por Ruben Torres
05 Febrero 2016

del Sitio Web LaCosechaDeAlmas

Versión en italiano

 

 

 

 

 


Deseo realizar una pequeña y a ser posible breve, reflexión a costa de algo de lo que me he ido dando cuenta desde que me dediqué a exponerme y exponer mis ideas públicamente.

 

He tenido la fortuna de conocer gente de todo tipo y con todo tipo de experiencias, que me han ayudado a tener una idea más global de lo que piensa, siente y cree la gente real de la calle, personas como yo, con los mismos problemas que yo.

 

Para mi es y será una fortuna y me siento muy agradecido por como esas personas han compartido con un desconocido como yo, esas cosas que sentimos todos, que nos ocurren a todos o que se nos pasa por la cabeza a todos, pero qué no todos estamos dispuestos a admitir públicamente.

 

Esas dudas, esas incertezas y esas imprecisiones que al final nadie resuelve y que te ves empujado a buscarte la vida, y aventurarte a abrirte a un desconocido, en un blog o en una red social, con el riesgo que esto conlleva ya que al aparecer en público y a la vista de todos, te arriesgas a que te juzguen sin conocerte, te tachen o te etiqueten de cualquier cosa y se te sentencie porque sí, cuando en realidad solo buscas respuestas o tratas de responderlas con las pocas conjeturas que has logrado amontonar en tu camino.

Algo que siempre tuve claro es que era uno más, siempre rechace protagonismos, figurar demasiado o creerme algo que no era.

 

Es algo que siempre he tenido claro, soy como tú, ni más ni menos y desde ese punto de partida he tratado de lograr mi propia meta.

 

Para mí la humildad, la honestidad y la honradez debe primar sobre cualquier otra cosa, razón o argumento, y por eso me he apartado de todos aquellos que han tratado de regalarme el oído o me han etiquetado con títulos que hacían elevarme a un pedestal que no me correspondía o me diferenciaba de las personas que formamos la masa y somos el barro que pisan las clases y las élites.

Maestro, índigo, sensitivo, contactado, médium, sabio, e incluso en una ocasión me dijeron que Jesús en persona me conocía y seguía mi labor.

 

Jamás creí nada, ni me sentí tentado por nada de esto, no soy distinto ni diferente de nadie y no soy más que nadie, muchos al rechazar estos titulillos se apartaban decepcionados, quizá porque tenían asumido su rol de discípulo, creyente o vasallo, pero para mí todos estamos en el mismo barco y somos todos lo mismo.

 

No pretendo ponerme medallas, pero si pienso que todos tenemos que tener claro lo que no somos, para poder hallar lo que somos en realidad.

 

No creo que creerme maestro o sabio, me ayude ni a mí ni a nadie, de hecho creo que es una losa, por eso hay tanto perdido como hay.

 

 

Jamás serás libre

si solo te dedicas a mudarte de un cercado a otro.

 

Esto viene a cuento porque en estos dos breves pero intensos años, me he encontrado con trabajadores de la luz, guerreros de la luz, semillas estelares y cosas por el estilo, etiquetas que hacían a esas personas con vidas más o menos comunes, que se creyeran distintos, diferentes al resto, interiormente eran tal o cual cosa y eso los hacia especiales.

 

Jamás me topé, con alguien que me dijera que logró recordar su origen estelar o cósmico, que no fuera un guerrero o un enviado en una misión especial...

 

Soy consciente de que en este planeta somos muchos y que nuestro origen estará muy, MUY repartido, pero lo que si tengo claro es que hasta que no sepa por mí mismo mi propio origen y mi propia identidad real, la esencia de lo que soy, rechazaré todos esos títulos nobiliarios que se ponen aquellos que ansían destacar.

Demasiados guerreros, demasiados trabajadores de luz, demasiadas semillas estelares, todo esto me escama y me hace replantearme muchas cosas.

  • ¿Acaso no hay nadie que haya venido aquí solo por curiosidad, o empujado por motivos menos heroicos o simplemente engañado?

     

  • ¿Acaso todos somos esos superhéroes que llevan su traje y su capa bajo su ropa?

Esos guerreros de luz cuentan alegremente sus gestas en las que combaten contra todo tipo de entes en el astral, y yo no puedo más que sonrojarme ante algo que es evidente que por muy real que les parezca y por muy vívida que sea la experiencia, no es más que una ilusión.

 

Dudo que ayuden a nadie, dudo que nadie sepa más o tenga algo más claro que cualquiera porque se proyecte, canalice, maneje energías o vea cosas.

Muchos de los que han tenido la oportunidad de recordar experiencias o vidas pasadas, no relatan más que vidas comunes iguales a las que tienen ahora, con más o menos drama, pero iguales, y eso es lo que les da crédito, porque ninguno de nosotros fuimos Napoleón, Cleopatra o Carlo Magno, siempre fuimos masa y nos iremos de aquí siendo eso.

 

Ojala me equivoque, pero no me imagino un planeta con siete mil millones de guerreros de luz trabajando de 7 a 15, comprando el pan y calentando la sopa en el microondas.

 

Me alegro por ti si eres un guerrero de la luz y tienes una flota estelar que viene de Alfa Centauri esperando con sus naves a que tú acabes tu misión, pero seamos un poquito serios y bajémonos de estos pedestales que puede que la caída duela y mucho.

Siempre he pensado que la mejor forma de venderle un producto a alguien que no lo necesita es hacerle creer que tiene esa necesidad; de eso viven las empresas y de eso tratan los anuncios.

 

Está claro que este mundo necesita héroes y en todas las películas el paria es al final el elegido para salvar al mundo, esto es una idea que compramos todos, todos nos identificamos con el pringao y todos deseamos ser el prota, el héroe.

 

Si todo esto lo extrapolas a todos esos trabajadores de la luz, guerreros de la luz, semillas estelares, niños índigo... (y no-se-cuantas-cosas-mas) tendrás la misma fórmula que compras al ir al cine a ver esas pelis.

Antes de creerte algo que no eres, duda, antes de sentirte superior o diferente a otros como tú, duda, antes de meterte en un jardín en el que quizás te cueste mucho esfuerzo y energía salir, piensa y luego duda, porque es cierto que tienes que salvar el mundo, pero no con espadas de luz, ni con capas, ni superpoderes, sino arrimando el hombro, cambiando tu forma de pensar y cambiando tu forma de Ser.

 

Así se salva el mundo, eso sí..., no hay vítores, ni aplausos, ni fama. Es lo que tiene que ser uno.

Antes de morder la manzana del conocimiento, mira quien te la ofrece y sus intenciones, porque tú ya tienes tu propia manzana.

 

No compres lo que no necesitas...