por Roy Ascott
12 Julio 2007
del Sitio Web
Aminima

 

 

Observar la investigación de la conciencia en el contexto de las tecnologías y las artes es inicialmente considerar el planeta en su totalidad e interpretar las ideas de la mente, la máquina y la cultura de manera que lleguen más allá del paradigma occidental.

 

El término “tecnología” significará cosas absolutamente diferentes para las culturas del desierto de Kalahari o la selva del Amazonas o para los de Silicon Valley.

 

Creo que comenzaré provocativamente acercándome al tema desde el lejano límite de los estudios de la conciencia, eso que trata de la espiritualidad.

El tema de la espiritualidad aquí nuestra cultura profundamente materialista es discutible. Muchos la ven como un concepto extranjero, o peor, un concepto solamente para los extranjeros. Buscando una descripción más planetaria de sus significados, es interesante observar que el motor de búsqueda Google proporciona 2.290.000 entradas para “spirituality”.

 

El servicio médico de la Universidad de Harvard aparece rápidamente con esta definición:

Espiritualidad: que trata del alma o el espíritu, de la realidad no externa. Inmaterial. Incorpóreo. Psicológico. Interno. Sagrado. Religioso. Inspirado. Divino.

Pero entonces se retira con una negación para concluir:

defina como defina la espiritualidad, la investigación ha demostrado que las sensaciones de alegría y felicidad producen elevados niveles de endorfinas que contribuyen a la síntesis de la hormona DHEA por las glándulas suprarrenales.

 

Como consecuencia, la glándula del timo se estimula para realizar mejor la función inmune aumentada. Es decir, su sistema inmune puede sostenerse por sensaciones como la fe, la esperanza o la felicidad.

¡Ah! ¡La comodidad de las ilusiones del materialismo!

 

Con este panorama, incluso la inmaterialidad del espíritu libre vuelve al cuerpo terrenal igual que este tipo desesperado de mentalidad renacida en la que el cuerpo es siempre insistente, donde la corporeidad es una virtud, y la extracorporeidad un vicio. No tengo ahora ningún deseo de discutir sobre ontología espiritual, excepto para afirmar que la espiritualidad es una condición más que un proyecto.

 

La conciencia es un campo más que un epifenómeno del cerebro. Prefiero situarlo dentro de ese continuum donde nuestro campo de ser, o mejor dicho, nuestro campo de acción, en toda su complejidad, invita a la exploración y la contemplación sin fin.

La espiritualidad pide la inmersión total en este campo igual que el arte tecnológico que practicamos pide nuestra absorción en un flujo de conectividad e interacción. Y como la tecnología de banda ancha de la conectividad con mayor rendimiento, la espiritualidad siempre está encendida. Parece que navegar la conciencia es una parte importante de la función del arte. El viaje es siempre prolongable.

 

Podemos comparar nuestra inmersión en este proceso psíquico emergente con el canon del arte interactivo, un viaje que, en ambos casos, sigue la trayectoria de cinco etapas de conectividad, inmersión, interacción, transformación y aparición. En el caso del arte esto ha dado lugar a un cambio cultural de significación paradigmática, como si estuviera empezando a ocurrir un cambio en el pensamiento occidental sobre el espíritu.

 

El énfasis del artista cambia del contenido al contexto, del objeto al proceso, de la representación dada del mundo, a la construcción de mundos emergentes, de la certeza a la contingencia, de la composición y de la resolución a la complejidad y al surgimiento.

 

En resumen:

nuestro punto de interés ha cambiado del comportamiento de las formas a las formas del comportamiento.

Quisiera pediros que miréis un poco hacia el futuro.

 

Imaginad una tecnología de la mente que permitiera que os metieseis en una base extensa de datos del conocimiento universal, una que alcance las zonas neuronales profundas que se abra paso a través las capas de inhibición instaladas por siglos de condicionamiento cultural, de prejuicios religiosos, y de represión política.

 

Imaginaros la ventaja enorme que esta tecnología otorgaría al individuo, funcionando como poco más que un engranaje en una máquina social vasta e indiferente, así como su potencial de humanizar, de unificar y de transformar esa sociedad mecanizada en una red integrada pero altamente diversificada de mentes que actuase basada en la sabiduría y la reflexión.

Imaginad la instrumentación de esta tecnología funcionando tan simple y llanamente como una varilla de memoria insertada en un lado cuello a la manera del Neuromancer de Gibson, o para ser menos romántico y estar más al día, imaginad que nuestra actual investigación en biología molecular produjese una píldora ingerible, una condensación, en nano- o pico- nivel, de robots inteligentes programados, o auto-ensamblables, que trabajasen en el cuerpo y su cerebro, abriéndonos caminos de percepción y cognición que hasta ahora solamente consideramos como simple mito o magia.

 

Pienso que podéis ver bien que aquí es hacia donde la tecnología podría llevarnos, con implantes en el cerebro o el cuerpo, o realineaciones de nuestras redes neuronales, que transformen con eficacia la conciencia, nuestro sentido de nosotros mismos, y nuestro lugar en el universo. Imaginad también cómo los políticos, o los intereses adquiridos que ellos afronta lo podrían odiar.

 

Cómo cada fuerza de vigilancia y prohibición, secular y religiosa, sería aplicada para proscribirlo. Bien, de hecho no necesitas imaginar el advenimiento de esta tecnología avanzada en absoluto - ya está aquí.

 

Llevamos tiempo sabiendo de ella, aunque se ha tratado hasta ahora de modo secreto y hermético. La mayoría de las universidades se incomodan si el tema se discute abiertamente delante de los estudiantes. Es un prejuicio académico que extiende por todo el mundo, de hecho, la tecnología misma se ha desarrollado a través del mundo, al parecer independientemente, en muchas regiones, en el norte, el sureste y el oeste.

 

La tecnología no es digital, como puede esperarse, sino molecular, implicando, según algunas autoridades, la instrumentación del ADN.

 

Es lo que se puede llamar “tecnología de las plantas” puesto que implica la ingestión o la absorción de plantas bajo condiciones cuidadosamente estructuradas con estrictos protocolos de uso. Se conoce en este continente como yagé o ayahuasca y su tecnología, o algo así, ha formado la base de la adquisición del conocimiento en países tan dispares como Australia central, África, Siberia y el norte de Europa.

 

Es una de nuestras tecnologías más antiguas, y está proscrita actualmente en prácticamente todo el mundo, conforme a todas esas fuerzas de vigilancia y prohibición, secular y religiosa, a las que antes me he referido. Esta prohibición, por supuesto, proviene de una confusión de estas plantas sagradas con las sustancias usadas para la distracción y el recreo que como sabemos, a menudo destruyen la mente, o una extensión trágica de la búsqueda materialista de una felicidad engañosa.

 

Así que me gustaría ser claro desde el principio, quisiera hablar de una tecnología sagrada, una tecnología de la mente referida a la transcendencia y la búsqueda del conocimiento y la sabiduría.

 

La tecnología de las plantas es arcaica, viene del pasado.

 

El futuro que pedí imaginar es uno en el que esta tecnología, con su acceso a lo que llamaría una “realidad vegetal”, converge con las otras dos realidades que dan actualmente forma a nuestra experiencia, la realidad validada cada día, de la percepción del mundo de sentido común, y la realidad virtual, de la que todos los lectores de esta revista estarán al tanto de alguna manera.

 

Las tres RVs:

  • realidad virtual

  • realidad validada

  • realidad vegetal

Esta convergencia de tecnologías viene acompañada, en mi opinión, por la convergencia de dos medios, los medios secos de silicio del ordenador, y los medios moleculares húmedos de la ingeniería biológica.

 

A estos los llamo moistmedia (medios húmedos). Me propongo explorar las implicaciones de las tres RVs y los moistmedia en el contexto de nuestro simposio: arte tecnológico y espiritualidad; para especular (espero de manera no simplemente imaginaria o irresponsable) cómo esta ” gran convergencia “puede conducir a nuevas formas de comportamiento, a las posibilidades de la auto-creación y a la aparición de una conciencia planetaria.

Una discusión del sentido planetario ha de hacer caso a las diferencias que existen entre occidente y oriente que a menudo se reducen de manera simplista a una especie de dialéctica de la conciencia: por una parte la mente aislada encerrada en su caja cartesiana, por otra parte mentes liberadas flotando en nubes de conocimiento.

 

La física cuántica y la telemática ubicua juntas (entre otros modelos y métodos de nuestra era no lineal) han roto esta dicotomía. Recientemente, los artistas han empleado con mucho interés las metáforas de la ciencia y las herramientas de la tecnología avanzada para abrir nuevos campos, permitiendo que una nueva cultura de la conciencia crezca.

 

Llamo a esta cultura “tecnoética” y a los cambios que la acompañan en la manera en que pensamos y percibimos el mundo “cibercepción”.

 

Tecnoética deriva de los términos griegos techne y de noetikos (mente) que siempre se han relacionado en las sociedades ilustradas, sin importar su lugar en el tiempo histórico o el espacio geográfico.

 

Por otra parte, el arte ha tenido siempre una dimensión espiritual sin importar las actitudes políticas o las ideologías culturales que han influido sobre ella.

 

La cibercepción describe más que la amplificación prostética del pensamiento o de nuestra capacidad de ver más profundamente en la materia y más lejos en el espacio:

constituye una facultad humana enteramente nueva, una que nos otorga un sistema totalmente nuevo de disposiciones y un repertorio de comportamiento radicalmente transformado.

Aquí está la brecha sobre la que hay que tender un puente, muchas brechas, muchos puentes, no solamente entre oriente y occidente, sino también entre el norte y el sur, lo grande y lo pequeño, lo negro y lo blanco.

 

Claramente ésta no es simplemente una cuestión de pasar de un lado al otro.

 

Realmente es el colapso de los dos lados en un ambiente totalmente nuevo, en un campo fluctuante de potencialidad, en el que nuevas formas de identidad humana, de sistemas vivos, de estados espirituales, de arquitecturas, de culturas y de conectividades, puedan ser plantadas, cuidadas y nutridas.

 

La convergencia imponente de los moistmedia y las tres RVs pueden ayudar a construir este nuevo ambiente.

Las cuestiones de la conciencia tienen un lugar importante en la agenda del arte y la tecnología y en la formación de la cultura post-biológica a la que estamos contribuyendo. La conciencia es el gran misterio que tienta igualmente a artistas y a científicos para incorporarla a su terreno.

 

Es la última frontera de la investigación en muchos campos, y probablemente sólo un acercamiento verdaderamente interdisciplinario permitirá que cerremos la brecha explicativa. Es dentro de la conciencia donde nuestra imaginación está trabajando, y es en la imaginación donde primero mezclamos los ambientes de lo real y lo virtual.

Donde el sentido se desarrolla a escala planetaria, se presenta una nueva sensibilidad, una nueva manera de valorarnos a nosotros mismos y nuestro ambiente. Las tecnologías informatizadas han permitido que miremos más profundamente en la materia y más lejos en el espacio, que reconozcamos patrones, ritmos, ciclos, correspondencias, correlaciones y dependencias significativas a todos los niveles.

 

Los sistemas de cómputo nos han llevado a una comprensión mejor de cómo, siendo organismos vivos, nuestro diseño y construcción de nuestro mundo podría ser un proceso emergente, reemplazando la vieja concepción desde arriba hacia abajo por una metodología desde abajo hacia arriba. Los sistemas telemáticos nos han permitido distribuirnos en localizaciones múltiples, multiplicar nuestra identidad, alcanzar distancias formidables a grandes velocidades.

Hemos aprendido que todo está conectado y estamos enfrascados en el proceso tecnológico de conectarlo todo.

 

Pero nos olvidamos con demasiada frecuencia, de que la conectividad debe ser verdaderamente ubicua e inclusiva para ser consistente y humana, y para mantener su ubicuidad debe ser cuidada y protegida, una regla que se aplica por supuesto no solamente a las redes y a los sistemas de comunicación telemáticos sino que se debe extender a todos los seres humanos.

 

Nuestra decisión colectiva de olvidar, marginar o no hacer caso a tantas gentes y culturas del mundo, en muchos casos impidiendo activamente su comunicación, silenciando sus voces, a menudo con clara indiferencia, avaricia o maldad, tiene un papel muy importante en la situación en que nos encontramos hoy en día.

La conciencia planetaria necesita más que la impulsión expansiva occidental de las redes telematicas.

 

Es esencial tener una sensibilidad hacia las culturas que se hallan fuera del paradigma occidental, y aquí, a pesar de la obvia referencia a las culturas islámicas (y uso el plural con énfasis solemne), a las que necesitamos claramente acercarnos y entender más íntimamente, me refiero a las culturas indígenas “exóticas”, muchas veces no tenidas en cuenta, de América del Sur, África y Australia.

 

Aquí hay un tipo de conocimiento que ignoramos o menospreciamos demasiado a menudo con una especie de desprecio tecno-aristocrático (que contiene quizás tanto miedo como petulancia). Y aquí, también una realidad combinada obtiene - donde las percepciones “ordinarias” - una realidad ordinaria.

 

Como en occidente, la tecnología aquí es instrumental para producir la condición de la Realidad Combinada: pero es Tecnología de las Plantas más que tecnología digital funcionando.

 

Y no caigáis en un error, las habilidades tecnológicas, las metodologías y la instrumentalidad del chamán - constituyendo lo que nosotros clasificaríamos como la farmacología, botánica, biología y psicología - constituyen una base de conocimiento ciertamente tan extensa y compleja como la utilizada en la ciencia occidental. Igual que con las herramientas avanzadas de occidente, las dos realidades de los chamanes se mezclan en el plano de la imaginación, su convergencia ofrece el potencial de nuevas maneras de ser, de percibir y de comportarse.

 

Mi sensación es que podemos aprender de estas culturas la manera en que incorporan tecnología de Realidad Combinada a nuestras vidas como ambiente, mucho más que simplemente una herramienta, por muy eficaz o provechosa que sea, como puede ser la cirugía, la ingeniería, la arquitectura o el entretenimiento.

 

Tenemos, de hecho, mucho que aprender de estas culturas en el sentido más amplio y más profundo, y no menos cómo manejar la condición de la conciencia doble, la identidad múltiple, y la realidad combinada. Las herramientas son diferentes - en un caso tomadas del bosque, en el otro traídas a nuestro mundo post-biológico - una condición en la que la tecnología ha asimilado y, en algunos casos, ha sustituido al proceso natural.

En la gran convergencia de tecnologías y medios a la que me referí en mi introducción,
Moistmedia se dispone para crear un universo post-biológico enteramente nuevo, absolutamente diferente del mundo según lo legislado en su versión autorizada con leyes aparentemente inmutables.

 

Ampliemos la metáfora comparando el Big Bang de la creación de este universo nuevo con el primer Big Bang cósmico, el nuevo así nombrado para reflejar la combinación de Bits, Átomos, Neuronas y Genes que juntos, en todo tipo de relaciones, proporcionarán el substrato - moistmedia - en que se basarán nuestro arte y arquitectura, nuestros sistemas y servicios.

 

Esto anuncia también un universo que se amplía, lleno de complejidad y contradicciones, igualmente rico en potencial evolutivo, pero asistido esperanzadamente por la velocidad y sutilidad que la tecnología avanzada puede traer.

Este Big Bang implica una transición a un nivel mucho más complejo de la identidad humana, obligándonos a observar profundamente lo que es vivir al borde de la red, a medias entre el Ciberespacio y un mundo nano-diseñado cada vez más desde abajo hacia arriba.

 

En este universo el viejo concepto clásico de naturaleza se ve como un sistema de metáforas que han sobrevivido a su utilidad; una representación de la realidad, poética o prosaica, que ya no suscita interés a nuestra sensibilidad. Ya sea a través de redes neuronales artificiales, ingeniería genética u otros usos de la biología molecular, los puentes hacia una sociedad post-biológica están siendo abiertos y los artistas están contribuyendo a su definición.

La Nanotecnología tiene un potencial inmenso en la manera en la que nos acercamos a la reconstrucción de nosotros mismos, de nuestros sentidos, de nuestros cerebros y, en última instancia, de nuestra conciencia.

Estamos observando una cultura en la que la inteligencia está volcándose fuera de nuestros cerebros para llenar cada rincón del mundo, cada ambiente, cada herramienta, cada producto.

 

Pero mientras estamos utilizando nuevas tecnologías para investigar la materia y su relación con la mente, sacaremos a colación cada vez más una convergencia de la cibercepción por computadora con los entógenos de las plantas para alterar nuestra conciencia, nuestra comprensión y visión del mundo y a nosotros mismos, alcanzando una perspectiva más espiritual.

 

Ésta es la gran convergencia de las tres RVs:

  • Realidad Virtual, que implica a la tecnología digital interactiva, que es telemática e inmersiva

  • Realidad Validada, que implica a la tecnología mecánica reactiva, que es prosaica y newtoniana

  • Realidad Vegetal, implicando la tecnología psicoactiva de las plantas, que es entogénica y espiritual

A este respecto quisiera investigar la contigüidad metafórica de Silicon Valley y la selva tropical del Amazonas, en el contexto de nuestra cultura post-biológica, para demostrar cómo, por decirlo de alguna manera, el jaguar puede acostarse con el cordero.

 

El Jaguar chamán y la oveja Dolly marcan las fronteras cambiantes que definen nuestra epistemología nueva de mente y materia, donde convergen las partículas, las neuronas, los átomos y los genes como el substrato sobre el que nuestras realidades combinadas pueden construirse.

 

Nuestra experiencia vital en la Red y el Ciberespacio ya nos ha preparado para reconsiderar las convenciones occidentales del tiempo y del espacio, la inmutabilidad aparente de la identidad humana y el aislamiento de la mente independiente, y para sustituir esas ilusiones por una visión más constructiva de un futuro de colaboración y más coherente.

 

El lugar del arte en todo esto, con su capacidad de moverse creativamente a través de las culturas por muy distantes o exóticas que sean, de encontrar nuevos significados y métodos en prácticas antiguas y conocimientos esotéricos, es respetar el progreso de la ciencia y abrazar creativamente las innovaciones de la tecnología.

Para avanzar en este estudio pasé unos días de mayo de1999 con los indios Kuikuru, en la región del río Xingu del Mato Grosso, y con los grupos Uniao do Vegetal y Santa Daime en Brasil.

 

Brasil en mi opinión es exactamente donde la gran convergencia tendrá probablemente su raíz.

 

Igual que los EE.UU., modelando sus instituciones según los modelos europeos durante un siglo, despertaron un día para encontrarse fuera de todos sus esfuerzos caóticos y habían creado una nueva civilización que ha terminado dominando el mundo, creo que desde las confusiones actuales, desde la complejidad y el caos de la vida en América del Sur, vendrá una nueva fusión, una nueva forma de organización social, mucho más espiritual en su perspectiva y planetaria en su implicación.

 

Esto se debe al sincretismo de la cultura en la que diversas disciplinas espirituales coexisten, convergen, se enlazan y se rehacen a sí mismas:

  • Umbanda

  • Macumba

  • espiritismo de Kardec

  • Candomlé

  • Catolicismo

  • Santo Daime

  • Uniao do Vegetal

Estos experimentos en una vida esencialmente espiritual se constituyen en grupos pequeños, a veces comunidades rurales (por ejemplo en Acre, en la Amazonía profunda) e incluso una ciudad entera, como en el caso del Valle del Amanecer junto a Brasilia.

Supongo que nuestra respuesta occidental se halla en el concepto de investigación. Investigación ciertamente muy seria sobre qué es la mente, cómo, dónde puede encontrarse (en el cerebro, en un efecto cuántico, o en contacto con el campo del punto cero) es un punto primordial en la agenda de la ciencia.

 

Mi centro de investigación, The Planetary Collegium, convoca una reunión anual para debatir el nuevo pensamiento y la nueva práctica en este contexto <http://www.planetary-collegium.org/>.

 

El centro en sí mismo, si bien no está centrado exclusivamente en la investigación de la conciencia, sin embargo está atado a un trabajo en el que se investigan las cualidades de la mente y las variedades de inteligencia artificial, siguiendo una trayectoria desde la telematica hasta los Moistmedia.

Pero la pregunta se hará:

  • ¿Qué relación significativa puede haber entre las prácticas espirituales de la selva tropical y el materialismo de Silicon Valley?

  • ¿No es la ciencia popular de las plantas bastante más gnómica y oculta que genómica y transparente?

  • ¿No es mejor dejar a los científicos occidentales en sus laboratorios que a los chamanes en sus chozas los asuntos genéticos?

  • En cualquier caso, ¿quién puede dominar las intrincadas formulaciones del lenguaje del genoma?

  • ¿Cómo podría gente tan aislada y arcaica tener conocimientos sobre el ADN?

Bien, puede demostrarse que las prácticas chamánicas tienen mucho que ver con estos asuntos - con el ADN, la comunicación genética, y la manipulación molecular.

 

Aunque sabemos poco en el campo de la neurología sobre cómo los entógenos (los ingredientes psicoactivos de las plantas de los chamanes) funcionan en el organismo humano, no hay nada misterioso o mágico en su eficacia.

Pienso que necesitamos acercarnos a ese campo con la misma curiosidad tecnológica que tuvimos en los primeros días de la tecnología digital. Esto quiere decir que necesitamos hacernos con nuevos principios, nuevos términos, un lenguaje enteramente nuevo.

A este respecto quizás sea interesante referirse en este punto a la investigación de Jeremy Narby, recogida en el libro Cosmic Serpent: DNA and the Origins of Knowledge que relaciona conocimiento chamánico con una especie de matriz genética compartida.

 

Narby sugiere que el chamán, en cierta manera, se está comunicando con su propio ADN, y aquí es donde sus visiones informativas se originan.

 

Él sugiere que una vez que el chamán se asoma a su propio ADN, éste se puede comunicar a través de organismos, a través especies - incluso a través de la frontera entre el animal y la planta - y que la totalidad de todo el ADN del mundo forma una especie de matriz. Esta transmisión de señales entre ADNs de células separadas se efectúa por la emisión de bio-fotones, las señales son en forma de luz, y en una longitud de onda visible para los seres humanos.

El término “biofotones” fue utilizado primero por Fritz Albert Popp, en 1974 para describir el fenómeno cuántico de la emisión fotónica de sistemas biológicos. Todos los sistemas vivos emiten biofotones, tanto absorbidos inicialmente del sol, como emitidos espontáneamente por las moléculas.

 

Estructurando las ideas de Alexander Gurwitsch (1874-1954), el biólogo ruso que introdujo los conceptos de campo morfogenético y de radiación mitogenética, Popp argumenta que cada cambio en el estado biológico o fisiológico de un sistema vivo es reflejado por un cambio correspondiente de la emisión biofotónica.

 

Esto puede ser indicativo, argumenta, de la existencia de un canal de información dentro de los sistemas vivos que pueden relacionarse con la reactividad química en las células, la comunicación intercelular y los ritmos biológicos. La biofísica es una ciencia basada en estudios de campo.

 

Recientemente, la teoría del campo ha sido popular pero ha sido revisada provechosamente por Lynne McTaggart, en The Field solamente hace veinte años, un modelo morfogenético del proceso biológico basado como recogía A New Science of Life, de Rupert Sheldrake.

Finalmente, queda la cuestión de cómo esta gran convergencia podría ser facilitada, cómo podría investigarse y apoyarse su aparición. A este nivel pienso que se convierte en una cuestión de arquitectura y del planeamiento.

 

La Arquitectura Tecnoética se encuentra de alguna manera en el futuro.

 

La he definido como,

“una arquitectura con vida propia, que piensa por sí misma, se alimenta y cuida a sí misma, se repara, planea su futuro, hace frente a adversidad y anticipa nuestras necesidades cambiantes. Una arquitectura que devuelve nuestra mirada.

 

En este sentido no es una cuestión de qué edificios se parecen a nosotros sino de quiénes nos parecemos a ellos, ni de qué sentimos por los lugares sino de cómo esos lugares se sienten por nosotros”.

Pero los nuevos sistemas de información y estructuras arquitectónicas, y los espacios dinámicos de la interacción no local, piden más que meramente optimismo y esperan que emerja un arte planetario.

Por esta razón hay mucha actividad para desarrollar el Planetary Collegium con base en la Universidad de Plymouth, con su primer nodo en el Hochschule fuer Gestaltung und Kunst de Zurich, y para negociar nodos en la Nuova Accademia di Belle Arte de Milán y el Savannah College of Art and Design, Georgia.

Nunca ha estado el futuro más abierto, nunca ha sido la cultura más híbrida e inesperada, parece, que ahora. Éste es el mejor momento para la síntesis de las tecnologías espirituales y materiales y los artistas tienen un papel en su realización.

 

La gran convergencia que he perfilado, con sus tres RVs y los Moistmedia, puede, por supuesto, demostrar ser poco más que un sueño, aunque tengo confianza en que veremos la evidencia de su realidad - pero como Montaigne señaló, es tasar la vida exactamente por lo que vale para venderla por sueño.

 

 

 

Notas

  • Popp, F.A.1976. Biophotonen: Ein neuer Weg zur Lösung des Krebsproblems. Schriftenreihe Krebsgeschehen, Bd. 6. Heidelberg: Verlag für Medizin Dr. Ewald Fischer

  • Gurwitsch, A. and L. Gurwitsch. 1934. L’analyse mitogénétique spectrale. Paris: Herman & Cie.

  • McTaggart, L. 2003. The Field: The Quest for the Secret Force of the Universe. New York: Quill.

  • Sheldrake, R.1983. A New Science of Life. London: Granada.


 

Roy Ascott
Fundador y Director del Planetary Collegium (CAiiA-STAR), es Profesor de Tecnoética en la Universidad de Plymouth, Inglaterra y Profesor Adjunto de Diseño|Artes Mediáticas en la Universidad de California, Los Ángeles. Entre otros altos cargos académicos y consultivos, ha sido director fundador de CAiiA-STAR (College Newport, Universidad del País de Gales y Universidad de Plymouth) base sobre la cual se ha desarrollado el Collegium; Vicepresidente y decano del Instituto de Arte de San Francisco; Profesor de Teoría de las Comunicaciones, Universidad de Artes Aplicadas, Viena; Profesor y Catedrático de Bellas Artes, de la universidad de Minneapolis de Arte y Diseño; y Presidente de la Universidad de Arte de Ontario. Está en el Tribunal de Arte y Medios del Consejo de Investigación de Artes y Humanidades en el Reino Unido, y es miembro de la de la Royal Society of Arts, en Londres. Roy Ascott es un artista y teórico que ha expuesto, entre otros eventos, en la Bienal de Venecia, Electra París, Ars Electronica Linz, V2 Holanda, Trienal de Milan, Bienal de Mercosul en Brasil, Festival Europeo de Medios y gr2000az en Graz, Austria. Su investigación se centra en el arte y la tecnología de la conciencia. Es el fundador de Technoetic Arts: un periódico de investigación especulativa, y trabaja en los comités de redacción de Leonardo. LEA, Convergence, Digital Creativity y la publicación china Tom.Com. Ha supervisado centros y festivales de nuevos medios en el Reino Unido, América del Norte y del Sur, Europa y el Lejano Oriente, así como para la CCE y la UNESCO, y convoca las conferencias internacionales anuales Consciuousness Reframed.

Sus publicaciones se traducen a muchos idiomas e incluyen los libros: Telematic Embrace: Visionary Theories of Art Technology and Consciousness.2003 http://www.ucpress.edu/books/pages/8867.html. Technoetic Arts ( traducción al coreano y edición Won-Kon Yi). Yonsei: Yonsei University Press, 2002 Art Technology Consciousness. Bristol: Intellect Books, 2000. Reframing Consciousness. Exeter: Intellect Books.1999. Art & Telematics: toward the Construction of New Aesthetics (traducción al japonés y edición E. Fujihara) Tokyo: NTT Publishing.1998

 



 





Convergent Realities

Art, Technology, Consciousness, From The Planetary Perspective
by Roy Ascott
12 July 2007

from Aminima Website

 

To look at consciousness research in the context of technologies and the arts is initially to take a broad sweep of the planet as a whole and to interpret ideas of mind, machine and culture in ways which reach far beyond the Western paradigm.

The term “technology“ will mean quite different things to cultures in the Kalahari desert or the Amazonian rail forest from those current in Silicon Valley.

 

I think I shall start somewhat provocatively by approaching my topic from the far edge of consciousness studies, that which deals with spirituality

The issue of spirituality here in our deeply materialist culture is a contentious one. Many see it as an alien concept, or worse, a concept to be held only by aliens. In searching for a more planetary overview of its meanings, it is interesting to note that the search engine Google provides 2, 290, 000 entries for “spirituality”.

 

Harvard University Health Service pops up quickly with this definition:

Spirituality: concerned with the soul or the spirit, not external reality. Nonmaterial. Incorporeal. Psychological. Inner. Sacred. Religious. Inspired. Divine.

But then retreats in a state of denial to conclude:

However you define spirituality, research has shown that feelings of joy and happiness produce elevated endorphin levels which contributes to the synthesis of the hormone DHEA by the adrenal glands.

 

As a result, the thymus gland is stimulated to better carry out elevated immune function. In other words, your immune system can be bolstered by feelings of faith, hope, and happiness.

Ah! the comfort in the illusions of materialism!

 

In this scenario, even the immaterialism of the free flying spirit is returned to the grounded body, in line with that desperate kind of born again mentality in which the body is ever insistent, where embodiment is a virtue, and out-of-body is a vice.

 

I have no wish at this time to debate spiritual ontology except to affirm for my part that spirituality is a condition rather than a project, consciousness is a field rather than an epiphenomenon of the brain. I prefer to place it within that continuum where our field of being, or better said, our field of becoming, in all its complexity, invites endless exploration and contemplation.

Spirituality calls for total immersion in this field, just as the technological art that we practice, calls for our absorption in a flow of connectivity and interaction. And like the broadband technology of connectivity at its best, spirituality is always on. It seems to me that to navigate consciousness is an important part of the function of art.

 

The journey is always open-ended. We can compare our immersion in this emergent psychic process with the cannon of interactive art, a journey which, in both cases, follows the five fold path of connectivity, immersion, interaction, transformation and emergence.

 

In the case of art this has resulted in a culture shift of paradigmatic significance, just as a shift in Western thinking about the spirit is beginning to take place. The emphasis by the artist moves from content to context, from object to process, from representation of the world as a given, to the construction of worlds in emergence, from certainty to contingency, from composition and resolution to complexity and emergence. In short our focus has shifted from the behavior of forms to forms of behavior.

I would like to ask you to look a little bit into the future.

 

Imagine a technology of the mind that allows you to tap into a vast database of universal knowledge, one that reaches deep into the neuronal zones, cuts through the layers of inhibition laid do by centuries of cultural conditioning, religious prejudice, and political repression Imagine the enormous advantage this technology would confer on the individual, otherwise functioning as no more than a cog in a vast and indifferent social machine, as well as its potential to humanize, unify and transform that mechanized society into an integrated but highly diversified network of minds acting from a base of wisdom and insight.

Imagine the instrumentation of this technology working as simply and smoothly as say a memory stick being inserted in the side of the neck in the way of Gibson’s Neuromancer, or to be less romantic and more up to date.

 

Imagine our current researches in molecular biology producing an ingestible pill, a condensation, at the nano or pico level, of intelligent robots programmed, or self assembling, to go to work on the body and its brain, opening up pathways of perception and cognition that hitherto were only known to us as simply myth or magic.

 

I think you can well see that that is where technology might be taking us, with implants in the brain or body, or realignments of our neural networks, that effectively transform consciousness, our sense of self, and our place in the universe. Imagine too how politicians, or those vested interests they front for, would hate it. How every force of surveillance and prohibition, secular and religious, would be brought to bear on outlawing it.

Well, in fact you don’t need to imagine the advent of this advanced technology at all - it is already here - we’ve known about it for quite a while, although hitherto it has been treated rather secretively if not hermetically. Most universities get rather uncomfortable if it is openly discussed in front of students. It’s an academic prejudice that extends across the world, in fact the technology itself has been developed across the world, apparently independently, in many regions, north and south east and west.

 

The technology is not digital, as you might expect, but molecular, involving according to some authorities, the instrumentation of DNA. It’s what can be called “plant technology” since it involves the ingestion or absorption of plants under carefully structured conditions with strict protocols of application.

 

It is known on this continent as yagé or ayahuasca, and its technology, or something like it has formed the basis of knowledge acquisition in countries as disparate as central Australia, Africa, Siberia and northern Europe.

 

Its one of our earliest technologies, and it is currently outlawed in practically every part of the world, subject to all those forces of surveillance and prohibition, secular and religious, to which that I have just referred.

 

This prohibition, of course, stems from a confusion of these sacred plants with substances intended for distraction and recreation which as we know are more often than not mind-destroying, or a tragic extension of the materialist search for a specious happiness. So let me be clear from the outset, I wish to discuss a sacred technology, a technology of mind concerned with transcendence and search for knowledge and wisdom.

 

Plant technology is archaic, it comes from the past.

 

The future I asked you to imagine is that where this technology, with its access to what I would call a “vegetal reality”, converges with the other two realities that currently give shape to our experience, the validated reality of everyday, common sense perception of the world, and virtual reality, of which all readers of this magazine are to some extent aware.

 

The three VRs,

  • virtual reality

  • validated reality

  • vegetal reality

This convergence of technologies is accompanied, as I see it by the convergence of two media, the dry silicon media of the computer, and the wet molecular media of biological engineering.

This I call moistmedia. I intend to explore the implications of three VRs and moist media in the context of our symposium: art technology and spirituality; to speculate (I hope not merely fancifully or irresponsibly) on how this “grand convergence” might lead to new forms of behavior, possibilities of self-creation, and the emergence of a planetary consciousness.

A discussion of planetary consciousness cannot ignore differences existing between West and East that are often reduced simplistically to a kind of dialectic of consciousness:

on the one hand the isolated mind locked in its Cartesian box, on the other hand minds-at-large floating in clouds of knowing.

Quantum physics and ubiquitous telematics (amongst other models and methods of our non-linear era) have together ruptured this expedient dichotomy.

 

In recent years, artists have eagerly employed the metaphors of science and the tools of advanced technology to break new ground, allowing a new culture of consciousness to grow. I call this culture “technoetic” and the concomitant changes in the way we think and perceive the world “cyberception”.

 

Technoetic is derived from the Greek techne and noetikos (mind) which have always been related in wise societies, regardless of their place in historical time or geographical space. Moreover, art has always had a spiritual dimension no matter what gloss prevailing political attitudes or cultural ideologies have forced upon it.

 

Cyberception describes more than just the prosthetic amplification of thought or our ability to see deeper into matter and further into space:

it constitutes a whole new human faculty, one which confers upon us an entirely new set of dispositions and a radically transformed behavioral repertoire.

Here is the gap which is to be bridged, many gaps, many bridges not just between east and west, but north and south, great and small, black and white.

 

Clearly this is not simply a matter of passing from one side to the other. It’s actually about collapsing the two sides into a whole new environment, a fluctuating field of potentiality, in which new forms of human identity, living systems, spiritual states, architectures, cultures and connectivities can be planted, grown and nurtured.

 

The grand convergence of moistmedia and the three VRs may offer a means to build this new environment.

 

Questions of consciousness have an important place in the agenda of art and technology and in the formation of the post-biological culture to which we are contributing. Consciousness is the great mysterium that entices artists and scientists alike to enter its domain. It is the ultimate frontier of research in many fields, and probably only a truly trans-disciplinary approach will allow us to close the explanatory gap.

 

It is within consciousness that our imagination is at work, and it is in imagination that we first mix the realities of the actual and the virtual.

Where consciousness evolves at the planetary level, a new sensibility arises, a new way of valuing ourselves, our environment. Computer assisted technologies have allowed us to look deeper into matter and out into space, to recognize meaningful patterns, rhythms, cycles, correspondences, interrelationships and dependencies at all levels.

 

Computational systems have led us to a better understanding of how, like living organisms, our design and construction of our world could be an emergent process, replacing the old top-down approach with a bottom-up methodology.

 

Telematic systems have enabled us to distribute ourselves over multiple locations, to multiply our identity, to extend our reach over formidable distances with formidable speed. We have learned that everything is connected, and we are busy in the technological process of connecting everything.

 

But we forget, all too frequently, that connectivity must be truly ubiquitous and comprehensive if it is to be consistent and humane, and to maintain its ubiquity it must be cared for and protected, a rule that applies of course not simply to telematic networks and communication systems but must be extended generously to all fellow human beings.

 

Our decision collectively to forget, marginalize or ignore so many people and cultures in the world, in many cases actively to impede their communication, to silence their voices, often through sheer indifference as much as greed or malice, plays a large part in the situation we find ourselves in today.

Planetary consciousness needs more than the West’s expansive drive of telematic networks. A sensibility to cultures which lie outside the Western paradigm is essential, and here, despite the obvious reference to Islamic cultures (and I use the plural with grave emphasis), which clearly we need to approach and understand more intimately, I refer to the “exotic” and largely ignored indigenous cultures of South America, Africa and Australia.

 

Here is knowledge of a kind we too often ignore or despise with a kind of techno-aristocratic sneer (containing perhaps as much fear as hubris). And here too a mixed reality obtains, where “ordinary” perceptions, ordinary reality, ordinary state of being are crossed by, converge with, are entwined within, non-ordinary states of awareness and non local states of consciousness.

 

As in the West, the technology is instrumental here in producing the condition of Mixed Reality: but it is Plant Technology rather than digital technology at work.

 

And make no mistake, the technological skills, methodologies and instrumentality of the shaman - constituting what we what we would classify as pharmacology, botany, biology, and psychology - amount to a knowledge base certainly as extensive and complex as that prized in western science.

 

As is the case with the advanced tools of the West, the shaman’s two realities mix on the plane of imagination, their convergence offering the potential of new ways of being, perceiving and behaving.

 

My feeling is that we can learn from these cultures in ways that will bring Mixed Reality technology into our lives as environment, rather than merely a tool, however efficacious or profitable that tool, in surgery, engineering, architecture or entertainment might be. Indeed we have much to learn from these cultures in the widest and deepest sense, not least in how we shall manage the condition of double consciousness, multiple identity, and mixed reality.

The tools are different - in one case taken from the forest, in the other brought to our post-biological world, a condition in which technology has assimilated and, in some cases, replaced natural process.

 

In the grand convergence of technologies and media to which I referred in my introduction, Moistmedia is set to create a whole new post-biological universe, quite unlike the world as legislated on high in its authorized version with its apparently immutable laws.

 

Let me extend the metaphor by likening the Big Bang creation of this new universe to that of the first cosmic Big Bang, now named to reflect the combination of Bits Atoms Neurons and Genes which together, in all sorts of relationships, will provide the substrate - the moistmedia - upon which our art and architecture, systems and services, will be based. It too heralds an expanding universe, full of complexity and contradictions, equally rich in evolutionary potential, but hopefully assisted by the speed and subtlety that advanced technology can bring.

 

This Big Bang implies a transition to a much more complex level of human identity, forcing us to look deeply at what is it to live at the edge of the Net, half in cyberspace and half in a world increasingly nano-engineered from the bottom up.

 

In this universe the old classical concept of nature is seen as a set of metaphors which have outlived their usefulness; a representation of reality, whether poetic or prosaic, which has lost its appeal to our sensibility. Whether through artificial neural networks, genetic engineering or other applications of molecular biology, the bridges to a post-biological society being opened up and artists are contributing to its definition.

Nanotechnology has immense potential for the ways in which we approach the re-construction of ourselves, our senses, our brains, and ultimately our consciousness.

We are looking at a culture in which intelligence is spilling out of our brains to fill every nook and cranny of the world, every environment, every tool, every product

 

But just as we are using new technology to investigate matter and its relationship to mind, so we shall increasingly bring about a convergence of computer-mediated cyberception, with plant entheogens to alter our consciousness, our understanding and viewing of the world and ourselves, a reach a more spiritual perspective.

 

This is the grand convergence of the three VRs:

  • Virtual Reality, involving interactive digital technology, that is telematic and immersive

  • Validated Reality, involving reactive mechanical technology, that is prosaic and Newtonian

  • Vegetal Reality, involving psychoactive plant technology, that is entheogenic and spiritual

In this respect I’d like to investigates the metaphoric contiguity of Silicon Valley and the Amazonian rain forest, in the context of our post-biological culture, to show how, so to speak, the jaguar might lie down with the lamb.

 

The Jaguar shaman and Dolly the lamb clone mark out shifting boundaries that define our new epistemology of mind and matter, where particles, neurons, atoms and genes converge as the substrate upon which our mixed realities can be built. Our experience of life on the Net and in cyberspace has already prepared us to reconsider the Western conventions of time and space, the apparent immutability of human identity and the isolation of the discrete mind, and to replace those illusions with a more constructive vision of a collaborative and coherent future.

 

The place of art in all of this, with its ability to move creatively through cultures however distant or exotic, to find new meaning and method in ancient practices and esoteric knowledge, is to compliment the urgent progression of science, and creatively embrace the innovations of technology.

 

To advance this study I spent some time in May 1999 with the Kuikuru Indians in the Xingu river region of the Mato Grosso, and later with the Unioa do vegetal and Santa Daime groups in Brazil.

 

Brazil in my view is precisely where the grand convergence will most likely take root.

 

Just as the US, modeling its institutions on European models for a century woke up one day to find out of all its chaotic strivings, it had created a new civilization that has come to dominate the world, so I believe out of the current confusions, complexity and chaos of life in South America, will come a new fusion, a new form of social organization, much more spiritual in its prospect, and planetary in its implication.

 

This is due to the syncretism of the culture in which diverse spiritual disciplines coexist, converge, intertwine and remake themselves:

  • Umbanda

  • Macumba

  • Kardec’s spiritism

  • Candomlé

  • Catholicism

  • Santo Daime

  • Uniao do Vegetal

These experiments in a spiritually informed life are constituted in small groups, sometimes rural communities (for example in Acre, deep in Amazonia) and even a whole township, as in the case of the Valley of the Dawn outside Brasilia.

 

I suppose our western response lies in the concept of research. Certainly very earnest inquiry into what mind is, how, where it might be located (in the brain, a quantum effect, or in contact with the zero point field ) is at the top of the agenda in science. At my research centre, The Planetary Collegium, we convene an annual meeting to look at new thinking and new practice in this context <http://www.planetary-collegium.org/>.

 

The centre itself, while not exclusively focused on consciousness research, nevertheless is bound up with work in which qualities of mind, and varieties of artificial intelligence are investigated., tracing a trajectory from telematics to moist media.

But the question will be asked:

  • What meaningful relationship can there possibly be between the spiritual practices of the rain forest and the materialism of silicon valley?

  • Is not the lore of plants rather more gnomic and occult than genomic and transparent?

  • Aren’t matters genetic best left to western scientists in their labs rather than shamans in their huts?

  • In any case, who can master the formulaic intricacies of genome-speak?

  • How could such remote and archaic people have any knowledge of DNA?

Well, it can be shown that shamanic practices have everything to do with these matters - with DNA, genetic communication, and molecular manipulation.

Although we know little neurologically about how entheogens (the psychoactive ingredients of the shaman’s plants) work on the human organism, there is nothing mysterious or magical about their efficacy.

Certainly I think we need to approach the field with the same technological curiosity as we did in the early days of digital technology. Meaning we need to grasp new principles, new terms, a whole new language.

In this respect it is perhaps worth referring at this point to the research of Jeremy Narby, embodied in the book Cosmic Serpent: DNA and the Origins of Knowledge which relates shamanic knowledge to a kind of shared genetic matrix.

 

Narby suggests is that the shaman is, in some way, communicating with his own DNA, and this is where his informative visions originate. He suggests that once the shaman taps into their own DNA, it can then communicate across organisms, across species - even across the boundary between animal and plant - and that the totality of all the DNA in the world forms a kind of matrix.

 

This transmission of signals between DNA in separate cells is effected by the emission of bio-photons, the signals are in the form of light, and at a wavelength visible to humans.

The term “biophotons” was first used by Fritz Albert Popp, in 1974i to describe the quantum phenomenon of photonic emission from biological systems. All living systems emit biophotons, both those absorbed initially from the sun and those emitted spontaneously from molecules.

 

Building on the ideas of Alexander Gurwitsch (1874-1954), the Russian biologist who introduced ideas of the morphogenetic field and mitogenetic radiationii, Popp argues that every change in the biological or physiological state of the living system is reflected by a corresponding change of biophoton emission. This may be indicative, he argues, of an information channel within living systems that may relate to chemical reactivity in cells, intercellular communication, and biological rhythms.

 

Biophysics is a field-based science.

Recently, field theory has been popularly but usefully reviewed by Lynne McTaggart, in The Field just as twenty years ago, a morphogenetic model of biological process informed Rupert Sheldrake’s A New Science of Life.

 

Finally, there is the question of how the grand convergence might be facilitated, how we might research and support its emergence. At this level I think it becomes a question of architecture and planning. Technoetic architecture lies somewhat in the future.

 

I have defined it as,

“an architecture that has a life of its own, that thinks for itself, feeds itself, takes care of itself, repairs itself, plans its future, copes with adversity and anticipates our changing needs.

 

An architecture that returns our gaze. In this sense It’s not a matter of what buildings look like to us but what we look like to them, not what we feel about places but how those places feel about us”.

But new information systems and architectural structures, and the dynamic spaces of nonlocal interaction, call for more than simply optimism and hope that a planetary art will emerge.

For this reason there is much activity in developing the Planetary Collegium based in University of Plymouth, with its first node at the Hochschule fuer Gestaltung und Kunst in Zurich, and in negotiating for nodes at the Nuova Accademia di Belle Arte, Milan and the Savannah College of Art and Design, Georgia.

Never was the future more open ended, never was culture more hybrid and emergent, it seems, than now. This is moment for the synthesis of spiritual and material technologies, and artists have a part to play in its realization.

 

The grand convergence I have outlined, with its three VRs and moistmedia, may of course prove to be little more than a dream, although I feel confident that we shall see evidence of its reality - but as Montaigne pointed out, it is pricing life exactly at its worth to sell it for a dream

 

 

 

Notes

  • Popp, F.A.1976. Biophotonen: Ein neuer Weg zur Lösung des Krebsproblems. Schriftenreihe Krebsgeschehen, Bd. 6. Heidelberg: Verlag für Medizin Dr. Ewald Fischer

  • Gurwitsch, A. and L. Gurwitsch. 1934. L’analyse mitogénétique spectrale. Paris: Herman & Cie.

  • McTaggart, L. 2003. The Field: The Quest for the Secret Force of the Universe. New York: Quill.

  • Sheldrake, R.1983. A New Science of Life. London: Granada.


 

Roy Ascott
Founding Director of the Planetary Collegium (CAiiA-STAR), is Professor of Technoetics in the University of Plymouth, England and Adjunct Professor in Design|Media Arts at the University of California Los Angeles. Amongst many senior academic and advisory appointments he has been Founding Director of CAiiA-STAR (University of Wales College Newport and Plymouth University) from which base the Planetary Collegium has evolved; Vice-President and Dean of the San Francisco Art Institute; Professor of Communications Theory, University of Applied Arts, Vienna; Professor and Chair of Fine Art, Minneaplois College of Art & Design; and President of the Ontario College of Art. He is on the Art and Media Panel of the Arts and Humanities Research Board in the UK, and a Fellow of the Royal Society of Arts in London.

Roy Ascott is an artist and theorist who has shown, inter alia, at the Venice Biennale, Electra Paris, Ars Electronica Linz, V2 Holland, Milan Triennale, Biennale do Mercosul, Brazil, European Media Festival, and gr2000az at Graz, Austria. His research is in art and the technology of consciousness. He is the founding editor of Technoetic Arts: a journal of speculative research, and he serves on the editorial boards of Leonardo. LEA, Convergence, Digital Creativity, and the Chinese journal Tom.Com. He has advised new media centres and festivals in the UK, North and South America, Europe, and the Far East, as well as the CEC and UNESCO, and convenes the annual international Consciousness Reframed conferences.

His publications are translated into many languages and include the books: Telematic Embrace: Visionary Theories of Art Technology and Consciousness.2003 http://www.ucpress.edu/books/pages/8867.html. Technoetic Arts. (Korean trans. & ed. Won-Kon Yi). Yonsei: Yonsei University Press, 2002 Art.