¿Ficción o Realidad?
	
	julio 16, 2007
	
	
	
	
	
	INTRODUCCIÓN 
	La investigación del Meteorito Veas-01, así como el interés mostrado en él 
	por el Gobierno de los Estados Unidos, habiéndose designado al 
	puertorriqueño Elmer L. Román, actual Director de la Oficina de 
	Investigaciones Navales en Chile, como nexo entre dicho país y los 
	propietarios de Veas-01, ha llevado este estudio por derroteros 
	insospechados, 
	que incluyen presuntas plataformas de experimentación submarinas cercanas a 
	una isla griega llamada Agios Efstratios (con el objetivo de investigar 
	energías alternativas), así como la Historia Latinoamericana, y presuntos 
	misteriosos y "ocultos" archivos extraviados a comienzos del siglo XIX, y 
	antes, en el año 1617. 
	
	
	
	
	Los que databan del tiempo de la Colonia, y que 
	supuestamente describirían con detalle, entre otras, las actividades de los 
	Misioneros de la Compañía de Jesús, en su búsqueda de Meteoritos en 
	Sudamérica con la finalidad de transformarlos en piezas o enviarlos a Europa, 
	para la fabricación de espadas o de valiosos utensilios. 
	
	 
	
	En efecto, y aunque 
	la Orden de Jesús fue creada el 27 de Septiembre de 1540 por el militar 
	Ignacio de Loyola (el mismo año en que el Rey Carlos V crea el Archivo de 
	Simancas, en Valladolid), tan sólo 53 años después la Cia de Jesús hacía su 
	entrada oficial y triunfante en Santiago de Chile, entre ellos el sacerdote 
	jesuita con conocimientos en idioma Chilidugu o Mapudungun, don Luis de 
	Valdivia (sobrino de Pedro de Valdivia). 
	
	 
	
	Y apenas tres años después el 
	Gobernador en Chile, Oñez de Loyola (sobrino del ex militar San Ignacio de 
	Loyola), pide a la 
	Compañía de Jesus misionar al Sur del Rio Bio-Bio en todo 
	el territorio indígena.
	
	Sin embargo, un documento del Archivo de Jesuitas (pieza 1585) indicaría que 
	miembros de la Compañía de Jesús ya en el año 1588 habían tomado posesión de 
	algunas tierras del Maipo y que en dicho año habrían procedido a mensurarlas, 
	es decir, unos 8 años antes de su llegada oficial. De este sector, el 
	conocido como Calera de Tango, y debido a una disputa territorial seguida a 
	comienzos del siglo XVIII, se encuentran documentos conteniendo "mercedes y 
	posesiones de tierra" en esa zona a favor de don Pedro de Valdivia. 
	
	 
	
	En otras palabras, la zona de Calera de Tango y algunos sectores del Maipo, no fueron 
	de interés sólo por el desarrollo técnico impulsado ahí fundamentalmente por 
	el jesuita Carlos Haymhausen (o Karl von Haimbhausen), sino desde mucho 
	antes, en la época de don Pedro de Valdivia. 
	
	 
	
	Todo esto lleva a pensar que 
	los planes jesuitas en la región latinoamericana no eran propios sino que 
	habrían sido decididos y "orquestados" no sólo desde la corte española sino 
	desde las bases mismas de la Ciudad del Vaticano, que usaría a los jesuitas 
	para "emparejar" el camino y permitir una conquista completa de los 
	territorios colonizados y hacerse, de este modo, de las riquezas que en el 
	Nuevo Mundo hubiesen (recordemos que en ese entonces la Iglesia y el Estado 
	funcionaban juntos). 
	
	 
	
	Pero esta vez los Jesuitas intentarían no cometer el 
	mismo error que llevó a sus antecesores, la "Milites Templi Salomonis", de 
	ser expulsados del seno de la Iglesia, en 1312, por el Papa Clemente V, y 
	enjuiciados y expulsados por Felipe IV el Hermoso (Rey de Francia) entre 
	1307 y 1314, muriendo en la Hoguera su último General, Jaques de Molay.
	
	Por ello, y así lo relata el Premio Nacional de Historia 1996, el sacerdote 
	jesuita Walter Hanisch Espíndola, dice que para conocer la Orden de Jesús 
	recomienda leer primero la historia de la desaparecida Orden del Temple. 
	
	 
	
	Por 
	otro lado, cuando el padre Hanisch realizó sus investigaciones en el Archivo 
	del Vaticano, específicamente, en el Archivum Romanum Societatis Jesus, el 
	jesuita Charles O’Neill le comunicó que desde 1953 la Orden de Jesús estaba 
	avocada a efectuar una recopilación de toda la documentación que fuese 
	posible acopiar con el objetivo de obtener la Historia de la Compañía desde 
	sus comienzos, pasando por su expulsión en 1767, hasta nuestros días. 
	
	 
	
	En 
	efecto, el padre O’Neill le habría comentado a Walter Hanisch, en el 
	Vaticano, que la escasez del material sobre los Jesuitas de la Colonia se 
	debía a que el Padre General de la época Mucio Vitelleschi, por razones 
	misteriosas, y a pedido de los mismos jesuitas, destruyó en 1617 la mayor 
	parte de la documentación que hasta entonces la Sociedad tenía. 
	Posteriormente, él mismo comunicó a las provincias de la Compañía lo 
	ejecutado personalmente por él.
	
	Una segunda causa sobre la poca información que también existe sobre el 
	desarrollo industrial en Chile a mediados del siglo XVIII, implementado por 
	el Procurador jesuita Karl von Haimbhausen, así como en otras partes de 
	América Latina, puede deberse al resultado de la expulsión en 1767 por el 
	Rey de España Carlos III, y luego en 1773 por decreto del Papa Clemente XIV. 
	
	
	 
	
	En efecto, la mayoría de los Jesuitas fueron detenidos simultáneamente en 
	1767 y enviados todos a España en el Barco "El Rosario", de propiedad del 
	comerciante Rafael de Almera. Sólo quedaron aquellos coadjutores y 
	sacerdotes que estaban enfermos, viejos, dementes o que por su oficio, eran 
	aún necesarios por algunos meses. 
	
	 
	
	En dicho viaje, los regulares fueron 
	movilizados sin nada de sus pertenencias, pues éstas fueron llevadas por 
	otros barcos, así como documentos, microscopios, instrumentos científicos, 
	piezas valiosas, etc.
	
	Todos los archivos y documentos incautados a la Orden de Jesús pasaron a la 
	Junta y Administración de Temporalidades que funcionó en el "Head's Quarter" o 
	sede de los Jesuitas en Madrid, el Colegio Imperial de San Isidro, aunque 
	evidentemente mucha de la información relevante debe haberse transferido 
	confidencialmente al Archivo de Simancas, en Valladolid. 
	
	 
	
	Debido a las 
	guerras carlistas en España de los años 1820 y luego 1835, la Compañía fue 
	suprimida dos veces más, de manera que muchos de los documentos originales 
	de los Jesuitas (por alguna misteriosa razón) terminaron en los hornos de 
	las panaderías, o de las pulperías, en las tiendas para envolver carne, o en 
	los negocios de El Rastro.
	
	Aunque parte importante de los documentos Jesuitas presuntamente 
	desaparecieron para siempre en 1617 y luego entre 1820 – 1860, lo que ahora 
	tenemos en Chile es gracias al rico empresario español Francisco Javier 
	Bravo, quien gastó parte importante de su fortuna en recuperar, con el 
	tiempo, algo así como 60.000 documentos originales directamente desde las 
	pulperías o desde las tiendas de bizcochos y pastelerías. 
	
	 
	
	Cuando Bravo 
	publica hacia 1870 sus tres volúmenes con la documentación adquirida, la 
	gente poco o nulo interés pone en su investigación, y al no poder él pagar a 
	las Editoriales, unos 28.000 documentos son dados a la Compañía de Jesús, en 
	tanto otras 30.000 copias (sobre los jesuitas no sólo de Chile, sino de Perú, 
	Paraguay, Ecuador, Quito, Argentina, México, Antillas, Filipinas, Manila y 
	Canarias) terminan en la Biblioteca Nacional de Madrid, en manos del oficial 
	de esa entidad, Antonio Paz y Melia. 
	
	 
	
	En 1886, y debido a gestiones que desde 
	1871 viene realizando el Delegado de Chile en Francia, Carlos Morla Vicuña, 
	son comprados por apenas $1.500 pesos chilenos (unos 1.700 francos) toda la 
	documentación, la cual hasta hoy permanece en el Archivo Nacional, dividida 
	en voluminosos Catálogos.
	 
	
	 
	
	El Acero de Damasco y el Acero Toledano
	
	
	¿Por qué el Premio Nacional de Historia de 1996, el sacerdote jesuita, 
	Walter Hanisch Espíndola, decía que para entender en cierto modo a la 
	Compañía de Jesús, era importante haber leído y entendido la extinta 
	
	Orden 
	del Temple?. 
	
	 
	
	
	Aunque las razones pueden ser muchas, pretenderé brevemente 
	sólo analizar dicha orden militar a la luz de sus intereses en el aspecto de 
	los materiales y aceros:
	
		
		La "Milicia Jerosolimitana del Templo de Salomón", conocidos también como "Templarios", 
	una Orden Militar, fue fundada por siete caballeros en el año 1119. Nueve 
	años mas tarde, el 13 de enero de 1128, el papa Honorio II ordena el 
	Concilio de Troyes, en la ciudad de Francia del mismo nombre, donde 
	oficialmente el Vaticano concibe dicha Milicia para la protección de los 
	peregrinos y mercaderes que iban hacia y desde la ciudad de Jerusalén, en 
	tiempos de las Cruzadas. 
		 
		
		Como ya expusimos en el prólogo, esta Orden 
	sobrevivió por casi 193 años, hasta que en el año 1312 el papa Clemente V, 
	conjuntamente con el Rey de Francia, Felipe IV el Hermoso, en 1314, la 
	suprimen definitivamente.
	
	
	
	Cuando el papa Honorio II autoriza el funcionamiento oficial de "Los 
	Templarios" en 1128, ellos fijan como sede principal la legendaria Mezquita 
	Al-Masjid Aqsa o Al-Aqsa, construida el año 710 d.C en honor al Profeta 
	Mahoma, porque, según dice la leyenda, en dicha meseta el Angel Gabriel 
	habría subido a los cielos con el propio Profeta en el año 621 d.C. 
	
	 
	
	
	Desde 
	este lugar los militares de la Orden del Temple estaban a escasos kilómetros 
	de la famosa y sagrada Piedra Negra, conocida como Al-Hajarul Aswad, o 
	Kaaba 
	en la sagrada ciudad de La Mecca. 
	
	 
	
	
	La tradición musulmana cuenta que esta 
	Piedra Metálica habría sido dada por el Angel Gabriel, en tiempos de 
	Abraham, como regalo a los hombres, y que entró a la atmósfera terrestre 
	blanca como la nieve, pero que luego debido a los pecados de la humanidad, 
	ésta se habría tornado negra y oscura al momento de tocar la superficie 
	terrestre.
	
	Desde los tiempos en que los cruzados estuvieron en Jerusalén, los 
	Templarios siempre mostraron interés por el material que conformaba la 
	Piedra Metálica o Kaaba, la cual se cree se trata de un Meteorito Metálico 
	(un Siderito), cuyas dimensiones son 13.7 metros de alto, 10.06 metros de 
	ancho y 15.24 metros de largo.
	
	No obstante, los Templarios no pusieron interés únicamente en este Meteorito 
	de grandes dimensiones que se hallaba por siglos custodiado y querido por el 
	mundo musulmán, sino que además intentaron descifrar y copiar uno de los 
	secretos mejores guardados por los soldados del Islam, y sólo recientemente 
	redescubierto en 1982 por los investigadores de la Universidad de Stanford, 
	doctores Shelby y Wadsworth, y que en tiempos de Salah al-Din Yusuf, mejor 
	conocido como Saladino (1138 – 1193), fue ampliamente conocido por los 
	Templarios y por los cruzados: 
	
		
		Se trata del famoso Acero de Damasco que 
	hacía flexible y resistente a la vez las espadas y cimitarras del Islam, 
	constituyendo un verdadero "puzzle" y acertijo para los occidentales, 
	incluso para los toledanos a posteriori.
	
	
	
	En efecto, cuenta la leyenda que cuando el Rey cruzado Ricardo Corazón de 
	León se encontró con el gran Saladino, el rey cristiano para demostrar las 
	virtudes de las espadas por occidente fabricadas, tomó su pesado mandoble y 
	cortó una barra de hierro. 
	
	 
	
	
	En respuesta, Saladino tomó un cojín de seda y 
	sin esfuerzo lo partió en dos, de modo que ante los ojos de los cruzados, el 
	cojín pareció abrirse así mismo. Creyendo el Rey Ricardo que se trataba de 
	un truco, Saladino entonces lanzó al aire un velo y con su arma lo desgarró 
	sin esfuerzo.
	
	Los cruzados y los caballeros de la Orden del Temple notaron entonces que 
	las láminas de los islámicos no brillaban como las espadas de los francos 
	sino que tenían un color azulado marcado por una miríada de líneas curvas 
	distribuidas al azar. Posteriormente en Damasco los europeos descubrieron 
	que estas extrañas líneas eran la característica de absolutamente todas las 
	espadas usadas en el Islam. 
	
	 
	
	
	Las hojas eran excepcionalmente fuertes si se 
	las doblaba, siendo flexibles en extremo, aunque también eran 
	suficientemente duras para conservar el filo, aun cuando fuesen golpeadas 
	con firmeza contra objetos, de modo que dichas espadas islámicas misteriosas 
	podían absorber los golpes durante el combate sin romperse.
	
	 
	
	
	Las virtudes 
	mecánicas de estas espadas descubiertas en la ciudad de Damasco por los 
	cruzados, así como las preciosas marcas onduladas en su superficie, les dio 
	el nombre al material del cual las espadas estaban construidas: El Acero de 
	Damasco. 
	
	 
	
	Durante siglos, a partir de entonces, las legendarias Espadas 
	construidas con Acero de Damasco fueron la fascinación y la frustración 
	tanto de los Templarios como de sus herreros, y de los herreros de toda 
	Europa Occidental quienes trataron en vano de reproducirlas.
	 
	
	
	Se dice que el Acero de Damasco se utilizaba ya en tiempos de Alejandro el 
	Grande, en torno al año 323 antes de Cristo, aunque las primeras 
	revelaciones escritas sobre estas hojas aparecen en el 540 d.C. Es así 
	entonces que el nombre de Aceros de Damasco no proviene del lugar de origen, 
	sino del lugar donde los Templarios y cruzados descubrieron por vez primera 
	dichas espadas.
	
	Hoy se sabe, y aunque la moderna teoría de los Aceros predice que un acero 
	deja de ser de interés industrial cuando la cantidad de carbono supera el 
	1.5% aproximadamente, porque entonces éste se vuelve quebradizo, 
	precisamente los análisis químicos practicados sobre el material conocido 
	como Acero de Damasco, mostraron tener una cantidad de carbono que variaba 
	entre 1.5 y 2.0%, cantidad que interesantemente le daba a la espada tanto la 
	belleza como su "fuerza". 
	
	 
	
	
	Se sabe hoy también que la materia prima con la 
	que se fabricaba las cimitarras islámicas eran "pastas sólidas" de hierro y 
	carbono, adquiridas y preparadas en la India, conocidas con el nombre de wootz. Esta se vendía en la forma de lingotes o de redondeles del tamaño de 
	una medalla gigante. Luego, se cree que dicho wootz era enviado a Persia, 
	donde se forjaban las mejores hojas, aunque también escudos y armaduras. 
	
	 
	
	
	En 
	la Rusia Medieval al acero de Damasco se le conocía con el nombre de Bulat.
	
	A diferencia del acero antes descrito, el Acero Toledano consistía en 
	delgadas láminas alternantes de Fe y de Ni, con un contenido de Ni que varía 
	entre el 5% hasta el 15%. Esta alternancia entre ambas bandas permitía dar 
	al acero la fuerza y la resistencia que los hizo tan famosos, al punto que 
	incluso durante la Edad Media los propios japoneses mandaban a Toledo y a 
	Salamanca a fabricar las catanas y espadas Samurai. 
	
	 
	
	
	Nadie podía dudar de la 
	diferencia existente entre una espada fabricada con láminas exclusivamente 
	de Fe, con aquellas que eran fabricadas con láminas de Fe-Ni. 
	
	 
	
	
	Sin embargo, y 
	aunque durante mis tres estadías en España, y habiendo consultado y 
	conversado con algunos herreros y metalúrgicos de aquellas zonas sobre la 
	forma en cómo forjaban las espadas toledanas durante la Edad Media, donde 
	ellos decían que el secreto de los Toledanos era justamente la técnica para 
	conseguir la unión de delgadas láminas de Fe con las de Ni, lo cierto es que 
	al estar el elemento Níquel en muy baja concentración sobre la corteza 
	terrestre, a los españoles de aquella época les habría sido virtualmente 
	imposible lograr obtener vetas de Ni, para luego transformarlas en delgadas 
	láminas, terminando en la confección de las famosas espadas. 
	
	 
	
	
	Según el 
	parecer de algunos expertos, al cual me sumo, es mas probable que el secreto 
	del que los toledanos hablaban decía relación con la fuente y veta material 
	base para la confección de sus espadas, esto es, el hallazgo de los Sideritos. Las famosas 
	Líneas de Widdmanstaetten o bandas de desmezcla entre 
	Fe-Ni aparecen como los principales "delatores" del origen de las verdaderas 
	espadas toledanas. 
	
	 
	
	
	En efecto, los españoles, los bávaros y dutchs, durante 
	la Edad Media (y también después) buscaban meteoritos metálicos tanto en las 
	montañas como en los valles, los adquirían y luego los trasformaban en las 
	más diversas piezas.
	
	Es por tanto probable que, cuando la Orden de Jesús fue fundada en 1540, 
	también la sección de herrería y metalúrgica de 
	
	los Jesuitas (al igual que 
	sus antiguos antecesores, 
	
	los Templarios) buscó en los nuevos territorios 
	conquistados y descubiertos, estas preciadas piezas, lo que los llevaba a 
	recorren infatigablemente vastos y anchos territorios, permitiendo con ello 
	un mejor y natural conocimiento de la geografía e hidrografía de las zonas 
	colonizadas.
	
	Aunque esto pueda a muchos lectores parecer una novedad, esto es, el que los 
	jesuitas bávaros y holandeses buscasen en América del Sur, y particularmente 
	en Chile, meteoritos metálicos, lo cierto es que desde el punto de vista 
	histórico existen numerosos antecedentes que demuestran la utilización de 
	meteoritos para la fabricación de piezas religiosas o sortijas, no sólo 
	durante los siglos XVII o XIII, sino mucho antes, remontándonos a los 
	tiempos de los egipcios y babilónicos.
	 
	
	
	
	
	Utensilios forjados a partir de Sideritos
	Cuando Europa estaba en la Edad del Hierro, en lugares como Babilonia y en 
	Egipto se conocían plenamente el uso del hierro, apareciendo numerosos 
	objetos, armas, instrumentos y piezas decorativas construidas con este 
	material metálico. 
	
	 
	
	
	Por ejemplo, el jeroglífico mas antiguo utilizaba el 
	signo "min" para describir el hierro en general, ya que en ese entonces los 
	Egipcios desconocían el origen de los fragmentos de meteoritos que 
	encontraban. Pero cuando luego descubrieron hacia el 2500 antes de Cristo, 
	que dicho hierro provenía del espacio, el jeroglífico fue cambiado a "bia-en-pet" 
	que literalmente quiere decir "hierro de los cielos". 
	
	 
	
	
	Por otra parte, las 
	palabras Asirias y Babilónicas "anbar" o "parzillu" también significaban 
	"metal caído del cielo", de igual manera que las palabras Sumeria y Caldea "barsa" 
	y "barzel", similar a la palabra Hebrea "barzel", todas las cuales se 
	traducen como "hierro caído del cielo".
	
	Hacia comienzos del siglo XX, el Egiptólogo G.A. Wainwright encontró en Gerzeh, en el Bajo Egipto, cuentas de collares que datan del período 
	predinástico entre el 5000 y 3400 antes de Cristo. Aunque las cuentas 
	estaban muy oxidadas, los análisis químicos revelaron que ellas contenían 
	92.5% de Fe y un 7.5% de Ni, determinándose que estos collares provenían de 
	una subclase de Meteorito conocido como Octahedrite. 
	
	 
	
	
	En tiempos de Hamurabi 
	(o Hammurabi), se sabía que, tanto materiales metálicos como basaltos, 
	provenían del espacio y por tanto eran ocupados con muchos fines religiosos 
	y ceremoniales. Se presume que uno de ellos corresponde al enorme basalto o 
	especie de Diorita, sobre la cual en el año 1692 a. C., se grabó una ley con 
	caracteres Cuneiformes Acadios conocida como el Código de Hammurabi, el cual 
	corresponde al primer conjunto de leyes escrita de manera impersonal, cuyo 
	texto se asemeja al Derecho Jurisprudencial o Common Law, recopilando las 
	decisiones de justicia del Rey. 
	
	 
	
	
	Se dice que el Código de Hammurabi es el 
	primer ejemplo del concepto jurídico de que algunas leyes son tan 
	fundamentales que ni un Rey tiene la capacidad de cambiarlas. El presunto 
	meteorito basáltico que contiene el Código de Hammurabi, fue descubierto en 
	el año 1901 por el expedicionario y arqueólogo francés Jacques de Morgan, 
	posteriormente conducido a París, donde el asiriólogo y sacerdote dominico 
	francés Jean-Vincent Scheil determinó la traducción completa del código. 
	
	
	 
	
	
	Luego, dicho códice se trasladó al Museo de Louvre en París, donde permanece 
	hasta el día de hoy.
	
	El profesor polaco Andrzej Kotowiecki, publicó el año 2004 un interesante 
	artículo en la Meteoritical Society, que narra sobre diversos objetos 
	hallados en Polonia que corresponden a meteoritos metálicos. Así, Kotowiecki 
	menciona que en la localidad de Czestochowa-Rakow, se encontraron dos 
	brazaletes que datan de entre el 700 y el 550 antes de Cristo, con diámetros 
	de 7.3 y 7.0 centímetros, ambos conteniendo respectivamente 18.25% y 12.47% 
	de Ni, significando que la veta meteorítica desde donde se obtuvieron los 
	dos brazaletes era un meteorito de la subclase Ataxite.
	
	En la villa de Wietrzno-Bobrka, cerca de Dulka Pass, en el año 1957 se 
	encontró un hacha de 376 gramos con una cantidad de Ni que variaba entre 8% 
	y 10%, implicando que el meteorito metálico del cual se obtuvo el hacha era 
	también una Ataxite. 
	
	 
	
	
	Otra hacha conocida con el nombre de Hacha Jezierzyce 
	Male, hallada durante el siglo XIX en la villa de Klein Jeseritz, fue 
	fabricada de una subclase de meteorito conocida como Hexahedrite, 
	conteniendo entre un 1.6 y 3.0% de Ni y 0.56% de P. En el año 1997 los 
	doctores polacos Marek Krapiec y Elzbieta Bielanska descubren el primer 
	meteorito que no tiene absolutamente nada de Ni. 
	
	 
	
	
	Se trata de una pequeña 
	cruz confeccionada en el siglo XIII, hallada en la localidad de Trepcza, 
	cerca de Sanok. Como la literatura establece que un meteorito metálico no 
	puede tener menos de 1% de níquel, esta pieza ha sido de alto interés, 
	puesto que correspondería al primer Siderito encontrado que no posee nada de 
	este elemento. El segundo meteorito de menor contenido de Ni sería Veas-01 
	con un promedio en la corteza de 0.2% de Ni.
	
	Finalmente, en 2002, el profesor Andrzej Kotowiecki descubre en una Iglesia 
	Franciscana de Polonia una pequeña hacha de dimensiones 15 x 8 x 8 cms, 
	confeccionada probablemente en el siglo XVII, la cual es utilizada en las 
	celebraciones anuales de cada Viernes Santo. 
	
	 
	
	
	Los regmagliptos sobre la 
	superficie de este objeto son característicos de los meteoritos.
	 
	
	
	
	
	Anécdotas curiosas
	El secreto sobre el Acero de Damasco que intrigó tanto a los Templarios de 
	su tiempo, como a los jesuitas bávaros, españoles y holandeses en tiempos de 
	la Colonia, no ha sido el único material que ha sorprendido e intrigado a 
	los regulares y estudiosos en general.
	
	En el año 1997 el metalúrgico y especialista en materiales hindú, Dr. R. Balasurbamanian, del 
	Instituto Tecnológico de Kampur, descubre una extraña 
	fase nunca antes vista del Oxihidróxido de Fe (fase delta) en una columna de 
	hierro erigida hacia el año 500 antes de Cristo. 
	
	 
	
	
	Esta columna conocida como 
	
					Columna de Ashoka, tiene la particularidad de ser magnética, formada por 
	casi 99% de Fe, y que parece no oxidarse con el tiempo, aún cuando la 
	humedad y los monzones han arreciado sobre ella por siglos. En ocasiones, 
	esta misteriosa columna actúa como pararrayos durante los días tormentosos. 
	
	
	 
	
	
	El compuesto descubierto por el profesor Balasurbamanian, con quien he 
	mantenido cierta correspondencia, fue denominado Misawite, el cual recubre 
	la Columna de Ashoka no provocando microfisuras en el material ferrítico; 
	descubrimiento que permitió al Instituto de Kampur registrar y comercializar 
	una millonaria patente tecnológica que será usada para recubrir superficies 
	que se desean proteger de la acción de la oxidación en metales. 
	
	 
	
	
	Parece increíble que una construcción que posea mas de 2500 años de antigüedad 
	pueda aportar al actual conocimiento tecnológico, cuando a muchos pudiera 
	parecerles que en el pasado no existirían aportes técnicos para aplicaciones 
	modernas.
	
	Así como sucedió con las patentes tecnológicas que se están obteniendo a 
	partir del estudio de la Columna de Ashoka en la India, también ha sucedido 
	que el interés gestado por Veas-01 no se debe sólo al hecho de que se trate 
	de un Meteorito anómalo, sino a las patentes tecnológicas que pudiesen 
	obtenerse del material que lo conforma, lo cual en parte explicaría la poca 
	colaboración existente por parte de institutos y universidades (que reciben 
	fondos provenientes de entidades extranjeras y ligadas a los gobiernos más 
	influyentes del Mundo) en financiar, terminar y corroborar otras 
	características interesantes que han sido detectadas sobre esta Piedra. 
	
	
	 
	
	
	Incluso el sacerdote jesuita y director anterior de la Specola Vaticana y 
	director del Museo de Meteoritos del Vaticano, George Coyne, dijo no tener 
	el conocimiento ni los instrumentos para continuar con las investigaciones 
	de Veas-01, lo cual parece extraño toda vez que el Vaticano posee oficinas 
	científicas en la Universidad de Arizona, la cual mundialmente investiga 
	meteoritos.
	
	También llama la atención que el ciudadano puertorriqueño designado como 
	contacto entre la ONR de USA y nosotros, Elmer Roman, sea precisamente 
	ex-alumno de una institución jesuita, como lo es la Universidad de Puerto 
	Rico, campus Mayaguez. 
	
	 
	
	
	Su profesor y decano de la facultad de Ingeniería 
	Mecánica, Jorge E. Gonzalez, se trasladó hace un año desde la universidad 
	jesuita de Puerto Rico, a otra institución en Estados Unidos, también de la 
	Compañía de Jesús, al Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad 
	de Santa Clara, en California. La entidad universitaria mas antigua de los 
	Estados Unidos de Norteamérica es la universidad jesuita de Georgetown, en 
	la cual se entrenaban intelectualmente (durante la guerra fría) a los 
	agentes que serian enviados a diversas partes del Mundo.
	
	Entre septiembre de 2006 y marzo del presente año, algunos vehículos e 
	intrusos fueron sorprendidos intentando tomar fotos no autorizadas de la 
	Roca Veas-01. 
	
	 
	
	
	Luego de varias investigaciones relativas a las patentes de 
	los vehículos y análisis de sus dueños, sus rut, direcciones, y 
	vinculaciones, se logró determinar que siempre estos "fotógrafos" estaban 
	vinculados a actuales sacerdotes de la Compañía de Jesús, lo cual nos estaba 
	indicando que más que el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, son 
	sus nexos con la Orden Jesuita y con el Padre General holandés
	Peter Hans Kolbenbach, los que demuestran mayor interés por obtener datos, fotos y, por 
	qué no decirlo, adquirir la Roca, reflejando que evidentemente antes debió 
	existir, en el pasado colonial de Chile, documentos escritos por los 
	jesuitas de entonces, describiendo ciertas características interesantes de 
	Veas-01; roca que durante mucho tiempo se perdió en la memoria de los 
	tiempos, y que hoy, luego de siglos, hace su reaparición.
	
	Los actuales jesuitas en Chile, y en el Mundo, aunque con una capacidad 
	intelectual y técnica muy inferior a aquellos que desarrollaron, durante la 
	Colonia, las artes y las ciencias en nuestra región y en los países 
	asiáticos, recién luego de la Segunda Guerra Mundial han estado dispuestos a 
	escudriñar su pasado, y determinar con certeza aquellas acciones que los 
	hicieron grandes, cuando entre sus filas habían ávidos investigadores de las 
	ciencias, geógrafos, historiadores, lingüistas, y técnicos.
	
	A diferencia de entonces, y salvo contadas excepciones, como el Premio 
	Nacional de Historia y sacerdote, padre Walter Hanisch, los actuales 
	miembros de la Orden de Jesús se dedican única y exclusivamente a 
	"entrometerse" en lo que otros hacen, a "espiar" otras organizaciones, y a 
	participar en política contingente, tratando de congraciarse con el "vulgo", 
	como si con ellos pudiesen obtener alguna cosa benéfica. 
	
	 
	
	
	Al igual que muchos 
	integrantes del pueblo judío, los jesuitas tienden a actuar con prepotencia 
	y desaire hacia los demás que no corresponden a su cofradía, viviendo, 
	"repasando" y rememorando las cosas que sus antepasados hicieron, aunque 
	ellos sin aportar nada constructivo en la actualidad; pero que ante el menor 
	ataque hacia ellos, reaccionan poniéndose públicamente como las víctimas en 
	las manos de la "maldad de la humanidad", y de 
	
	un holocausto inexistente.
	 
	
	
	
	
	Los aportes de la familia bávara Haimbhausen
	Aunque mucho podríamos hablar del aporte de los alemanes a la ciencia y a la 
	técnica de aquel entonces, sólo me detendré brevemente en dos protagonistas 
	que fueron instruidos y criados por los estudiosos y científicos jesuitas de 
	entonces. 
	
	 
	
	
	Me refiero a los dos Carlos Haymhausen (o Karl von Haimbhausen), 
	quienes destacaron durante el siglo XVIII en las artes, en las letras y en 
	las ciencias; aunque desafortunadamente la mayor parte de sus escritos 
	fueron extraviados, o quemados, durante la primera mitad del siglo XIX, y 
	sólo poca información ha llegado hasta nuestros días.
	 
	
		
		I.- Karl von Haimbhausen, el escritor
		
Mas conocido como Karl von Eckartshausen, este escritor fue uno de los 
	cerebros que más brilló en el campo de la filosofía y de la teología del 
	dicho siglo, aunque sus escritos abarcaron campos como la ciencia, el Arte, 
	drama, política, Historia y Religión, además de estudios y escritos 
	relacionados con el área de la Magia, la Alquimia, y las propiedades de los 
	Números. Hijo ilegítimo del conde Carlos de Haymhausen, nació en el castillo 
	bávaro de dicho nombre el 28 de junio de 1752. 
		 
		
		Como no pudo mantener luego 
	su apellido, y gracias al total e incondicional apoyo de su padre, y debido 
	a que su madre (Marie Anne Eckart) falleció al dar a luz, su padre le dio un 
	apellido compuesto, que unía el de su madre y el de su influyente familia. 
	De este modo Carlos von Haymhausen hijo fue conocido en adelante como Karl von Eckartshausen. 
		
		 
		
		Aunque la personalidad del pequeño Carlos era melancólica 
	y retraída, su padre se aseguró de colocarlo en puestos de importancia 
	pública. A la edad de los siete años, como él revelara después, tuvo 
	visiones y sueños de naturaleza mística y profética, que lo volcaron a 
	dedicarse con pasión a todas las ramas del conocimiento y a las ciencias 
	ocultas. 
		 
		
		El padre de Eckartshausen se aseguró que su hijo Carlos recibiera 
	una de las mejores educaciones de la época. Primero recibió su educación en 
	el Colegio de Munich, para posteriormente ingresar en 1770 a la Universidad 
	de Ingolstadt para sus estudios de Filosofía y Leyes. Educado principalmente 
	en facultades Jesuitas, Eckartshausen sobresalió en todos sus estudios y 
	finalizó en 1774 con honores universitarios, obteniendo además un "Doctors 
	Degree of Divinity". 
		 
		
		En el año 1777, Eckartshausen fue admitido en la 
	Academia de Ciencias de Munich, donde se dedicó a estudios académicos en el 
	campo de las Ciencias Naturales, donde conoció y entabló una estrecha 
	amistad con el Director de Historia de la academia, Ferdinand von 
	Sterzinger, quien se interesaba mucho en los fenómenos alquímicos.
Posteriormente se especializó en Criminología, y obtuvo el puesto de Censor 
	en la Biblioteca de Munich, donde estuvo encargado de revisar los trabajos 
	que se publicaban en Literatura y Leyes. En 1784 fue designado con el cargo 
	de Conservador de la Casa Electoral. 
		 
		
		En esa posición tuvo el tiempo y el 
	acceso a documentos importantes, que luego le permitirían escribir su obras 
	literarias, de las cuales la mas conocida y que influiría en el futuro fue 
	"The Cloud upon the Sanctuary", publicada un año antes de su muerte. 
		
		 
		
		Entre 
	sus artículos mas famosos podemos encontrar: 
		
			
				- 
				
				The practical and systematic 
	organization of the Principal Archives in general 
- 
				
				The Moral Teachings for 
	the Bavarian Citizen 
- 
				
				Concerning the Source of Crimes and the Possibility of 
	Prevention 
- 
				
				Music of the Eyes or the Harmony of Colours 
		
		Al mismo tiempo Eckhartshausen se interesó en el teatro y escribió numeroso dramas, siendo 
	el más popular: ‘The Prejudice of Birth’.
Como hombre religioso, Carlos von Eckartshausen se interesó profundamente en 
	la Metafísica, en las Teosofías y en el pensamiento religioso. En 1788 
	publica su obra titulada: "Magic: Principles of Higher Knowledge". 
		
		 
		
		Otras de 
	sus destacadas obras fueron, en 1790 "God is the Purest Love", en 1791 
	"Mystics Nights", y en 1796 "The Most Important Hieroglyphs for the Human 
	Heart". 
		 
		
		Víctima de una dolorosa enfermedad, Karl von Eckartshausen muere el 
	13 de mayo de 1803, sucediendo entonces que la mayoría de sus trabajos se 
	pierden residiendo sólo parte ellos en viejos museos y bibliotecas, tomados 
	ocasionalmente por algunos académicos.
De todas sus obras, sólo "The Cloud upon the Sanctuary" continúa vigente 
	hasta comienzos del siglo XX cuando se crea la Sociedad Secreta del Amanecer 
	Dorado (Order of the Golden Dawn), donde las obras de Eckartshausen sirven 
	de inspiración para diversos movimientos esotéricos, incluyendo el 
	pensamiento místico que inspiró a muchos alemanes que conformaron el 
	movimiento Nacionalsocialista, el cual en tiempos de Adolfo Hitler llegó a 
	su máxima expresión.
 
		
		
II.- Karl von Haimbhausen, S.J. el primer industrial chileno
		
Karl von Haimbhausen, nació en la ciudad de Munich en el seno de la familia 
	noble ya antes descrita de los Haimbhausen (o Haymhausen) el 28 de mayo de 
	1692. A la edad de 10 a años, el 20 de octubre de 1702, Carlos ingresa a la 
	congregación de la Sociedad de Jesús, donde se le ordena venir a Chile como 
	sacerdote jesuita en 1724. 
		 
		
		El fue profesor de teología y por muchos años el 
	rector del Colegio Máximo de San Miguel en Santiago. Como Chile se había 
		constituido en 1624 en una provincia independiente, Carlos Haimbhausen fue 
	nombrado Procurador y Provincial de la Orden Jesuita el año 1724, además de 
	Maestro de Novicios, e Instructor cuando él sólo tenía 32 años. 
		 
		
		Tomado con 
	gran estima, el propio obispo español y el virrey lo escogen a él como 
	confesor personal, a pesar de ser Haymhausen un extranjero. El padre jesuita 
	Karl von Haimbhausen fue el precursor de la industria en Chile en tiempos de 
	la Colonia, impulsando económicamente e industrialmente la Hacienda de 
	Calera de Tango, adquirida por los jesuitas años atrás a la Orden de los 
	Agustinos. 
		 
		
		Este procurador alemán tuvo la visión de gestar grandes 
	desarrollos en la zona de Chile debido al decaimiento industrial que Europa 
	sufría. En el año 1848 y también después, Haimbhausen trajo desde Bavaria 
	numerosos maestros industriales, entre ellos, orfebres, herreros, 
	fabricantes de campanas, relojeros, plateros, ebanistas, etc. todos los 
	cuales se instalaron en la Hacienda de la Calera, donde construyeron 
	numerosos túneles, acueductos y bocatomas para desviar los ríos y utilizar 
	sus aguas. 
		 
		
		La abundancia de oro y plata existente en los territorios 
	descubiertos continuaron arruinando las industrias en Europa, ya que para 
	los españoles era mas fácil y conveniente importar artículos manufacturados 
	desde fuera de Europa y pagar por ellos en especias.
Teniendo esto en cuenta, el jesuita bávaro Haimbhausen fabricó, con su gente 
	desde Chile, relojes que luego vendía y/o regalaba a las cortes europeas. 
	Junto con ello fabricó los famosos órganos de coro, campanas de grandes 
	dimensiones, numerosas piezas para uso de cultos religiosos, como cálices, 
	patenas, y custodias (como la que aún sobrevive en el Museo de la Catedral 
	de Santiago). 
		 
		
		Se sabe también que Haimbhausen trajo en 1750 todas la 
	maquinarias, papel e implementos para montar una imprenta privada dedicada 
	exclusivamente para los jesuitas (no para uso público ni de las 
	instituciones oficiales del gobierno). Lamentablemente debido a la 
	desaparición y quema de los documentos jesuitas durante el siglo XIX (que ya 
	fue mencionado al comienzo de este artículo), no existen vestigios ni 
	documentos de que la Orden de Jesús de ese entonces hubiese implementado la 
	primera imprenta moderna en Chile. 
		 
		
		El crecimiento y desarrollo industrial de 
	Chile de entonces se debe principalmente a la gestión de los jesuitas 
	alemanes y holandeses, y aunque algunos historiadores chilenos (que no son 
	expertos técnicos) dicen que éstos no tenían la capacidad ni los 
	conocimientos metalúrgicos europeos, es probable que los jesuitas bávaros sí 
	habrían traído instrumentos y técnicas desde Europa para forjar metales, o 
	al menos, para utilizarlos cuando los hallaban (como sucedían con los 
	meteoritos encontrados por los toledanos, y usados para la fabricación de 
	espadas). 
		 
		
		La decadencia europea precisamente alentaba a fabricar objetos y 
	piezas en el extranjero, puesto que resultaban menos costosas, además de que 
	se estaba en contacto directo con la materia prima, sin el inconveniente de 
	exportarla hacia España o Europa.
Sin embargo, el 31 de marzo de 1767 el rey de España, Carlos III, secundado 
	por el Conde de Aranda, expulsa a la Compañía de Jesús de toda la península 
	Ibérica y desde todos los territorios conquistados. Esta orden es llevada a 
	cabo a partir del 1 de abril de ese año. 
		 
		
		El padre jesuita, notable 
	industrial de noble familia bávara, fallece en Chile el 7 de abril de 1767 a 
	la edad de los 75 años de edad.
 
	
	
	Los Jesuitas y la Ciudad de los Césares
12 años antes de la creación de los Jesuitas por decreto papal, en el año 
	1528 sucede que un comandante de fragata inicia una expedición española al 
	Rio de la Plata. Entre la tripulación viene el capitán Francisco César, 
	quien junto a otros 11 soldados reales deciden explorar el territorio 
	internándose lentamente hasta llegar presuntamente a las sierras de Córdoba, 
	en el borde cordillerano. 
	 
	
	El y sus soldados luego informan al Rey de España 
	haber visto una ciudad redonda entre las montañas cordilleranas, la cual 
	luego con los años es vista por numerosos soldados, pero en lugares 
	diferentes. Como el apellido del primer capitán en observarla fue César, en 
	conjunto con sus 11 soldados, esta misteriosa ciudad sería conocida a partir 
	de entonces como la Ciudad de los Césares o de los Españoles.
Según las diversas versiones, que se sucedieron por más de 300 años, la 
	Ciudad de los Españoles era una ciudad hermosa, luminosa y dirigida por 
	hombres altos y blancos, que algunos pensaron se trataba de ingleses, o 
	incluso rusos, que habrían hecho asentamientos humanos. El problema era que 
	la posición de esta ciudad cambiaba según las declaraciones prestadas tanto 
	por soldados españoles como por los indígenas que decían haberla visto. 
	
	 
	
	Mientras algunos afirmaban haber visto esta ciudad redonda en las 
	cordilleras de Córdoba, otros decían haberla visto en la zona de Nahuelhuapi, o incluso en el Estrecho de Magallanes.
	
En efecto, en el Catálogo de Morla Vicuña (Vol. 87, pieza 15) aparece un 
	documento del 21 de febrero de 1587, en que el Gobernador de Tucumán informa 
	a S.M. el Rey de España sobre el comercio interno y externo de la provincia, 
	pero además sobre la misteriosa Ciudad de los Césares. Luego en el año 1600 
	(Vol. 87, pieza 21), Domingo de Eraso informa a S.M. sobre la división 
	administrativa del Reino, pero también sobre la Ciudad de los Césares. 
	
	 
	
	En 26 
	de febrero de 1611, Alonso de Rivera informa al Rey sobre los progresos en 
	la colonización pero además sobre la ciudad de los césares. Posteriormente, 
	desde Europa viaja hacia Chile el sacerdote jesuita P. Antonio Mascardi para 
	misionar entre 1674 y 1684, aunque el propósito encomendado en Europa era 
	dar con la localización exacta de la Ciudad de los Césares. 
	 
	
	De esta forma, 
	el jesuita Mascardi ayuda con la creación de la misión en Nahuelhuapi, e 
	interroga a los indios del lugar sobre la posición donde la "huidiza" ciudad 
	estaría. Aunque los jesuitas, P. Mascardi y padre Laguna, realizan varias 
	expediciones financiadas desde Europa para hallar la ciudad, como siempre, 
	la posición dada por los indios y los testigos no parece dar fruto, puesto 
	que al ellos llegar al lugar establecido, no encuentran mas que montañas y 
	valles.
En 1705, el rey de España pide un informe detallado de los resultados de las 
	expediciones del jesuita P. Mascardi en su intento por encontrar la Ciudad 
	de los Césares.
En octubre de 1712, el gobernador Andrés de Ustáriz comunica al S.M. que el 
	oficial Mayorga habría descubierto la Ciudad de los Césares (Vol. 90, pieza 
	18e), emitiéndose luego en junio de 1716 una Orden Real desde la ciudad de 
	Aranjuez, en España, para pesquisar la ruta propuesta por Silvestre Antonio 
	Díaz de Rojas, para así llegar al lugar donde Mayorga habría encontrado la 
	Ciudad de los Césares. 
	 
	
	Evidentemente, esta búsqueda fracasó, porque la 
	posición de la ciudad había nuevamente cambiado. Algunos proponían que para 
	llegar a dicha ciudad era conveniente hacer el derrotero desde la ciudad de 
	Buenos Aires.
En septiembre de 1720, el Dr. Bruno de Zavala (Vol. 90, pieza 18i,j) habla 
	del desembarque de indios que van con destino en búsqueda de la Ciudad de 
	los Césares, agregándose algunos mapas y cartas sobre las anteriores 
	versiones.
El año que el jesuita Karl von Haimbhausen llega a Chile, el padre jesuita 
	Fray Pedro Jerónimo de la Cruz, solicita autorización para descubrir la 
	Ciudad de los Césares. En el 1725 el Rey de España recomienda que, para 
	encontrar la ciudad, era preferible seguir la ruta mencionada en 1716 por 
	Silvestre Antonio Díaz.
Los ingleses se enteran que Europa tiene mucho interés por las 
	investigaciones y posibles hallazgos que han tenido lugar en territorio de 
	las Indias, y deciden esta vez sorpresivamente tomarse las Islas Malvinas 
	hacia 1767, cuando son expulsados los jesuitas. Antes, en 1712 los ingleses, 
	con la ayuda del Marques de Corpa y sus familiares, y sobornado a algunos 
	gobernadores como Andrés de Ustáriz, fracasaron en el intento por tomar el 
	control del Reino de Chile a partir de los puertos chilenos.
El soldado Francisco Aburto presta una declaración el 21 de junio de 1777 
	expresando haber visto con sus propios ojos la Ciudad de los Césares. A los 
	autos son agradadas las declaraciones de la india María, quien dijo haberla 
	visto también. En febrero de 1778, el gobernador de la ciudad de Valdivia 
	informa del nombre de personas a quienes se les puede tomar testimonio de 
	haber visto la Ciudad de los Césares, informando además de los viajes de 
	Ventura Carvallo y sus tentativas para llegar a la ciudad de los césares en 
	base a las declaraciones de los indios.
En 1782, se vuelve a tomar nota de un avistamiento de la Ciudad de los 
	Césares en territorios cercanos al Estrecho de Magallanes. Luego, el 3 de 
	febrero de 1783 Ambrosio de Benavides le escribe al Ministro de Indias sobre 
	el resultado de las expediciones por ubicar esta misteriosa ciudad.
En 
	resumen, hasta 1813 aparecen escritos relativos a los avistamientos de 
	una ciudad redonda, hermosa, escurridiza o esquiva, la cual gusta de 
	colocarse en los interiores cordilleranos, o en valles escondidos y de 
	difícil acceso. En otras palabras, por casi 300 años, entre 1524 y 1813, 
	aparecieron versiones sobre esta misteriosa ciudad, la cual muchos dijeron 
	haberla hallado al menos una vez, en diferentes posiciones físicas, en 
	latitudes muy diversas, pero que nunca pudieron confirmar sus declaraciones. 
	
	 
	
	España, Alemania, Holanda, Francia e Inglaterra buscaron afanosamente 
	mediante sus exploraciones esta perdida ciudad, logrando acrecentar con ello 
	el conocimiento de la geografía, de los fiordos, de los ríos, las islas y de 
	los mares de la Indias.
 
	
	
La Sociedad del Jahrbuch
	Cuando la Segunda Guerra Mundial finaliza, y con ello, llegan a su fin las 
	exploraciones científicas alemanas hacia Sudamérica y territorios asiáticos, 
	son múltiples los adelantos científicos y técnicos alemanes que son 
	incorporados y sorteados entre los países soviéticos y los del ala 
	americana. Aeronaves, materiales con aleaciones especiales, misiles, 
	radares, etc., todo es repartido entre los países vencedores. 
	 
	
	Estados 
	Unidos, Inglaterra y la Unión Soviética se nutren, a partir de entonces, con 
	las mejores y más brillantes mentes del mundo científico y técnico alemán, 
	dejando al pueblo alemán y a sus antiguos aliados en una gran desventaja 
	industrial. Los aviones de guerra modernos, las lanzaderas espaciales, los 
	transbordadores, todo ello fueron obras del pensamiento científico alemán, 
	imitado ahora, pero nunca igualados ni por americanos ni ingleses. 
	
	 
	
	Es como 
	comparar una obra del mismísimo maestro Leonardo da Vinci con la de una 
	imitación bastante buena: los ojos de un novato no notarán diferencia, pero 
	claramente un especialista notará el trazo del genio de aquel que sólo busca 
	imitarlo para obtener un fin comercial.
Con la caída del Nazismo, la consiguiente venida de los juicios políticos, 
	sumados a una desmesurada y marcada "victimización" del pueblo judío, muchos 
	de los pensamientos intelectuales alemanes basados en los escritos y aportes 
	de antiguos filósofos como el del mencionado escritor Karl von Haimbhausen 
	(Eckartshausen), parecieron entrar en un estado de letargo, a la espera de 
	un momento mas propicio. 
	 
	
	De igual forma que las órdenes militares de antaño, 
	la Orden del Temple en 1314, o la Orden de Jesús en 1767, así también, antes 
	de 1945 el impulso industrial y tecnológico sin parangón propuesto por el 
	Nazismo, fue abruptamente detenido, pero sólo momentáneamente.
El interés por los adelantos que pudieron existir en Sudamérica colonial 
	pasaba por descubrir qué piezas habían sido desarrolladas por los nativos e 
	indígenas, y cuáles por los jesuitas o por artesanos europeos que dejaron 
	aquí su legado y sus descubrimientos. 
	 
	
	Como los jesuitas eran hasta antes de 
	su expulsión en 1767, los confesores naturales de los reyes y monarcas 
	europeos, difícilmente los líderes alemanes y holandeses de la Orden de 
	Jesús pudieron desconocer que su persecución y expulsión sería inminente. 
	
	 
	
	Por ello, es probable que la propia imprenta privada traída hacia 1748 a 
	Santiago de Chile por el industrial Haimbhausen, no fuese para otra cosa 
	sino para respaldar y escribir en textos legibles todo el legado y el 
	conocimiento que hasta ese momento ellos habían adquirido tanto en Europa 
	como en América Latina; conocimiento que presumiblemente quedó en nuestro 
	país y que jamás viajó a Europa, ni al Archivo de Simancas ni a Juntas de 
	Temporalidades en Madrid, ni menos al Archivo de Indias en Sevilla.
En efecto, en el Archivo Nacional existe documentación certificatoria de que 
	el sacerdote jesuita Juan Nepomuceno Walther, junto con otros regulares, 
	habrían planificado proteger y salvaguardar, al menos con dos años de 
	antelación, tanto la documentación importante de los jesuitas como las 
	piezas mas preciadas fabricadas o encontradas por ellos en el Reino de 
	Chile. 
	 
	
	En 1765 Nepomuceno Walther selecciona documentos y libros a ser 
	enviados a bodegas, en tanto en el Catálogo de Archivo de Jesuitas, pieza 
	2713, se dice que este jesuita pide en 1766 se ordene que bajo ningún 
	pretexto se les despoje del sitio que han elegido en Talcahuano para 
	construir una bodega. La pieza 2353 del mismo catálogo dice que, habiéndose 
	dado la orden de incautar los bienes de los jesuitas en agosto de 1767, se 
	procede a verificar los libros y documentos que estaban en el Colegio Máximo 
	de San Miguel, y que los libros que ese colegio tenían fueron inventariados 
	por don José de Traslaviña y por los padres jesuitas Juan Nepomuceno Walther 
	y Bernardo Goyonete.
Siguiendo este análisis, es probable también que la 
	información sobre la 
	documentación presuntamente quemada y destruida en 1617 por el general de la 
	Orden Jesuita, P. Mucio Vitelleschi, tampoco sea verídica, habiéndose 
	logrado, probablemente, la protección de la información contenida en los 
	originales o manuscritos de importancia. 
	 
	
	Así, justo en los años en que 
	Estados Unidos crea cursos de acción para influir sobre Chile y 
	Latinoamérica, utilizando la sede la Universidad de Georgetown, universidad 
	jesuita, para entrenar a los agentes y espías que dirigiría hacia 
	Sudamérica, Europa y Rusia, en Alemania se funda en 1963 un anuario sólo 
	para tomar conocimiento de la historia latinoamericana, bajo el título 
	"Jahrbuch fuer Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft 
	Lateinamerikas", conocido simplemente como el "Jahrbuch".
	
El Jahrbuch fue fundado en 1963 por Richard Konetzke y Hermann Kellenbenz, 
	los representantes mas destacados de los estudios de la historia de España y 
	de Hispanoamérica en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. El 
	motivo principal para tal empresa fue el de dar impulso a los estudios de 
	historia hispanoamericana especialmente en Alemania, creando un órgano que 
	recogiera colaboraciones originales de especialistas de todos los países y 
	que al mismo tiempo facilitara la publicación de sus trabajos al pequeño 
	grupo de estudiosos alemanes, formados en su mayoría por los mismos 
	fundadores. 
	 
	
	En 1963 Richard Konetzke y Hermann Kellenbenz publican en 
	colaboración con Günter Kahle y Hans Pohl. Editorial Böhlau, Köln-Wien. 
	Cuando en 1964 salio el primer volumen, era el Jahrbuch la primera 
	publicación periódica dedicada exclusivamente a la historia iberoamericana 
	que se editaba en Europa fuera de España. 
	 
	
	El Jahrbuch es una de las 
	publicaciones con carácter internacional mas acentuado que publica 
	colaboraciones en cinco idiomas distintos, a saber, español, portugués, 
	francés, ingles y alemán. Sin embargo su difusión se encuentra ceñida mas 
	bien a bibliotecas e instituciones científicas., debido al hecho que la 
	publicación corre a cargo de una editorial privada, de la "Iberische und 
	Lateinamerikanische Abteilung des Historischen Seminars der Universität 
	Köhln", Departamento Ibérico y Latinoamericano del Instituto de Historia de 
	la Universidad de Kohln, lo cual impide la distribución por canje. 
	
	 
	
	En el año 
	1974 se dan a conocer en Sevilla el índice de los volúmenes editados hasta 
	la fecha, que al mismo tiempo representa un resumen bastante completo del 
	americanismo alemán.
Un rastreo superficial del índice del Jahrbuch entre 1963 – 1974 nos 
	evidencia un ligero predominio de temas de historia colonial con respecto a 
	la contemporánea. En cuanto a las materias abarcados encontramos 
	representadas todas las ramas históricas, si bien prevalecen claramente por 
	un lado los estudios de historia económica y social (testimonio elocuente de 
	los intereses históricos de los fundadores) y por el otro las colaboraciones 
	bajo el rubro de "fuentes", archivística y bibliográfica en señal del 
	propósito inicial de facilitar al americanismo alemán el conocimiento de los 
	medios de trabajo precisos, y de dar a conocer bibliografía alemana y 
	materiales del archivo conservados en Alemania. 
	 
	
	La lista de colaboradores, 
	sin embargo, demuestra claramente que el Jahrbuch, o Anuario, no es en 
	absoluto una publicación de alemanes para alemanes, sino de marcado carácter 
	internacional, siendo de destacar la nutrida colaboración de autores 
	hispanoamericanos, incluyendo el artículo de P. Walter Hanisch, S.J., en 
	1973 sobre el jesuita bávaro Haimbhausen; fenómeno poco común en las 
	revistas publicadas fuera del mundo hispánico.
Entre los artículos publicados en este 
	índice podemos apreciar que, así 
	como en enero de 1712 los ingleses fueron descubiertos y desbaratados en su 
	intento por tomar el control de Chile con la ayuda de algunos gobernadores 
	españoles y el Marques de Corpa, también el investigador Gerhard Brunn 
	publica en 1969 un artículo en el que Alemania tendría interés por controlar 
	Latinoamérica, para lo cual se propuso entre los años 1885 y 1924, influir y 
	profesionalizar algunos ejércitos latinoamericanos antes de la I Guerra 
	Mundial.
En cuanto al período 1504 – 1800 sobre el Brasil y la influencia alemana 
	ahí, un interesante artículo es publicado por el investigador Martin 
	Franzbach en 1970, bajo el titulo: "Intento de una bibliografía 
	cronológica 
	de relaciones de viajeros y de obras geográficas, históricas y teológicas 
	sobre el Brasil en regiones de habla alemana"
Como antes ya se mencionó, y respecto de la influencia de jesuitas bávaros 
	en Chile durante el siglo XVIII, el sacerdote jesuita Walter Hanisch 
	Espíndola publica en 1973 su trabajo titulado: "El padre Haimbhausen, S.J., 
	precursor de la Industria Chilena".
En resumen, Latinoamérica ha sido y seguirá siendo un punto estratégico de 
	máximo interés tanto para países de la comunidad europea, como para Estados 
	Unidos y para los grupos del ala Soviética. 
	 
	
	Aunque la mayoría de los 
	historiadores europeos, por falta de pruebas antropológicas, no se atreven a 
	exponerlo públicamente, todos ellos al conversar privadamente con uno, 
	sostienen que en Sudamérica existió una avanzada civilización que no tendría 
	nada que ver con las culturas precolombinas, las cuales en términos de 
	herrería, con suerte alcanzaban temperaturas en sus hornos como para 
	producir cobre de gran pureza (como lo fue la Fundición Inca-Diaguita 
	conocida como Vina del Cerro, situada a 88 kms al interior de Copiapo, en 
	Chile, y que estuvo activa hasta aproximadamente el 1470 d.C). 
	 
	
	Algunos 
	alemanes sostienen que los numerosos proyectos financiados del extranjero, 
	para conocer de la orfebrería y la cerámica de los pueblos aborígenes de 
	Sudamérica y de América central, no son sino para detectar piezas anómalas 
	que pudiesen indicar alguna influencia desconocida o no natural para esa 
	cultura. 
	 
	
	En el caso de Veas-01, y aunque hoy sabemos a ciencia cierta que se 
	trata de un Meteorito anómalo, cada vez aparecen más personas, de diversas 
	entidades científicas, quienes confidencialmente nos aseguran que aunque 
	Veas-01 pueda haber sido originalmente un meteorito, creen que la Roca fue 
	posteriormente tratada o manipulada con tecnologías, con temperaturas que se 
	empinarían por sobre los 3000 grados Celsius (lo que presuntamente 
	explicaría el orificio perfectamente rectangular encontrado en Veas-01), en 
	una época que no pudo ser ni en el siglo XX, ni durante el siglo XIX. 
	
	 
	
	La 
	descripción de túneles jesuitas con paredes rectas y totalmente vitrificadas 
	(indicativas de altas temperaturas de cristalización), las visiones de la 
	Ciudad de los Césares por casi 300 años, las descripciones fantasiosas de 
	Alonso de Ercilla en el Capítulo XXIII (en su obra La Araucana), además de 
	la curiosa foto espacial, tomada a comienzos de los años 90, desde la 
	Estación MIR por el astronauta "Sasha" (a la cual tuve acceso directo cuando 
	fui invitado a verla en el Hotel Manquehue, algunos años atrás).
	 
	
	Todo ello 
	ha alimentado un pensamiento mitológico en torno a supuestas tecnologías 
	descubiertas por los jesuitas coloniales, así como de fuentes alternativas de 
	energía escondidas en "las cavernas" de estos territorios.
 
	
	
El presunto "Proyecto Apocalipsis"
	Con respecto a las fuentes alternativas de energía, mucho se comenta aún 
	sobre los desarrollos impulsados durante la Alemania Nazi en el campo de 
	obtener, desde la Tierra misma, en sus fondos oceánicos, energía suficiente 
	para movilizar turbinas y así alimentar ciudades o villas. 
	 
	
	Cercados los 
	alemanes durante la guerra, en la cual se les negaba la venta de petróleo 
	para mover su instrumental y vehículos, y buscando otras posibles fuentes 
	energéticas adicionales a las que se obtenían a partir del carbón de las 
	minas de Ruhr, y retomando alguno de los estudios practicados con éxito por 
	el científico Croata, 
	Nikola Tesla, los alemanes sugirieron la posibilidad 
	de que la propia Tierra pudiera emitir cierta energía capaz de ser captada 
	por determinados dispositivos. 
	 
	
	Dicha energía se supuso era emitida radialmente, desde el núcleo terrestre hacia el espacio, y que los puntos de 
	concentración sobre la superficie terrestre semejaban una verdadera red 
	similar a los patrones de difracción que se obtienen con rayos X o con 
	electrones (red directa o recíproca).
En efecto, y a raíz de que, por pura casualidad nuestro logo corporativo 
	(dado al comienzo de este artículo) presuntamente coincidiera, en el diseño 
	y en colores, con aquellos usados por este proyecto, lentamente fuimos 
	escuchando ciertos rumores sobre los alcances de un proyecto denominado 
	Apocalipsis, cuyo lema es: "todas las ciencias trabajan juntas", rumores que 
	reproduzco parcialmente aquí, aunque no me responsabilizo por la veracidad o 
	certeza de su contenido (pudiendo también ser todo falso y caer sólo en el 
	marco de la ciencia ficción). 
	 
	
	He aquí lo que se dice del Proyecto 
	Apocalipsis:
	
		
		Pocos años después de terminada la II Guerra Mundial, comenzó un proyecto 
	multidisciplinario cuyo objetivo fue la obtención de nuevas fuentes de 
	energía limpia, obtenibles de las fuentes de la naturaleza. En dicha tarea 
	habrían participado la mayoría de los países europeos más industrializados, 
	un grupo reservado ligado a los grupos petroleros más poderosos de los 
	Estados Unidos, y algunas empresas tecnológicas de Japón. 
		 
		
		Debido al cambio 
	gigantesco que implica un viraje en la obtención de energía, alejándose del 
	concepto del petróleo como única alternativa para el desarrollo de una 
	civilización, al proyecto se le denominó Proyecto Apocalipsis: se termina lo 
	establecido y comienza lo nuevo.
Salvo pequeñas interrupciones por falta de presupuesto, el proyecto se 
	habría desarrollado de manera casi continua, funcionando en los últimos 17 
	años prácticamente sin detenciones. El presupuesto para el desarrollo de 
	Apocalipsis se obtiene de los Ítems Varios de los presupuestos nacionales de 
	los múltiples países, principalmente europeos. 
		 
		
		La parte norteamericana ha 
	colocado exclusivamente la tecnología referente a las plataformas 
	petroleras, para presuntamente camuflar Apocalipsis. Antes de la actual 
	implementación del proyecto, bajo el camuflaje de una plataforma petrolera, 
	se necesitó determinar dentro de los muchos puntos posibles de 
	emplazamiento, el sitio perfecto para desarrollar cada uno de los 
	experimentos que se verificarán seguidamente. 
		 
		
		Se habían detectado 
	satelitalmente puntos sobre la superficie terrestre donde se producían 
	emanaciones electromagnéticas intensas. Se requería analizar si la energía 
	producida por casa una de estas fuentes era lo suficientemente potente como 
	para iniciar la puesta en operación de turbinas, los tradicionales equipos 
	eléctricos, generadores, y en fin, la maquinaria técnica adecuada. 
		
		 
		
		También 
	era preciso que, al escoger uno de estos puntos, no existiese interferencia 
	externa, tales como inestabilidad política del país, o excesivo tráfico 
	marítimo o aéreo del sector, o bien gobiernos adversos a este tipo de 
	planes, o bien que ciertos Servicios Secretos no estuviesen dispuestos a 
	guardar confidencialmente este objetivo, disparando entonces los costos de 
	puesta en marcha del mismo, además de las implicaciones sociales que 
	implicaría el que el público conociese de Proyecto Apocalipsis. 
		 
		
		Era evidente 
	que, el país que facilitara el sitio para emplazar el proyecto, debería 
	recibir sustantivas retribuciones, ya que Apocalipsis era de gran 
	envergadura, y el silencio de sus gobernantes era crucial, así como los 
	miembros de los servicios secretos de turno. Dicho país debería dejar pasar 
	libremente a todos los aviones, helicópteros y embarcaciones dentro de sus 
	deslindes, sin efectuar más preguntas que la confirmación de ser parte de 
	Apocalipsis.
Fue así como, luego de variados análisis estratégicos y habiéndose 
	consultado a todos los países participantes, se determinó que el lugar 
	perfecto era un punto altamente activo ubicado en los fondos del Mar Egeo, 
	en territorio griego, en un "bolso abisal" situado a unos cuantos kilómetros 
	al noreste de la isla griega Agios-Efstratios, entre dicha isla y la 
		Isla de 
	Lemnos.
	
	
	Agios Efstratios (Ag. Efstratios) es una isla de origen volcánico, 
	actualmente casi desierta, de costas acantiladas de acceso difícil, y que 
	cuenta con una cantidad de habitantes y pesadores que no superan las 300 
	personas, los que al no poseer mucha educación, no revisten peligro alguno. 
	
	 
	
	Desde la isla Lemnos (o Limnos) la plataforma que simula ser una plataforma 
	petrolera (que en su superficie posee el símbolo indicado al comienzo de 
	este artículo), está demasiado distante como para ser percibida por algún 
	improvisado barco, bote o avión. Desde el aire no existe presuntamente 
	ninguna ruta de avión que efectúe un trayecto a baja altura por los 
	deslindes o cercana a la estructura de Apocalipsis.
Para proteger su localización, además de las importantes labores que el 
	Gobierno de Grecia efectúa, existe en todo momento un grupo de aviones 
	militares listos para sobrevolar el lugar, así como barcos de custodia que 
	evitan el que algún barco se extravíe y que por tanto, casualmente se 
	acerque a la plataforma. 
	 
	
	Si algún barco ajeno al proyecto sufre algún 
	desperfecto en sus máquinas o cualquier otro percance, los barcos de apoyo 
	de Apocalipsis, socorren de inmediato a la embarcación con problemas 
	prestándole toda la ayuda técnica necesaria hasta hacer que el intruso 
	abandone el área demarcada hasta una zona considerada de mínimo riesgo.
	
La plataforma base de Apocalipsis está anclada en un profundo hoyo, 
	protegida por las grandes paredes rocosas naturales, de manera que, incluso 
	bajo el agua es difícil observar las estructuras sumergidas para los 
	experimentos. En esta posición, la estructura submarina y su anclaje están 
	protegidas de las fuertes corrientes y tormentas que suelen ocurrir a su 
	alrededor.
Una descripción detallada de la plataforma de Apocalipsis, efectuada desde 
	fuera hacia el interior de ella, sería la siguiente:
	
		
		Si una persona se aproxima, en un helicóptero autorizado, hacia la 
	plataforma lo primero que divisará es el intenso color rojo del logo de 
	Apocalipsis, colocado en la superficie de la plataforma. 
		 
		
		La forma 
	rectangular de colores celeste y blanco del logo, que se ubica al centro, 
	corresponde al helipuerto de la plataforma, y a la vez corresponde al 
	símbolo de la compañía naviera encargada del abastecimiento del proyecto.
		
		
		
		
		
		Este helipuerto se eleva por sobre la estructura de la plataforma algunos 
	metros, donde están una serie de elementos y en el pilón que soporta al 
	helipuerto se encuentran los ascensores. Al subir a uno de éstos, se 
	descenderá unos 60 metros aproximadamente antes de encontrarnos en la 
	primera parada o estancia. 
		 
		
		La siguiente figura muestra una recreación 
	artística de la estructura completa sumergida (no está a escala), con un 
	total de cinco módulos de forma toroidal, separados entre dona y dona, unos 
	5 metros aproximadamente. 
		 
		
		Desde cada uno de estos cinco toroides salen unas 
	protuberancias (no dibujadas aquí) que actúan como anclajes cuya finalidad 
	es incrustarse fuertemente a las paredes rocosas submarinas de modo de 
	lograr la estabilidad y equilibrio de la plataforma, indispensable para las 
	perforaciones que se efectúan en las profundidades. 
		 
		
		He aquí una descripción 
	de los cinco toroides (desde arriba hacia abajo) que conforman las 
	dependencias submarinas de la plataforma de Apocalipsis:
		
		
		
		
			- 
			
			Toroide 1: es la estancia donde se ubican los dormitorios, salas de 
	recreación y casino para todo el personal. No es un área de experimentación 
	ni de investigación.
 
 
- 
			
			Toroide 2: en esta sección se ubica la sala de control con todo el sistema 
	de protocolo de comunicaciones, enlaces externos e internos. Aquí están la 
	sala de computadores así como el laboratorio de química, debidamente 
	protegido y resguardado para evitar cualquier tipo de accidente. El 
	protocolo de comunicaciones y de control utilizado para toda la plataforma 
	se denomina Danubio, y habría sido desarrollado por el ingeniero Michele Iacobelli, ingeniero electrónico graduado de la Politécnica de Bari, en 
	Italia. Danubio Streaming Server implementa un protocolo estándar RTSP/RTP, 
	y como Apache, puede usarse como enlace bajo Internet.
 
 
- 
			
			Toroide 3: Conocido como Laboratorio de Experimentación Directa, se estudia 
	y analiza en esta sección el comportamiento de ciertos peces luminiscentes, 
	en especial una variedad que logra resistir las altas presiones oceánicas, y 
	que produce su propia luz gracias a unos bacilos bioluminiscentes. Este 
	lugar es completamente aséptico, para evitar contagio alguno y posterior 
	propagación. El laboratorio de esta sección está minuciosamente controlado y 
	desinfectado en todas sus zonas, y aislado de las puertas de acceso y del 
	asensor.
 
 
- 
			
			Toroide 4: en estas dependencias se ubica el laboratorio de experimentación 
	tecnológica directa con las salas de microelectrónica. Una empresa japonesa 
	es la encargada de abastecer de chips y micocontroladores especialmente 
	diseñados para el proyecto Apocalipsis.
 
 
- 
			
			Toroide 5: Aquí se ubica la zona de soportes para perforaciones. Hacia ambos 
	lados de este toroide están los hangares para el depósito de materiales y de 
	equipos de perforación altamente sofisticados. Desde aquí se verifican las 
	perforaciones submarinas para obtener la energía proveniente del fondo 
	oceánico, donde un vórtice energético está situado inmediatamente debajo de 
	la plataforma. Esta energía es "capturada" por los ingenieros de Apocalipsis 
	y utilizada para mover turbinas, laboratorios, asensores, y todo el equipo 
	restante, así como las dependencias y dormitorios. 
	
	Se comenzó durante el 2002, se sospechaba de una segunda etapa de 
	Apocalipsis 
	que estaría siendo llevada a cabo en alguna parte del cono sur, en costas 
	chilenas o argentinas. 
	 
	
	¿Las Islas Falkland o Malvinas?.
Aunque no es el objetivo de este Blog hablar sobre este presunto proyecto 
	que estudia energías alternativas, solo diremos que las investigaciones de 
	Apocalipsis habrían determinado que los haces energéticos provenientes del 
	interior terrestre tendrían un espaciamiento entre sí, sobre la superficie 
	terrestre, de aproximadamente 16 kilómetros, aunque no todos con la misma 
	intensidad, formando una red hexagonal levemente deformada por los 
	accidentes geográficos (ver imagen artística, no está a escala).
Dichos haces son proyectados a la atmósfera donde se juntan con la radiación 
	solar formando un tipo de "remolino electromagnético" que durante la noche 
	se ubicarían a unos 38 kilómetros por sobre el nivel del mar, en tanto 
	durante el día, cuando el sol está en el Cenit, estos "torbellinos" 
	descenderían hasta 24 kilómetros por sobre el nivel del mar. 
	 
	
	El diámetro de 
	estos torbellinos, aunque es variable, dependiendo de la intensidad de los 
	haces, pulsan 20 ciclos por minuto, entre un diámetro de 20 a 50 metros, 
	aproximadamente.
	
	
	
	
	Otra de las conjeturas de los científicos de Apocalipsis es el que las 
	ballenas y delfines, lejos de lo que se cree (de que ellos seguirían las 
	líneas de campo magnético terrestre), lo que en verdad estos mamíferos 
	seguirían son las configuraciones o redes de los haces energéticos que 
	emanan desde el centro terrestre.
 
	
	
Las Islas Malvinas
Aunque se dice que ellas fueron administradas por el Reino Unido a partir de 
	su ocupación el 2 de enero de 1833, cuando las invadieron militarmente 
	desalojando por la fuerza a sus habitantes, lo cierto es que documentación 
	que obra en el Archivo Nacional mostraría que los ingleses ya habían tomado 
	y ocupado las Islas Malvinas entre 1767 y 1768, e incluso antes, ya que el 
	Conde de Aranda (que expulsó a los jesuitas de las Indias) el 15 de 
	septiembre de 1766 envía un Dictamen sobre la ocupación de los ingleses (en 
	contubernio con los franceses) en las Islas Malvinas. 
	
	
	
	
	En efecto, entre marzo 
	y mayo de 1768, los gobernadores Antonio Guill y Gonzaga, Francisco 
	Bucareli, Felipe Ruiz y Manuel de Amat, comunican al Ministro de Indias que 
	los ingleses ya habían ocupado dichas islas, y que ahora se preparaban para 
	invadir Paraguay, de modo que se ordena se envíen barcos de reconocimiento 
	para detectar la posición del posible asentamiento inglés.
Aunque hasta la fecha no se entiende a ciencia cierta el profundo interés de 
	Inglaterra por poseer el archipiélago de las Malvinas, salvo como punto 
	estratégico para el Cono Sur, un conflicto sucedido en aguas 
	internacionales, hace unos pocos años atrás, entre investigadores 
	norteamericanos de NASA y la Armada Real de Inglaterra, permitió dar luces 
	sobre del por qué los ingleses duramente lucharán por estos pocos kilómetros 
	de tierra.
A raíz de que NASA y el Instituto de Física de Rosario, en Argentina, 
	exploraran satelitalmente los fondos marinos que rodean inmediatamente las 
	Islas Falkland, los investigadores de Meteoritos de NASA detectaron un 
	posible cinturón hidrotermal al noroeste del archipiélago de aproximadamente 
	52 kilómetros, detectando con ello un posible cráter, del cual las Malvinas 
	formarían uno de sus bordes, con un diámetro superior a los 200 kilómetros. 
	
	 
	
	Descartado inicialmente un origen volcánico en su formación, se propuso que 
	este gran cráter habría sido formado por un violento impacto meteorítico 
	ocurrido con anterioridad al de la península de Yucatán, y que presuntamente 
	acabó con los dinosaurios hace más de 65 millones de años. Pero para 
	confirmar la edad del cráter era preciso efectuar una expedición al sector, 
	utilizar buzos tácticos, y llevar equipamiento adecuado para extraer 
	muestras desde las paredes de este cráter submarino. 
	 
	
	El resultado fue que, 
	cuando la embarcación científica entró a la zona donde está el cráter de 200 kms, 
	sorpresivamente fueron abordados por un buque de la Armada Inglesa, 
	quien los conminó a abandonar la zona inmediatamente. 
	 
	
	Más, cuando los 
	científicos de NASA les explicaron a los ingleses el motivo de la misión y 
	que sólo intentarían extraer material del fondo oceánico, los marinos 
	reaccionaron con mayor irritación y los expulsaron de lugar. 
	 
	
	Aunque los de 
	NASA dijeron acudirían al Gobierno de USA para solicitar una explicación de 
	lo sucedido, los ingleses les respondieron que ni el propio Presidente de 
	EE.UU. podría revertir esta orden, de modo que posteriormente los americanos 
	de NASA debieron contentarse con un supuesto trozo de las profundidades 
	oceánicas extraídas por los buzos ingleses, y enviadas a los laboratorios de 
	NASA.
Una cosa sí notaron los científicos americanos, y fue algunas plataformas 
	similares a las de las petroleras mar adentro, sospechando los de NASA de 
	algún tipo de investigación científica o tecnológica que se estaría llevando 
	bajo el océano, lo cual obviamente habría despertado la indignación de los 
	ingleses, ante el riesgo de ser descubiertos.
	 
	
	
	
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