energía, si bien parecía que se debían al azar, eran cambios muy ordenados en realidad y respondían a un patrón muy complejo.

«El modelo nunca se repite, pero es tan dinámico y complejo que lo llamo "patrón holográfico del caos"», afirma Hunt.

Hunt cree que su descubrimiento fue el primer patrón auténtico de caos encontrado en un sistema electrobiológico importante. Recientemente, otros investigadores han encontrado patrones de caos en electroencefalogramas, pero necesitaron muchos minutos de datos procedentes de numerosos electrodos para obtenerlos.

 

Ella obtuvo un patrón de caos con 3 o 4 segundos de datos grabados con un solo electrodo, lo que indica que el campo de energía humano es mucho más rico en información y posee una organización mucho más compleja y dinámica que la actividad eléctrica del cerebro incluso.


¿De qué está hecho el campo de energía humano?


Hunt no cree que el campo de energía humano sea de naturaleza puramente electromagnética, a pesar de tener componentes eléctricos.

 

Como dice ella,

«tenemos la sensación de que es mucho más complejo y de que sin duda está compuesto por una energía que aún no se ha descubierto».

¿Qué energía es esa que no se ha descubierto todavía?

 

Hoy no lo sabemos. Una de las mejores pistas que tenemos se deriva del hecho de que los psíquicos, casi sin excepción, afirman que tiene una frecuencia o una vibración mucho más alta que la de la energía/materia normal. Tal vez debiéramos tomarnos en serio dicha observación, dada la exactitud inquietante con que los psíquicos de talento perciben enfermedades en el campo de energía.

 

El carácter universal de tal percepción - hasta en la antigua literatura hindú se afirma que la energía del cuerpo posee una vibración superior a la de la energía de la materia normal - podría indicar que estamos intuyendo algo importante sobre el campo de energía.


La antigua literatura hindú dice también que la materia está compuesta por anu, o átomos, y que las sutiles energías vibratorias del campo de energía humano existen paramanu, o literalmente «más allá del átomo».

 

Es interesante, porque Bohm también cree que, más allá del átomo, en el nivel subcuántico, hay muchas energías sutiles que la ciencia no conoce todavía.

 

Confiesa que no sabe si el campo de energía humano existe o no, pero al comentar la posibilidad de su existencia, afirma que,

«el orden implicado tiene muchos niveles de sutileza. Si conseguimos dirigir la atención hacia ellos, deberíamos ser capaces de ver más de lo que vemos normalmente».

Merece la pena observar que lo cierto es que no sabemos qué es un campo.

 

Como dice Bohm,

«¿qué es un campo eléctrico? No lo sabemos».

Cuando descubrimos una nueva clase de campo nos parece misterioso.

 

Después le damos un nombre, nos acostumbramos a discutir sobre él y a describir sus propiedades y ya no nos parece misterioso. Pero seguimos sin saber qué es realmente un campo eléctrico o un campo gravitacional. Como vimos en un capítulo anterior, ni siquiera sabemos qué son los electrones. Sólo podemos describir su comportamiento.

 

Todo esto indica que, al final, el campo de energía humano se definirá también en función de su comportamiento y que investigaciones como la de Hunt sólo mejorarán nuestra comprensión del mismo.

 


Imágenes tridimensionales en el aura

Si el campo de energía humano está formado por energías excesivamente sutiles, podemos descansar con la seguridad de que poseen propiedades distintas de las que tienen los tipos de energía con los que estamos familiarizados. Una de esas propiedades es evidente en las características no locales del campo de energía humano.

 

Otra, especialmente holográfica, es la capacidad del aura para manifestarse como un contorno borroso de energía o para formar imágenes tridimensionales en alguna ocasión. Psíquicos expertos afirman que con frecuencia ven esos «hologramas» flotando sobre las auras de las personas.

 

Habitualmente son imágenes de objetos o ideas que ocupan una posición destacada en los pensamientos de la persona alrededor de la cual se ven. Hay tradiciones ocultistas que sostienen que esas imágenes son fruto de la tercera capa del aura, o capa mental, pero hasta que dispongamos de los medios necesarios para confirmar o negar tal afirmación, debemos limitarnos a las experiencias de los psíquicos que pueden ver imágenes en el aura.


Uno de esos psíquicos es Beatrice Rich. Como ocurre a menudo, sus poderes se manifestaron a una edad temprana. Cuando era una niña a veces las cosas se movían por impulso propio en su presencia. Cuando creció, descubrió que sabía cosas de personas que no podía saber por medios normales. Aunque empezó su carrera como artista, se vio que tenía unas dotes de clarividencia tan impresionantes que decidió trabajar como psíquica a tiempo completo.

 

Ahora hace interpretaciones para gente de toda clase y condición social, desde amas de casa a directores ejecutivos de empresas, y han aparecido artículos sobre ella en publicaciones tan diversas como New York, World Tennis y New York Woman.


Rich a menudo ve imágenes flotando sobre sus clientes o cerca de ellos. Una vez vio unas cucharas de plata, platos de plata y otros objetos similares formando un círculo alrededor de la cabeza de un hombre. Se quedó perpleja, pues ocurrió cuando estaba empezando a explorar los fenómenos psíquicos. Al principio no sabía por qué veía lo que veía. Pero al final se lo dijo al hombre y averiguó que se dedicaba a importar y exportar precisamente los objetos que ella veía alrededor de su cabeza. Fue una experiencia fascinante y cambió sus ideas para siempre.


Carol Dryer ha tenido muchas experiencias similares. Una vez, durante una interpretación, vio un montón de patatas girando en torno a la cabeza de una mujer. Como Beatrice Rich, al principio se quedó sin habla, pero luego reunió el coraje suficiente para preguntar a la mujer si las patatas tenían algún significado especial para ella.

 

La mujer se rió y le dio su tarjeta de visita.

«Era de la Idaho Potato Board, o algo parecido - dice Dryer - Ya sabes, el equivalente en productores de patatas a la American Dairy Association».

Las imágenes no siempre se limitan a flotar en el aura, a veces pueden parecer extensiones fantasmales del propio cuerpo.

 

En una ocasión, Dryer vio una especie de tenue capa holográfica colgando de los brazos y manos de una mujer. Como la mujer iba impecablemente acicalada y llevaba un atuendo caro, Dryer no podía imaginar por qué tenía en la mente la idea de andar tocando una especie de lodo viscoso.

 

Le preguntó si entendía la imagen y la mujer asintió con la cabeza; le explicó que era escultora y que esa misma mañana había estado ensayando un nuevo producto que se le había pegado en manos y brazos exactamente como había descrito Dryer.


También yo he tenido experiencias similares al mirar el campo de energía.

 

Una vez, mientras estaba sumido profundamente en mis pensamientos acerca de una novela sobre hombres lobo en la que estaba trabajando (como se darán cuenta algunos lectores, soy aficionado a escribir relatos de ficción sobre temas populares), me di cuenta de que se había formado una imagen fantasmal de un hombre lobo alrededor de mi propio cuerpo.

 

Me gustaría recalcar que fue un fenómeno puramente visual y que en ningún momento sentí que me había convertido en un hombre lobo. Sin embargo, la imagen holográfica que envolvió mi cuerpo era tan real que cuando levanté el brazo pude ver uno a uno los pelos de la piel y las garras caninas que salían de la mano lobuna que envolvía mi mano.

 

En efecto, aquellos rasgos parecían absolutamente reales en todo salvo en que eran translúcidos y podía ver mi propia mano de carne y hueso por debajo. Debería haber sido una experiencia aterradora, pero por alguna razón no lo fue y me encontré a mí mismo fascinado simplemente por lo que estaba viendo.


Un hecho significativo sobre esa experiencia fue que Carol Dryer, que estaba de invitada en mi casa en aquel entonces, entró por casualidad en la habitación mientras yo seguía enfundado en el cuerpo de hombre lobo de pantomima.

 

Reaccionó inmediatamente y me dijo:

«Oh, debes de estar pensando en tu novela de hombres lobos, porque te has convertido en un hombre lobo».

Comparamos notas y descubrimos que ambos veíamos los mismos rasgos.

 

Nos enfrascamos en la conversación y, a medida que mis pensamientos se desviaban de la novela, se fue desvaneciendo lentamente la imagen del hombre lobo.

 


Películas en el aura
Las imágenes que los psíquicos ven en el campo de energía no son siempre estáticas.

 

Rich dice que ve con frecuencia lo que parece una pequeña película transparente en torno a la cabeza del cliente:

«A veces veo una pequeña imagen de la persona detrás de la cabeza o detrás de los hombros, en la que aparece haciendo diversas cosas de su vida cotidiana. Mis clientes me dicen que mis descripciones son certeras y muy específicas.

 

Veo sus oficinas y el aspecto que tienen sus jefes. Veo lo que han pensado y lo que les ha pasado durante los últimos seis meses.


Hace poco le dije a una cliente que veía su casa y que había máscaras y flautas colgadas en la pared. Ella dijo: "No, no, no". Yo le dije que sí, que había instrumentos musicales colgados en la pared, que la mayoría eran flautas y que también había máscaras. Y entonces ella exclamó: "¡Oh, es mi casa de verano!"».

También Dryer afirma que ve lo que parecen películas tridimensionales en el campo de energía:

«Habitualmente son en color, pero también pueden ser en tono sepia o como una especie de daguerrotipo. Muchas veces representan la historia de la persona y pueden durar entre cinco minutos y una hora.

 

Además, son imágenes increíblemente detalladas. Cuando veo a una persona en una habitación, puedo decir cuántas plantas hay en la habitación y cuántas hojas tiene cada planta y cuántos ladrillos hay en la pared. Normalmente no me meto en descripciones tan minuciosas, a menos que me parezcan pertinentes».

Yo puedo atestiguar la exactitud de sus descripciones.

 

Siempre he sido una persona organizada y de niño fui bastante precoz en ese aspecto. Una vez, cuando tenía 5 años, estuve varias horas almacenando y organizando meticulosamente todos mis juguetes en un armario. Cuando terminé, enseñé a mi madre lo que había hecho y le advertí que hiciera el favor de no tocar nada porque no quería que enredara y trastocara el orden cuidadoso que yo había dispuesto.

 

El relato de mi madre del incidente ha servido de diversión a mi familia desde entonces.

 

Durante mi primera sesión con Dryer, me describió ese episodio con detalle, así como otros muchos acontecimientos de mi vida que veía aparecer en mi campo de energía como en una película. También ella se reía mientras lo describía.


Dryer compara las imágenes que ve con hologramas y explica que cuando elige una y empieza a contemplarla, es como si se extendiera y llenara toda la habitación:

«Si veo que pasa algo en el hombro de una persona, como una herida por ejemplo, de repente se amplía la escena. Entonces tengo la sensación de que es un holograma porque a veces me parece que puedo meterme dentro y que formo parte de él. No me está pasando a mí, sino a mi alrededor. Es casi como si estuviera en una película tridimensional, en una película holográfica con la persona».

Su visión holográfica no se limita a hechos de la vida de la persona en cuestión.

 

También ve representaciones virtuales de las operaciones de la mente inconsciente. Como todos sabemos, el inconsciente habla en un lenguaje de símbolos y metáforas. Por eso nos parece muchas veces que los sueños son misteriosos o que no tienen sentido. No obstante, una vez que se aprende a interpretar el lenguaje del inconsciente, se esclarece el significado de los sueños.

 

Los sueños no es lo único que está escrito en la jerga del inconsciente. Las personas familiarizadas con el lenguaje de la psique - al que el psicólogo del lenguaje Erich Fromm llama «el lenguaje olvidado» porque la mayoría de nosotros hemos olvidado cómo interpretarlo - reconocen su presencia en otras creaciones humanas tales como los mitos, los cuentos de hadas y las visiones religiosas.


Algunas películas holográficas que ve Dryer en el campo de energía humano están también escritas en ese lenguaje y se parecen a los mensajes metafóricos de los sueños. Ahora sabemos que el inconsciente está activo todo el tiempo y no sólo mientras soñamos.

 

Dryer es capaz de separar de la persona su ser en estado normal de vigilia para contemplar directamente el río incesante de imágenes que fluye continuamente en el inconsciente.

 

Y gracias a la práctica y a sus dotes intuitivas naturales se muestra extraordinariamente hábil a la hora de descifrar el lenguaje del inconsciente.

«Los psicólogos jungianos me adoran», asegura.

Además, tiene un método especial para saber si ha interpretado una imagen correctamente o no:

«Si no la he explicado correctamente, la imagen no se va - afirma - Se queda en el campo de energía. Pero una vez que he dicho todo lo que la persona necesita saber sobre una imagen en particular, empieza a disolverse y desaparece».

A su juicio, eso ocurre porque el propio inconsciente del cliente elige qué imágenes mostrarle. Como Ullman, cree que la psique siempre está intentando enseñar al ser consciente lo que necesita saber para ser más feliz y más sano y para crecer espiritualmente.


Su capacidad para observar e interpretar cómo funciona la psique en lo más recóndito es una de las razones que le permite llevar a cabo transformaciones profundas en muchos de sus clientes. Cuando empezó a describirme el caudal de imágenes que veía aparecer en mi campo de energía, tuve la inquietante sensación de qué me estaba hablando de uno de mis sueños, con la salvedad de que era un sueño que no había tenido todavía.

 

Al principio, la secuencia de imágenes fantasmales me resultaba extrañamente familiar, pero a medida que Dryer iba desentrañando y explicándome los símbolos y metáforas uno por uno, fui reconociendo las maquinaciones de mi yo interno, tanto las cosas que yo aceptaba como las que estaba menos dispuesto a admitir.

 

La tarea que llevan a cabo psíquicos como Rich y Dryer pone de manifiesto que hay una cantidad enorme de información en el campo de energía. Uno se pregunta si no sería ése el motivo de que Valerie Hunt obtuviera un patrón de caos tan pronunciado cuando analizó los datos del aura.


La capacidad de ver imágenes en el campo de energía humano no es nueva. Hace casi trescientos años, el gran místico sueco Emanuel Swedenborg decía que veía una «sustancia ondulante» alrededor de la gente y que, en esa sustancia ondulante, los pensamientos de la persona eran visibles en forma de imágenes, que él llamaba «retratos».

 

Al comentar la incapacidad de otras personas para ver esa sustancia ondulante alrededor del cuerpo, observó:

«Puedo ver conceptos sólidos de pensamiento como si estuvieran rodeados por una especie de ola. Pero nada llega a la sensación humana [normal], excepto lo que está en el medio y parece sólido».

Swedenborg también podía ver retratos en su propio campo de energía:

«Cuando pensaba en alguien que conocía, se me aparecía su imagen con el aspecto que tenía cuando era llamado ante presencia humana; pero alrededor de ella, como fluyendo a oleadas, estaba todo lo que había sabido y pensado sobre él desde la niñez».

 

Valoración del cuerpo holográfico
La frecuencia no es lo único que está distribuido por todo el campo de forma holográfica. Los psíquicos dicen que la abundante información personal que contiene el campo se puede encontrar también en cada parte del aura del cuerpo.

 

Como dice Barbara Brennan,

«cada parte del aura no sólo representa el todo, sino que, además, lo contiene».

Ronald Wong Jue, psicólogo clínico de California, está de acuerdo.

 

Jue, anterior presidente de la Association for Transpersonal Psychology además de un magnífico clarividente, ha descubierto que los «patrones de energía» inherentes en el cuerpo contienen hasta la historia de una persona.

 

En su opinión,

«el cuerpo es una especie de microcosmos, un universo que refleja en sí mismo todos los distintos factores a los que se enfrenta una persona e intenta asimilar».

Como Dryer y Rich, también él tiene la capacidad psíquica de sintonizar con películas sobre los asuntos importantes de la vida de una persona, pero en vez de verlos en el campo de energía, los convoca con el ojo de la mente imponiendo las manos sobre la persona y psicometrizando literalmente su cuerpo.

 

Asegura que esa técnica le permite determinar con rapidez los guiones emocionales, los asuntos esenciales y los modelos relaciónales más destacados en la vida de la persona y que la utiliza con frecuencia para facilitar el proceso terapéutico.

«La verdad es que la técnica me la enseñó un colega psiquiatra llamado Ernest Pecci - dice Jue - que la llamaba "lectura del cuerpo". En lugar de hablar del cuerpo etéreo y cosas semejantes, prefiero usar el modelo holográfico para explicarla y llamarla "valoración del cuerpo holográfico"».

Además de usarla en su consulta, imparte seminarios en los que enseña a utilizarla a otras personas.

 


Visión de rayos X
En el capítulo anterior analizamos la posibilidad de que el cuerpo no sea un compuesto sólido, sino un tipo de imagen holográfica en sí mismo.

 

Esta idea está respaldada aparentemente por otra facultad que poseen muchos clarividentes y que consiste en ver dentro del cuerpo de una persona, literalmente. Las personas con la capacidad de ver el campo de energía muchas veces también pueden ajustar la vista y ver a través de la carne y los huesos como si fueran sólo capas de niebla coloreada.


En su investigación, Karagulla descubrió a unas cuantas personas, tanto dentro como fuera de la profesión médica, que poseían una visión de rayos X. Una de ellas era una mujer a la que identifica como Diane, que era presidenta de una empresa.

 

Escribió lo que sentía justo antes de reunirse con ella:

«Para mí, como psiquiatra, el reunirme con una persona de quien se decía que podía "ver" a través de mi cuerpo, suponía un cambio rotundo y total en mi forma habitual de proceder».

Karagulla sometió a Diane a una larga serie de pruebas, le presentó a varias personas y le pedía que hiciera diagnósticos sobre la marcha.

 

En una de esas ocasiones, Diane dijo que el campo de energía de una mujer estaba «marchito» y «roto en pedazos» y que eso indicaba un problema serio en el cuerpo físico. Luego le miró el interior del cuerpo y vio que tenía una oclusión intestinal cerca del bazo.

 

Aquello sorprendió a Karagulla porque la mujer no mostraba ninguno de los síntomas que indican normalmente ese grave trastorno. Sin embargo, la mujer acudió al médico y las radiografías revelaron una oclusión precisamente en la zona que había indicado Diane. Tres días después operaron a la mujer para eliminar aquella oclusión que ponía en peligro su vida.


En otra serie de pruebas, Karagulla pidió a Diane que hiciera un diagnóstico de pacientes elegidos al azar, en la clínica de pacientes externos de un gran hospital de Nueva York. Cuando Diane hiciera un diagnóstico, ella determinaría la exactitud de sus observaciones acudiendo a la historia clínica del paciente.

 

Una de las veces, Diane miró a una paciente, a la que ninguna de ellas conocía, y le dijo a Karagulla que la mujer no tenía glándula pituitaria (una glándula situada en el interior del cerebro), que el páncreas tenía pinta de no funcionar bien, que había tenido una enfermedad en el pecho y que ahora le faltaba el pecho, que de cintura para abajo no le pasaba energía suficiente por la columna vertebral y que tenía problemas en las piernas.

 

El historial médico de la mujer reveló que le habían quitado la glándula pituitaria en una operación, que estaba tomando hormonas que afectaban al páncreas, que había tenido una doble mastectomía por causa del cáncer y una operación en la espalda para descomprimir la médula espinal y mitigar el dolor de las piernas y que tenía dañados los nervios, por lo que le era difícil vaciar la vejiga.


Caso tras caso, Diane reveló que podía ver las profundidades del cuerpo físico sin esfuerzo. Hacía descripciones detalladas de la situación de los órganos internos. Veía el estado de los intestinos, la presencia o ausencia de diversas glándulas y hasta describía la densidad o la fragilidad de los huesos.

 

Como asegura Karagulla:

«Aunque no podía evaluar lo que averiguaba sobre el cuerpo energético, sus observaciones sobre las dolencias físicas se correspondían con los diagnósticos médicos con una exactitud asombrosa».

También Brennan puede ver dentro del cuerpo humano y denomina a esa habilidad «visión interna».

 

Utilizándola, ha diagnosticado exactamente una amplia gama de alteraciones médicas entre las que se cuentan fracturas óseas, tumores fibrosos y cáncer. Dice que muchas veces puede decir el estado en que se encuentra un órgano por el color; por ejemplo, un hígado saludable se muestra de un color rojo oscuro, un hígado con ictericia presenta un tono enfermizo amarillento marronáceo, y el hígado de una persona que está recibiendo tratamiento de quimioterapia es de color marrón verdoso generalmente.

 

Como muchos otros psíquicos con visión interna, Brennan puede ajustar y enfocar su mirada para ver incluso estructuras microscópicas, como virus y células sanguíneas individuales.


Personalmente me he encontrado con varios psíquicos con visión interna y puedo corroborar su autenticidad. Dryer es una de las psíquicas a las que he visto demostrar esa capacidad.

 

En una ocasión, no sólo me diagnosticó acertadamente un problema médico interno, sino que además me dio una información sorprendente de un carácter completamente distinto. Hace unos cuantos años, empecé a tener problemas con el bazo. Para intentar remediar la situación, comencé a realizar ejercicios diarios de visualización, en los que veía imágenes de mi bazo en un estado de plenitud y salud, lo veía bañado por una luz sanadora, etcétera.

 

Como desgraciadamente soy una persona muy impaciente, me enfadaba si no tenía éxito de la noche a la mañana. En la siguiente meditación, regañé mentalmente al bazo y le advertí en términos inequívocos que sería mejor que empezara a hacer lo que yo quería. Ese incidente tuvo lugar estrictamente en la intimidad de mis pensamientos y lo olvidé enseguida.


Unos días después vi a Dryer y le pedí que me mirara dentro del cuerpo y me dijera si había algo que yo debería saber (no le dije nada de mi problema de salud).

 

Ella, sin embargo, describió inmediatamente el mal estado del bazo y luego hizo una pausa y frunció el ceño como si estuviera confundida:

«Tu bazo está muy molesto por algo - murmuró. Y entonces, se dio cuenta de repente - ¿Has estado chillando a tu bazo?».

Lo admití tímidamente. Dryer estuvo a punto de levantar las manos en un gesto de desesperación:

«No debes hacer eso. Tu bazo está enfermo porque inconscientemente le estabas dando instrucciones equivocadas. Ahora que le has chillado, está verdaderamente confuso».

Sacudió la cabeza con preocupación:

«Nunca, nunca te enfades con tu cuerpo ni con tus órganos internos - me advirtió - Mándales mensajes positivos únicamente».

El incidente no sólo puso de manifiesto la destreza con que ve Dryer el interior del cuerpo humano, también parecía sugerir que el bazo tiene una especie de mentalidad o de consciencia propia.

 

Además de recordarme la afirmación de la doctora Pert de que ya no sabe dónde termina el cerebro y dónde empieza el cuerpo, me hizo preguntarme si los componentes del cuerpo - glándulas, huesos, órganos y células - no tendrían su propia inteligencia.

 

Si el cuerpo es holográfico de verdad, quizá la observación de Candace Pert sea más correcta de lo que pensamos y todas las partes del todo contengan en gran medida la consciencia del todo.

 


Visión interna y chamanismo
En algunas culturas chamanísticas, la visión interna es uno de los prerrequisitos para llegar a ser un chamán.

 

En los pueblos indios araucanos de las pampas chilena y argentina, se enseña a los chamanes recién iniciados a rezar expresamente para obtener ese poder. En la cultura araucana, el principal papel del chamán consiste en diagnosticar y curar las enfermedades y por tanto se considera esencial la visión interna. Los chamanes australianos la denominan «ojo potente», o «ver con el corazón».

 

Los indios jíbaros de las boscosas laderas orientales de los Andes ecuatorianos adquieren la visión interna bebiendo un extracto de una planta de la jungla llamada ayahuasca, que contiene una sustancia alucinógena que, según ellos, confiere aptitudes psíquicas a la persona que la bebe.

 

Según Michael Harner, antropólogo de la New School for Social Research de Nueva York, especialista en estudios chamanísticos, la ayahuasca permite al chamán jíbaro,

«ver a través del cuerpo del paciente como si fuera de cristal».

De hecho, la capacidad de «ver» una enfermedad - tanto si implica ver el interior del cuerpo realmente, como si la enfermedad se ve representada como una especie de holograma metafórico, como una imagen tridimensional de una criatura demoníaca y repulsiva que está dentro del cuerpo o cerca de él - es universal en las tradiciones chamanísticas.

 

Pero con independencia de la cultura en la que esté presente, las consecuencias de la visión interna son siempre las mismas. El cuerpo es una construcción de energía que quizá no es tan esencial en última instancia como el campo de energía que lo envuelve.
 

 

El campo de energía como plano cósmico

La idea de que el cuerpo físico es sólo otro nivel de densidad dentro del campo de energía humano y, en sí mismo, una especie de holograma surgido de los patrones de interferencia del aura puede explicar tanto los extraordinarios poderes curativos de la mente como el enorme control que la mente tiene sobre el cuerpo en general.

 

Muchos psíquicos creen que la enfermedad se origina en realidad en el campo de energía, ya que puede aparecer en él semanas y hasta meses antes de que aparezca en el cuerpo. Esto indica que el campo es más primario que el cuerpo físico, en cierto modo, y que funciona como una especie de plano del que el cuerpo obtiene sus claves estructurales.

 

Dicho de otra forma: puede que el campo de energía sea la versión que tiene el cuerpo de un orden implicado.


Esto puede explicar la conclusión a la que llegaron Achterberg y Siegel de que los pacientes «imaginan» su enfermedad muchos meses antes de que se manifieste en sus cuerpos.

 

De momento, la ciencia médica no puede explicar que una imagen mental cree una enfermedad real.

 

Pero, como hemos visto anteriormente, las ideas que destacan en nuestros pensamientos aparecen rápidamente en el campo de energía en forma de imágenes. Si el campo de energía es el plano que guía y moldea el cuerpo, es probable que cuando imaginamos una enfermedad, aunque sea inconscientemente, y reafirmamos repetidamente su presencia en el campo de energía, estamos programando efectivamente el cuerpo para que la manifieste.

 

De manera similar, esa misma vinculación dinámica entre las imágenes mentales, el campo de energía y el cuerpo físico podría ser una de las razones que explica que las imágenes y la visualización también puedan curar el cuerpo. Puede ayudar incluso a explicar por qué la fe y la meditación sobre imágenes religiosas permite a los estigmatizados desarrollar protuberancias carnosas similares a clavos en las manos.

 

Si bien la interpretación científica actual no puede explicar esa capacidad biológica, la oración y la meditación constantes pueden hacer que las imágenes lleguen a grabarse de tal modo en el campo de energía, que con su repetición constante acaben por tomar forma en el cuerpo.


Un investigador que cree que el que moldea el cuerpo es el campo de energía y no al revés es Richard Gerber, un médico de Detroit que ha pasado los últimos veinte años investigando las repercusiones médicas de los campos sutiles de energía del cuerpo.

 

En su opinión,

«el cuerpo etéreo es una pauta holográfica de energía... que guía el crecimiento y el desarrollo del cuerpo físico».

Gerber cree que las distintas capas que algunos psíquicos ven en el aura son también un factor en la relación dinámica que existe entre el pensamiento, el campo de energía y el cuerpo físico.

 

A su juicio, así como el cuerpo físico está subordinado al cuerpo etéreo, éste está subordinado al cuerpo astral/emocional y éste, al cuerpo mental, etcétera, y cada cuerpo sirve de plantilla para el cuerpo anterior.

 

De este modo, cuanto más sutil sea la capa del campo de energía en donde se manifieste una imagen o un pensamiento, mayor será la capacidad para curar y reconstituir el cuerpo.

«Dado que el cuerpo mental suministra energía al cuerpo astral/emocional, que se canaliza hacia los cuerpos etéreo y físico, la curación de una persona desde el nivel mental es más potente y tiene resultados más duraderos que la curación desde el nivel astral o desde el nivel etéreo».

El físico Tiller está de acuerdo:

«Los pensamientos que uno crea generan pautas en el nivel mental de la naturaleza. Así, vemos que la enfermedad se manifiesta de hecho al final desde las pautas mentales alteradas por el efecto ratchet, primero causa efectos en el nivel etéreo y, finalmente, en el nivel físico [donde] la vemos abiertamente como enfermedad».

Tiller cree que el motivo de que las enfermedades a menudo sean recurrentes es que la medicina actual trata solamente el nivel físico. A su juicio, si los médicos pudieran tratar también el campo de energía, sus curaciones serían más duraderas.

 

Y afirma que, hasta entonces, muchos tratamientos,

«no serán permanentes porque no hemos alterado el holograma básico en los niveles mentales y espirituales».

En una amplia especulación, Tiller insinúa que el propio universo empezó siendo un campo de energía sutil y se fue volviendo denso y material gradualmente a través de un efecto ratchet similar.

 

Como él lo ve, puede ser que Dios creara el universo como un patrón divino o una idea divina. Ese patrón divino, como la imagen que un psíquico ve flotando en el campo de energía humano, sirvió de plano para configurar y moldear niveles cada vez menos sutiles del campo de energía cósmica, «descendiendo a través de una serie de hologramas» hasta que se fundió al final en un holograma de un universo físico.


En caso de ser verdad, esto sugiere que el cuerpo humano es holográfico de otra manera, pues cada uno de nosotros sería verdaderamente un universo en miniatura.

 

Además, si nuestros pensamientos pueden hacer que se formen imágenes holográficas fantasmales no sólo en nuestros propios campos de energía, sino también en los planos sutiles de energía de la propia realidad, se explicaría que la mente humana sea capaz de hacer algunos de los milagros que hemos examinado en el capítulo anterior.

 

Se explicaría también la sincronicidad o el modo en que los procesos y las imágenes de las profundidades más recónditas de la psique se las arreglan para tomar forma en la realidad externa.

 

Por otra parte, puede que nuestros pensamientos estén influyendo constantemente en los niveles sutiles de energía del universo holográfico, pero sólo los pensamientos que tienen una intensa carga emocional, como los que acompañan los momentos de crisis y transformación - la clase de acontecimientos que parecen generar sincronicidades - son lo bastante potentes como para manifestarse en la realidad física como una serie de coincidencias.

 


Una realidad participativa
Naturalmente, esos procesos no están supeditados a la disposición en capas rígidamente definidas de los campos sutiles de energía del universo.

 

También podrían funcionar si dichos campos formaran un continuo uniforme. De hecho, dado lo sensibles que son con respecto a nuestros pensamientos, debemos tener mucho cuidado cuando intentemos hacernos una idea sobre su organización y estructura. En realidad, lo que creamos de ellos puede ayudar a crear y a configurar su estructura.


Tal vez por eso los psíquicos discrepan sobre si el campo de energía humano está dividido en capas o no. Quizá los psíquicos que creen que hay capas claramente definidas estén provocando que el campo de energía se forme a sí mismo en capas. También puede que participe en el proceso la persona cuyo campo de energía esté siendo observado. Brennan es muy franca sobre esta cuestión y observa que cuanto mejor entiende su cliente la diferencia que existe entre las capas, más claras y definidas se hacen las capas de su campo de energía.

 

Admite que la estructura que ve en el campo de energía es sólo un sistema y que otros han dado con otros sistemas. Por ejemplo, los autores de los tantras (una colección de textos yóguicos hindúes escritos durante los siglos IV al VI después de Cristo) percibían solamente tres capas en el campo de energía.


Hay pruebas de que las estructuras que los clarividentes crean inadvertidamente en el campo de energía pueden tener una vida extraordinariamente larga. Durante siglos, los antiguos hindúes creían que cada chakra tenía una letra sánscrita escrita en el centro.

 

El investigador japonés Hiroshi Motoyama, psicólogo clínico que ha desarrollado con éxito una técnica para medir la presencia eléctrica de los chakras, dice que en un principio se interesó por ellos porque su madre, una mujer sencilla con un don natural de clarividencia, podía verlos claramente. Sin embargo, durante años se quedaba perpleja porque veía lo que parecía un velero invertido en el chakra del corazón.

 

Hasta que Motoyama empezó a investigar, no descubrió que lo que su madre veía era la letra sánscrita yam, la misma que veían los antiguos hindúes en el chakra del corazón.

 

Algunos psíquicos, como Dryer, dicen que también ven letras sánscritas en los chakras. Otros no. La única explicación parece ser que los psíquicos que las ven están sintonizando con las estructuras holográficas que impusieron hace mucho tiempo las creencias de los antiguos hindúes sobre el campo de energía.


Esta idea puede parecer extraña a primera vista, aunque tiene un precedente. Como hemos visto, uno de los principios básicos de la física cuántica es que no descubrimos la realidad, sino que participamos en su creación. Puede ser que a medida que ahondamos en los niveles de realidad más allá del átomo, niveles en los que residen las energías sutiles del aura humana según parece, se acentúa aún más la naturaleza participativa de la realidad.

 

Por tanto, debemos ser extremadamente cuidadosos al decir que hemos descubierto una estructura o un modelo particular en el campo de energía humano, porque a lo mejor en realidad hemos creado lo que hemos encontrado.

 


La mente y el campo de energía humano
Es significativo que el examen del campo de energía humano conduzca precisamente a la misma conclusión a la que llegó Pribram tras descubrir que el cerebro convierte el significado sensorial en un lenguaje de frecuencias.

 

Esto es, que tenemos dos realidades: una en la que parece que nuestro cuerpo es concreto y posee una posición precisa en el espacio y en el tiempo, y otra en la que parece que nuestro verdadero ser existe primariamente como una nube reluciente de energía cuya localización última en el espacio es un tanto ambigua.

 

Esta conclusión trae consigo algunas preguntas profundas.

 

Una es: ¿qué pasa con la mente? Nos han enseñado que la mente es fruto del cerebro; ahora bien, si el cerebro y el cuerpo físico son sólo hologramas, o la parte más densa de un continuo de campos de energía cada vez más sutiles, ¿qué nos dice todo eso de la mente? La investigación sobre el campo de energía humano nos ofrece una respuesta.


Recientemente, un descubrimiento de los neurofisiólogos Benjamin Libet y Bertram Feinstein en el hospital Monte Sion de San Francisco ha suscitado un gran interés en la comunidad científica.

 

Libet y Feinstein midieron el tiempo que tardó un estímulo del tacto de la piel de un paciente en llegar al cerebro como señal eléctrica. Al paciente le pidieron asimismo que apretara un botón cuando se diera cuenta de que le tocaban. Descubrieron que el cerebro registraba el estímulo una diezmilésima de segundo después de que ocurriera, mientras que el paciente tocaba el botón una décima de segundo después de que le aplicaran el estímulo.


No obstante, es de resaltar que el paciente no dijera que era consciente del estímulo o de que apretaba el botón durante casi medio segundo.

 

Lo que significa que el inconsciente del paciente era el que tomaba la decisión de responder. La consciencia de la acción por parte del paciente fue el más lento de la carrera. Más preocupante aún fue que ninguno de los pacientes de las pruebas de Libet y Feinstein se dio cuenta de que el inconsciente les había hecho apretar el botón antes de que ellos decidieran hacerlo conscientemente.

 

De algún modo, el cerebro creaba el engaño reconfortante de que habían controlado la acción conscientemente aun cuando no lo habían hecho. Esto llevó a algunos investigadores a preguntarse si la libre voluntad es una ilusión. Estudios posteriores han demostrado que un segundo y medio antes de que «decidamos» mover un músculo, como levantar un dedo, el cerebro ya ha empezado a generar las señales necesarias para llevar a cabo el movimiento.

 

Entonces, ¿quién toma la decisión, la mente consciente o el inconsciente?


Hunt mejora esos descubrimientos. Ha averiguado que el campo de energía humano responde a los estímulos antes que el cerebro. Ha hecho electromiogramas del campo de energía y electroencefalogramas del cerebro simultáneamente y ha descubierto que cuando hay un sonido fuerte o un destello de una luz brillante, el electromiograma del campo de energía registra el estímulo antes de que aparezca siquiera en el electroencefalograma.

 

¿Qué significa esto?

 

En su opinión,

«quizá hemos sobrevalorado el cerebro como elemento activo en la relación del ser humano con el mundo. El cerebro es sólo un buen ordenador real. Ahora bien, los aspectos de la mente que tienen que ver con la creatividad, la imaginación, la espiritualidad y todas esas cosas, no los veo en el cerebro en absoluto. La mente no está en el cerebro. Está en ese dichoso campo».

Dryer también se ha dado cuenta de que el campo de energía responde antes de que la persona registre una respuesta conscientemente.

 

En consecuencia, en vez de intentar juzgar las reacciones de sus clientes contemplando la expresión del rostro, mantiene los ojos cerrados y ve cómo reacciona el campo de energía.

«Mientras hablo, veo cómo cambian los colores de su campo de energía. Veo cómo se sienten por lo que digo sin tener que preguntarles. Por ejemplo, si su campo se vuelve nebuloso, sé que no están entendiendo lo que les estoy diciendo», afirma.

Si la mente no está en el cerebro sino en el campo de energía que impregna tanto el cerebro como el cuerpo físico, se explicaría por qué psíquicos como Dryer ven en el campo una parte tan grande del contenido de la psique de una persona.

 

También se explicaría cómo se las arregló mi bazo, un órgano que no se asocia con el pensamiento normalmente, para tener su propia forma de inteligencia rudimentaria. De hecho, si la mente está en el campo, tal vez es posible que la consciencia, la parte de nosotros que piensa y siente, no esté limitada siquiera al cuerpo físico; como veremos después, también hay muchos indicios que sustentan esta idea.


Pero antes debemos dirigir la atención hacia otro asunto.

 

La solidez del cuerpo no es lo único ilusorio en un universo holográfico. Como hemos visto, Bohm cree que ni siquiera el tiempo es absoluto, sino que se desenvuelve del orden implicado, lo cual indica que la división lineal del tiempo en pasado, presente y futuro es asimismo un invento más.

 

En el capítulo siguiente, examinaremos los datos que respaldan esta idea, así como sus ramificaciones en nuestras vidas, en el aquí y ahora.

Regresar al Índice