por Alman

Septiembre 24, 2008

del Sitio Web TrinityATierra

 

Siguiendo en la línea del relato de Leendanik escrito por Alman, basándose en las teorías de Alexander Eleazar, nos envía ahora este post inédito como el anterior, tan polémico o más, porque trata de uno de los pilares de la religión cristina: la figura de Jesús.

En el foro, tendremos la ocasión de preguntarle o comentar nuestras dudas o reflexiones.

“Desde tiempos inmemoriales es sabido cuan provechosa
nos ha resultado esta fábula de Jesucristo
texto extractado de una carta enviada
por el Papa León X (1513-1521) al Cardenal Bembo

Hace mucho años un monje de Montserrat me contó una historia que se parece bastante a esta otra que nos relató Eleazar.

 

La historia del monje no fue tan detallada y me la contó como una hipótesis aunque era cierto que con sus palabras quería dirigir mis pasos hacia la verdadera historia. Hay muchos misterios en Montserrat y, desde luego, allí se mueven a sus anchas míticas hermandades como la de los Templarios y en sus criptas y templos se han celebrado iniciaciones y rituales que son velados a los profanos.

 

Como de esto no me permito hablar por no buscarme más enemigos de los que ya tengo si, en cambio, puedo exponer la conversación con Eleazar que grabamos una cálida tarde en su despacho. En ella he incluido comentarios propios para hacer más comprensible algunos pasajes y términos y he omitido ciertas partes que eran diálogos más personales (es decir para los oyentes en aquel momento reunidos).

He aquí el relato:

G: ¿Cristo, quién es?

Eleazar: Era Karistio (hoy escrito Khristo, Khrestos. Eleazar explica que la H se utilizó muchas veces para “camuflar” la A) llamado más tarde San Pabelu (el término be también para camuflarlo se utilizó la V o la U que es una letra que significa “2″ signo de la victoria y del Mesías, así Pabelu pasó a ser Paulus, Paulo).

 

Se trató de un cura (de kure: hacedores de cuevas para enterrar a los muertos) nacido en Antiokos (Antioquia) que odiaba a los Bere, como todos los de su categoría. Cambió de profesión por la de traficante de esclavos. Se los traían en barco desde las tierras del Norte, rubios y rubias, todos ellos.

 

Vendía las mujeres a los Palestinos, que son en su mayoría morenos y siempre prefirieron a las rubias (…) Karistio ganaba dinero con ese tráfico de rubios traídos en barcos al puerto de Antiokos. Después conducía a esos esclavos hasta Damasco y allí los vendía a ciertos Palestinos que, a su vez, los dirigían hacia Egipto y la llamada Arabia Feliz (Yemén).

Durante el traslado les pegaba con un látigo, incluso una vez, a golpes de bastón, mató a varios esclavos masculinos y jóvenes, los cuales no querían seguir porque uno de ellos estaba muy enfermo y no podía andar. Entonces llegó un día a Damasco con unos esclavos enfrentándose con los mercaderes que solían comprarlos.

 

Le tenían que pagar al contado y riñeron. Karistio quería más dinero. Las monedas de los mercaderes estaban en unas alforjas, dentro de una gran tienda, la cual se suponía bien vigilada. Pero al comprobar que no, ese “Tío” (”Tio” o “Tito” son dos denominaciones que se les daba a los oriundos de Antioquia, aun hoy en uso) roba el dinero de los mercaderes, el dinero que le faltaba por cobrar. Un chico lo ve y advirtió a los Palestinos. Estos lo cogen y lo meten en la cárcel.

 

Allí se encuentra con algunos que fueron “mercancía” suya en otras operaciones y reconociéndole le dan una buena paliza. Son chicos morenos procedentes de la Kapadutzie (Capadocia).

Ensangrentado, con los huesos molidos, con algunos dientes seccionados, sin comer ni beber nada, encuentra palabras de aliento y conmiseración en la celda de parte de un rubio de ojos azules que trajo él mismo a Damasco, el cual al intentar escaparse durante la primera noche, le dieron una buena tanda de latigazos, hallándose ahora en presencia del temible y cruel conductor y vendedor de esclavos. Pero… ¡Oh Milagro! Este muchacho no vaciló en defender y ayudar al Tito a escapar de la celda de donde estaban.

 

Les siguieron todos los demás pero mientras los esclavos y ladrones se fueron hacia el norte, Karistio tomó el camino de Palestina. Mientras caminaba deprisa ante el temor de ser arrestado, pues lo colgarían de una soga, se arrepintió de todo cuanto hizo con los esclavos comprendiendo que la bondad podía hallarse en cualquier raza mientras la maldad solamente entre los suyos, pues fueron sus compatriotas quienes le apalearon.

 

Por tal razón se contó después que en el “Camino de Damasco se arrepintió”. Quedando hasta nuestros días el recuerdo de ese “Camino de Damasco”.

Reflexionó a lo largo de todo su trayecto admitiendo que hasta ahora había obrado mal, sobre todo con esos pobres chicos que mató a golpes de palos ya que se hallaban extenuados y no podían seguir más.

Se fue a Egipto y en las orillas del Nilo empezó a fraguar una nueva Religión pero también cogió un gran catarro al dormir las noches en una barca. No mejorando su estado de salud subió a bordo de un barco de transporte de mercancías que lo llevó al puerto del Paerreio (Pireo). En Atenas intentó predicar su nueva Religión que preconizaba el amor entre todos los hombres y el entendimiento entre los Paios buenos y los Bere buenos. Pero pronto lo echaron a patadas, pues los atenienses eran unos fanáticos Paios que odiaban a los Bere.

Se fue a Roma a pie, viviendo de limosnas como hizo desde El Cairo. Sin embargo en esta ciudad tuvo que robar para poder comer. Detenido, fue llevado otra vez a la cárcel donde estuvo seis meses. Pero como en Roma comprobó que también existía odio de razas, pues la población estaba mas bien en favor de los Bere y el Imperio se proclamaba Bere, cogió otro barco llegando hasta Ampurias, donde se halló un poco mejor de salud ya que tenía una fuerte pulmonía y le dolían los bronquios.

En esta ciudad de antiquísima procedencia Bere trató de explicar bien sus ideas de reconciliación entre las dos razas, pero pronto fue expulsado por los hechos que explicó un día estando algo bebido.

Cogió la carretera de BIANIE y llegó al pueblo de IONIS. Quiso arrodillarse ante la tumba del famoso IAN pero los Abe del lugar se lo prohibieron. En cambio, hallándose siempre con mejor salud, emprendió la ardua tarea de construir una ermita dedicada a su nueva Religión de amor que algunos llamaban ya el KARESTIONISMO. Esta ermita se transformó después en una iglesia, una de las primeras en la Península Ibérica, levantada para predicar esta nueva Religión. Hoy son las ruinas de la Iglesia de San Pablo, en San Juan de la Abadesas, provincia de Gerona.

Mas esto no gustó a los Abe, los cuales custodiaban allí el importantísimo Sepulcro del Rey Uk (se refiere al Rey Ucraniano Dardanos, conocido popularmente como Rey Ian), obligando a Karistio a construir su Eliz fuera del recinto amurallado del pueblo.

Entonces Carestiu (nombre que se le dio entonces en la Península Ibérica) tuvo que trasladarse a Barcelone, con el propósito de conocer por fin a la tan famosa ciudad que vería producirse el AVISO, la REVELACIÓN y la ANUNCIACIÓN de Dios Be, el Mesías (…)

Según le dicen, el Mesías nacería aquí. Carestiu pretendía que faltaban casi dos mil años para producirse este acontecimiento. Empezó pues a explicar lo que había oído contar en Siria y Tarsais (Tierra Santa).

“Que Eleazar nacería en Damasco, hijo de un Rey y de una Reina…”

Al conocer aquí todos esos detalles, Carestiu gozó de cierta expectación tratándole mejor que en cualquiera otra parte de las tierras atravesadas anteriormente. Los sacerdotes le dieron la denominación de SAN PABELU, escrito más tarde SAN PABLO.

Se instaló al pie de la montaña del Tibidabo. Mucha gente vino a visitar al hombre Santo que trajo la BUONA NOVA, (…)

Pero el Carestiu no podía quedarse siempre en este lugar donde él y otros, venidos de Roma, confirmaban que sería un día un gran barrio de gentiles, los cuales esperarían la llegada de Dios en sus mansiones rodeadas por un gran bosque de pinos. Por tal razón el lugar fue llamado TZARERRIE (hoy Sarriá).

Así que se fue hacia Zaragoza, temeroso de esta designación y efectivamente en esta ciudad no le fue fácil entrar. Estaba rodeada de colosales murallas, con sus puertas guardadas día y noche. No le recibieron bien y tampoco le permitieron construir una Ermita al otro lado de la ribera del río. Sólo pudo postrarse largo tiempo delante del Arco de Alexandre, donde según se aseguraba entraría el Gran Alexandre, en su Tercera Vida, con su caja de carpintero tras sus espaldas. Por lo que los carpinteros de la ciudad gozaban de ciertos privilegios.

Las gentes del lugar, los BETURONES, no querían oír nada sobre el amor a los Paios. Hacía dos siglos que éstos fueron aniquilados en la ciudad que recuperó su nombre tan célebre de ZARAGOSSE.


G.: Existe la tradición de que a Santiago se le apareció lo Virgen cuando descansaba a orillas del Ebro.

E.: Esto no puede ser… Bien. Marchando a la tierra de los Baskos. Cree que allí le recibirán bien y le escucharán, pero es todo lo contrario. Le tiran piedras hiriéndolo en la cabeza, teniendo que salir corriendo de la ciudad de SEBEOSTIEN (San Sebastián). Sigue su marcha dirección oeste con el fin de alcanzar el “Finisterre”, o sea la tierra situada al extremo oeste de la península Ibérica.

 

Pensaba que quizá hallaría la manera de alcanzar esa gran isla de América, de la cual tanto oyó hablar en Ampurias con la intención de caminar en esa dirección hasta que la tierra se acabara. Así que caminando llegó (al lugar que hoy) se llama Santiago de Compostela, teniendo que descansar varias semanas acostado en una cama, pues no podía más del cansancio.

 

Debido a la lluvia que le acompañó durante todo el trayecto, su pulmonía se había acrecentado sintiendo como ya no tardaría mucho tiempo en morir, considerando esta enfermedad como un castigo de Dios y su larga caminata desde Damasco, como el camino de su Redención.

Y así aconteció. En ese lugar lo llamaron SAN TIO GO, Santo Tio (de) Dios, aunque también los Gallegos lo llaman CARISTU. Allí se levantó un templo que tomó la denominación de IGALETZIE, “Obra de los Galos”, hoy Iglesia.

Trescientos años después de su muerte, cuando fue restablecido el Imperio Paio de Roma, los curas hicieron desviar una peregrinación procedente de Aubernie, de Nimes, Montpellier, Perpignan y Barcelona (con nombres actuales) con destino a las tierras de Murcia, hacia las tierras gallegas, con el fin de que los habitantes de las tierras Occitanas y Catalanas, adorasen el Sepulcro del llamado CRISTO - nombre escrito también con una H intercalada, CHRISTO -, pues esto les representaba un buen negocio.

Entonces los curas romanos, o sea la “Curia romana”, como vieron que de todos los sitios (de la actual Francia acudían decenas de miles de gentes a la ciudad de Santiago, y que esto daba mucho dinero a los Gallegos, se posesionaron de la momia del Santo Tio, y llevándosela a Roma, la pusieron en el Mausoleo redondo que pertenecía al difunto Emperador Diocreciano (?).

 

O sea, sacaron el féretro de un Emperador - según dicen ellos - y en su lugar pusieron el de Cristo. Pero ante esto hubo una avalancha de protestas en las tierras al norte de los Pirineos hasta que de los insultos dirigidos a la Iglesia católica, se pasó a las armas.

 

Unos porque se había trasladado el féretro de Cristo a Roma, otros por haberles prohibido rendir culto al Héroe Mártir de Aubernie (Bercingetorix) y los más numerosos porque la Iglesia Católica pretendía que Cristo era el Mesías anunciado, cuando todas las escrituras procedentes de Oriente afirmaban que tal Mesías llegaría dentro de poco más de 1.500 años.

Entonces sacaron el féretro de aquel Mausoleo y lo pusieron en el Palacio del Papa, con una inscripción que aseguraba que allí estaba la tumba de San Pablo.

Este San Pablo es Cristo.

(…)

Los enemigos de Dios utilizaron abundantemente a los imbéciles que gustaban de escribir “Historias falsas”, quienes fueron muy numerosos en otros tiempos y hoy en día son legiones, pues es imposible leer un libro que no contenga una sarta de mentiras, todas ellas publicadas con un único objetivo: Ensuciar al Mesías, contradecirle, insultar a su familia, a sus verdaderos amigos del Ayer y cortarle la hierba bajo sus pies.

Esos falseadores de la Historia e incluso de las Santas Escrituras, querían enturbiar ante todo lo que se sabía más o menos. Y lo han logrado plenamente.

Escribieron los nombres Jesús - mal escrito - y Cristo, unidos por un guión para hacer creer que se trataba de la misma persona, cuando en realidad los dos vivieron en esta Tierra a miles de años de distancia en el tiempo, el uno del otro. El primero era Dios Be. El segundo un triste cura, un vendedor de esclavos, muerto de pulmonía en Galicia, teniendo bien en cuenta que jamás, jamás, en ningún momento, Cristo pretendió ser Dios o el Mesías anunciado, sino que hizo plena luz sobre casi todo lo referente al Mesías, en la ciudad Santa de Barcelona.

Ahora han quitado el guión. Es Jesucristo. Porque antes parecía tratarse de un “tío” que se llamaba Jesús de nombre y Cristo de apellido (ahora se traduce khristos como “ungido”). Cuando antiguamente cada persona, sobre todo los humanos machos, eran el “hijo de su padre” - por cierto, con más seguridad que hoy en día. O sea, que los Árabes decían Faysal Iben Hussein, es decir Faysal hijo de Hussein. Siendo reemplazado Ben por Iben o “von” en Alemania.

 

Ahora no se sabe bien esto, mientras que en Holanda pasa igual con el “van”, y en Rusia se añade al final de los nombres de padres el “vitch o el “ievna” si se trata de una mujer.

 

Habiendo muchos casos parecidos en diversas lenguas de este Globo.