Diciembre 11, 2007

del Sitio Web TrinityATierra

 

 

 

 

 


 

 

 


¿Un Baúl de semillas en el Ártico?

Bill Gates, Rockefeller y las Gigantes Empresas de Modificación Genética juntos en un proyecto.

¿Sabías que Bill Gates creó en 2006 una fundación con una dotación de 35 mil millones de dólares, con la condición de invertir anualmente 1500 millones de dólares en proyectos para no pagar impuestos?

 

Es probable que conocieras el dato, pero ¿se te ha ocurrido alguna vez preguntarte en qué proyectos invierte la fundación de Bill Gates?

Cuando el chico listo de Bill Gates invierte la generosa suma de 30 millones de dólares en un proyecto a través de su Fundación, conviene echar un ojo a ver de qué se trata.

De los variados proyectos financiados por esta fundación, ninguno puede parecer más curioso que el que tiene lugar en las frías regiones del Ártico, en una isla remota llamada Spitsbergen en el grupo de islas noruegas conocido como Svalbard, donde la Fundación de Bill Bates está invirtiendo decenas de millones de dólares, con socios de lujo como La Fundación Rockefeller, la Corporación Monsanto, la Fundación Syngenta y el Gobierno de Noruega, entre otros.

 

 

 

 

El proyecto es llamado popularmente como “El Banco de semillas del Juicio Final”, aunque oficialmente se le conoce como Svalbard Global Seed Vault (Baúl de Semilla Global de Svalbard).

 

No es casual, desde luego, que las organizaciones sin ánimo de lucro, como las fundaciones estén en juego; ya sabíamos que son tapaderas y escudos que permiten a los grandes capitales, empresas y poderosos evadir impuestos y hacer malabares de prestidigitador para pasar el dinero de la mano derecha a la mano izquierda, sin pagar los enormes impuestos que tales movimientos de capital requerirían y además, multiplicando sus beneficios y apareciendo, de cara a la galería, como hermanitas de la caridad.

 

Al parecer, ese banco de semillas, construido en el interior de una montaña en la isla de Spitsbergen, está casi listo y maduro para el ‘negocio’.

El banco tiene puertas blindadas con sensores de movimiento, muros de acero reforzado y de hormigón de un metro de anchura y contendrá hasta tres millones de variedades de semillas diferentes de todas partes del mundo ‘de forma que la diversidad de especies de cosechas pueda ser conservada en el futuro’, según el Gobierno Noruego.

La instalación no dispondrá de personal trabajando a tiempo completo, sin embargo la inaccesibilidad relativa de baúl facilitará la monitorización de cualquier actividad humana en sus cercanías.

  • ¿De qué futuro incierto deben protegerse estas semillas en un rincón tan lejano del Ártico?

     

  • ¿Qué es lo que según estos super-poderosos como Bill Gates, la Rockefeller Foundation, Monsanto y Syngenta, entre otros, amenaza la disponibilidad de semillas en el futuro para que se decidan a financiar proyectos, tan maduros ya, de creación de bancos de semillas en lugares recónditos de la Tierra?

     

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Analicemos un poco el historial de los protagonistas que lo están esponsorizando:

  • Bill & Melinda Gates Foundation, como se ha dicho, fundada por el creador de Microsoft, se presenta al mundo como una fundación “transparente” que tiene como objetivo ayudar a los países en vías de desarrollo con proyectos de educación, salud, tecnología, etc. 

    Gigantes del negocio de la agricultura, como DuPont/Pioneer Hi-Bred, un consorcio de empresas poseedores de las patentes más importantes de semillas de plantas modificadas genéticamente y todo tipo de sustancias químicas para la agricultura.
     

  • Syngenta, una empresa basada en Suiza dedicada a agroquímicos y semillas genéticamente modificadas a través de la Fundación Syngenta.
     

  • La archiconocida Fundación Rockefeller, el grupo privado que creó la Revolución Genética con financiación de cerca de 100 millones de dólares desde 1970 .
     

  • CGIAR, el grupo consultivo para la investigación agrícola internacional, fundado por la Fundación Rockefeller con objeto de promocional la idea de la pureza genética por medio del cambio de la agricultura.

     

    La CGIAR consiguió trazar en la Organización de Agricultura y Alimentos de las Naciones Unidas, su plan “Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas y el Banco Mundial” y de esta forma, como una buena jugada de ajedrez, la fundación Rockefeller comenzó a dar forma a la política agrícola global, y así las “generosas” fundaciones de Rockefeller y Ford promocionan, en nombre de la ciencia y la eficiencia y la solución final del hambre en el mundo, la Revolución Genética en los países en vías de desarrollo.

Recordemos que lo que ahora se llama “genética”, antes se llamaba ‘eugenética’ y también era apoyada y financiada por los mismos organismos y poderes financieros (desde los años 20) para justificar la creación de una raza superior genéticamente obtenida por ingeniería, o lo que los nazis llamaban la raza aria.

 

No olvidemos que al partido nazi y a Hitler le auparon y mantuvieron en el poder hasta el final el mismo club de “amigos.

Así que llegamos a la conclusión de que el mismo “selecto” club que financiaba la eugénetica, la pureza de la raza, ha financiado el proyecto de la definición de la secuencia genética del ser humano (es decir, el proyecto ‘Genoma Humano’) y la genómica, está financiando ahora un proyecto para conservar en lugar tranquilo semillas de las especies agrícolas conocidas en la Tierra.

 

 

 

 

Inside The Svalbard Global Seed Vault

 

 

 

 

 

Hay que recordar también que gran parte de los científicos alemanes, pioneros en los trabajos de genética durante el gobierno nazi, no fueron a dar con sus huesos en la cárcel, como algunos creen, sino que emigraron a Estados Unidos y ayudaron a crear la base científica en este campo (así como en otros) en aquel país.

La “Revolución Verde”, como así fue llamada, decía perseguir el propósito de “resolver los problemas de hambre en el mundo”, y el mismo Norman Borlaug, un agrónomo de la Fundación Rockefeller, consiguió por este trabajo un premio Novel de la Paz (todo un sarcasmo como lo es que el mismo premio lo consigan personajes como Kissinger o Al Gore).

Henry Kissinger, un hombre de Rockefeller, podríamos decir que “su secretario personal” , dijo en 1970 sin pudor alguno ( algo característico en todos y cada uno de los miembros de este “club, la falta de pudor):

“Si controlas el petróleo, controlas un país, si controlas los alimentos, controlas a su población”.

En 1956, Davis, otro hombre de Rockefeller, escribió en el Harvard Business Review,

“la única forma de resolver el problema alimenticio de una vez por todas es dar el paso de la agricultura a la agroindustria”,

...es decir, traduciendo sus palabras, cambiar el sistema de forma que permita concentrar la cadena alimenticia en manos de multinacionales y corporaciones, sin control alguno por parte de los agricultores, ni las autoridades.

Un aspecto crucial de la agroindustria es que promociona la proliferación de semillas modificadas genéticamente de forma que no son reproductivas y los agricultores deben comprar las semillas cada año, ya que, a diferencia de las especies normales, no pueden ser polinizadas.

 

Es decir, venden los huevos, pero no la gallina, y además muchos de estos programas son financiados y promovidos de forma gubernamental “para resolver el hambre en el mundo”, cuando lo que se hace en realidad es hacer que los países pobres se endeuden aún más, sin que sus problemas sean resueltos de ningún modo.

 

Lo que popularmente se conoce como “pan para hoy, hambre para mañana”.

La concentración del poder sobre la agricultura global en pocas manos (DuPont’s Pioneer Hi-Bred y Monsanto principalmente) de las patentes de semillas , los fertilizantes químicos y las semillas híbridas convirtió en poco tiempo a los agricultores de los países en vías de desarrollo en totalmente dependientes de la agroindustria, americana, principalmente.

Por supuesto, las mismas Fundaciones Rockefeller, y más tarde Ford, trabajaron mano a mano para dar forma a los objetivos de política exterior americana a través del USAID (United States Agency for International Development) y de la CIA .

 

Esta “Revolución Verde” daba al principio sus frutos aparentes, con impresionantes cosechas de trigo y maíz en México, pero a corto/medio plazo, el uso de pesticidas químicos y herbicidas de forma indiscriminada y uso de semillas híbridas que afectaron a la fertilidad de las tierras, con problemas para la salud humana muy a menudo, acompañados a veces con enormes proyectos de irrigación, que resultaban en inundaciones de tierras que antes fueron fértiles, comenzaron a traer previsibles resultados negativos.

 

Todos estos proyectos eran y son convenientemente financiados por el Banco Mundial o con créditos especiales del Chase Manhattan Bank y garantías del Gobierno de Estados Unidos.

Una consecuencia directa de todo ello es que millones de campesinos en Asia y Latinoamérica fueron forzados a abandonar sus campos y huir a las ciudades en busca de trabajo. A partir de ese momento, la agroindustria pudo contratar mano de obra barata.

Los mismos socios que financiaron la Revolución Verde en Asia y Latinoamérica, han creado la Alianza para la Revolución Verde en África, también llamado AGRA y han anunciado en el 2006 un compromiso conjunto de luchar contra el hambre y la pobreza en África con una dotación de 120 millones de dólares.

Como es lógico, harán lo mismo que ya hicieron antes. Así que África es el próximo objetivo de esta campaña para extender los productos genéticamente modificados globalmente, acompañados de sus socios, los gigantes de lo genéticamente modificado como son empresas como Monsanto, o Syngenta AG.

Y con todo esto en mente, pensemos ahora en el hecho de que la Fundación Rockefeller y la Fundación Gates, entre otros, están invirtiendo millones de dólares en conservar cada semilla en caso de un escenario de “fin del mundo” .

Simultáneamente, los mismos “amigos”, por un lado, promocionan la proliferación de semillas patentadas genéticamente modificadas por medio de la Revolución Vende, ahora en África, proceso que de forma natural va a destruir la planta y las variedades naturales, a medida que se introducen sus híbridos en la naturaleza, y, por el otro, invierten decenas de millones de dólares en preservar cada variedad de semilla natural en un baúl a prueba de bombas en una región remota del Ártico para que la diversidad de las especies naturales pueda ser conservada para al futuro en que se pueda restaurar su implantación.

Hay que añadir que el proyecto de Svalbard estará dirigido por una organización llamada Fundación para la Diversidad Global de las Cosechas con sede en Roma, cuya presidenta es una tal Margaret Catley-Carlson , quien “casualmente” era presidente hasta 1998 de la organización llamada Consejo de Población (Population Council), con sede en NY, fundada en 1958 con objeto de promover “la planificación familiar”, dispositivos de control de natalidad, la esterilización de mujeres y “el control de natalidad” en países en vías de desarrollo.

Actualmente uno de sus objetivos fundamentales es promover la “investigación del SIDA”, o más bien, la promoción de la “teoría oficial sobre el SIDA”, tema que tocaremos en otra ocasión y, seguramente, sorprenderá a más de uno.

Monsanto posee la patente mundial junto con el Gobierno de los Estados Unidos para plantar la ‘Tecnología Terminator’.

¿Suena a broma de Hollywood?. Pues no lo es.

 

La tecnología Terminator permite que la segunda generación de una semilla plantada sea estéril. De esa forma el control de las empresas es total, y puede decirse, que jamás en la historia de la humanidad la cadena de alimentación ha estado bajo este control tan inmenso. Año tras año, los clientes de suministradores de semillas como Monsanto tienen que comprar las semillas para el arroz, el maíz o la soja o cualquier otra semilla para cultivo.

Los bancos de semillas lo usan fundamentalmente los criadores de semillas e investigadores, es decir empresas como Monsanto, DuPont, Syngenta y Dow Chemical.
 

 

 


¿Te imaginas qué pasaría si introdujeran este tipo de semilla en todo el mundo?

Ocurriría que unas pocas empresas podrían tener el control absoluto de la cadena alimenticia del planeta, mientras que las semillas originales habrían desaparecido y se encontrarían sólo a disposición de Du Pont, Monsanto o Dow Chemical, en lugares tan lejanos como Svalbard.

 

El simple hecho de que las semillas genéticamente modificadas estén en tan pocas manos debería hacer a los gobiernos plantearse la necesidad de prohibir inmediata y definitivamente el uso de semillas modificadas genéticamente, pero, por supuesto, un escenario de Gobiernos no corruptos dirigidos por personas que piensan en el bien del planeta y la población mundial es un escenario casi tan difícil de imaginar para mi, como lo es para algunos imaginar un panorama tan “apocalíptico”.

Si repasamos un poco el historial de estas empresas veremos que fueron estas las que desarrollaron innovaciones tan peligrosas para la salud humana como la dioxina, el agente naranja, encubrieron durante décadas agentes cancerígenos, tóxicos que se han utilizado como herbicidas como el glifosfato de Monsanto que contamina las aguas subterráneas, etc. etc. (el etcétera es tan largo que necesitamos varios blogs).

Hay cerca de 1400 bancos de semillas en el mundo, muchos de ellos controlados por el Gobierno Americano; otros por China, Rusia, Japón, India, Corea del Sur, Alemania y Canadá, siguiendo este orden de importancia.

El mencionado CGIAR, controlado por las fundaciones Ford y Rockefeller, controla la mayor parte de los bancos privados de semillas del mundo. Si la capacidad de todos los bancos de semillas es de seis millones y medio de variedades y dos millones de semillas distintas entre sí, el de Svalbard tendrá una capacidad de cuatro millones y medio de variedades distintas.

Teniendo en cuenta que las mismas familias, los Rockefeller, los Carnegie, los Harriman entre otros vienen financiando desde los años 20 la eugenética, parece que la probabilidad de que una guerra biológica pueda ser forzada utilizando las especies de semillas patentadas y genéticamente modificadas es real y es bastante alta.

Porque fueron estas familias las que apoyaron y financiaron la eugenética, es decir la muerte sistemática de líneas de descendencia completas con objeto de mejorar la especie humana. Eso que habitualmente se asocia con los nazis y Hitler.

Un ejemplo de los programas de eugenesia: Margaret Sanger, la fundadora de La Internacional para la Paternidad Planificada, íntima de la familia Rockefeller, inició un proyecto en 1939 llamado “The Negro Project” , cuyo objetivo, como ella misma confesó a un amigo por carta, “era exterminar a la población negra”.


Más datos curiosos relacionados con todo esto: la empresa californiana de biotecnología Epicyte anunció en el 2001 un maíz que contenía un espermicida el cual convertía el esperma de los hombres que lo comían en estéril. No sorprende saber que esta empresa tenía un acuerdo de colaboración con DuPont y Syngenta. No sorprende tampoco saber que este proyecto, al igual que la tecnología Terminador, ha sido financiado con fondos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.

 

Es decir, de nuevo, lo público financiando a lo privado, y además, a lo privado monopolístico, como es el caso.

¡Tanto empeño en financiar estos “avances” de la ciencia para esterilizar a la humanidad y luego no se preocupan siquiera en crear teorías plausibles sobre la creciente esterilidad masculina y el aumento de la capacidad fertilizadora de los hombres en todo el mundo.! Se les ocurren cosas tan pintorescas como que todo esto es consecuencia, entre otras cosas, de llevar pantalones demasiado ajustados.

Otro caso sonado de esterilización, esta vez en Nicaragua: el 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una campaña para vacunar a millones de mujeres nicaragüenses del tétano.

 

Extrañamente, la campaña no estaba dirigida a los hombres, lo que hizo que una organización cristiana, el Comité Pro Vida de Mexico, analizara la mencionada vacuna contra el tétano, por si acaso. Las resultados de las pruebas revelaron que la vacuna promocionada por la OMS (¡!) contenía una hormona humana, la hCG , que combinada con la vacuna de tétano, estimulaba los anticuerpos de la mujer para que no pudiera jamás tener hijos, es decir para esterilizar a las mujeres nicaragüenses.

Hay que señalar que el Gobierno de Noruega, que participa activamente en el proyecto de Svalbard, donó $41 millones para desarrollar esta vacuna del tétano esterilizadora.

¿Es casualidad que los mismos amigos del club se encuentren siempre en los mismos proyectos y ahora con ocasión de un proyecto, tan sui géneris, como es el del Baúl de Semillas de Svalbard?

Einstein decía que Dios no juega a los dados.

 

Y yo digo que este proyecto es parte de la misma estrategia global de la que forman parte el proyecto HAARP, la fluorización del agua, el lavado de cerebros, el control absoluto de la economía y los chemtrails: El genocidio humano y el gobierno mundial.

Intuyo que están imaginando en sus megalómanos sueños una especie de “reset” o “restart” del planeta con todo lo que contiene, de la misma forma que se apaga la pantalla de un ordenador cuando el programa Windows no funciona. Antes se borra todo lo que sobra, se eliminan programas “molestos”, se reinicia, y se vuelve a comenzar el uso del programa.

 

Pero esta vez quieren comenzar reescribiendo ellos mismos las leyes de la naturaleza y de la vida a su favor.

Quieren ser, ni más ni menos, los futuros Arquitectos de la vida en la Tierra.