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          La búsqueda de la 
			Atlántida ha constituido, y continúa siendo, un enorme desafío. Los 
			supervivientes de este mítico continente han dejado huellas por todo 
			el planeta. ¿Pero, qué sabemos con certeza sobre su historia y 
			sociedad?. ¿Y sobre su arquitectura y ciencia?. ¿Es posible precisar 
			dónde se encontraba, por qué desapareció y qué tipo de civilización 
			poseía?  
          
            
            
              
                | 
                Cuando Platón describió la existencia de la Atlántida en 
				sus diálogos Timeo y Critias, algunos autores 
				clásicos, coetáneos de filósofo, comenzaron a interesarse por el 
				mítico continente. Plutarco, Estrabón, Plinio 
				el Viejo y Diodoro de Sicilia, entre otros, tratan 
				este asunto en algunos de sus escritos. 
                 Desde entonces, 
				se han planteado infinidad de hipótesis para demostrar la 
				existencia de un continente, que con el paso del tiempo, ha 
				llegado a convertirse en arquetipo de una civilización ideal. La 
				Atlántida siempre resuena en nuestros oídos como un viaje épico 
				hacia el descubrimiento de nuestros orígenes. Su nombre continúa 
				estimulando nuestra imaginación.   | 
                
                 
                
                   | 
               
             
            
           
          
          La Atlántida está a nuestro alrededor, como ha sugerido el escritor 
			inglés John Michell. No se trata de un mero recurso retórico. 
			La presencia de numerosos restos arqueológicos y megalíticos 
			ciclópeos en muchas zonas de la 
          Tierra, levantados con orientaciones astronómicas muy precisas, 
			supuestamente anteriores a la Edad de Piedra, sugieren que una 
			civilización de grandes astrónomos e ingenieros precedió a la 
			prehistoria humana.  
			
            
			
          ¿Fueron erigidos por quienes sobrevivieron a un 
			gran cataclismo o por sus descendientes?  
			
            
			
          
			Arriba 
          
			
           
            
			  
          
          
            
			
          
           
            
			
            
			
          
          A diferencia de otras civilizaciones extinguidas bien documentadas, 
			como la Maya, la Micénica o la Babilónica, sobre las que se ha 
			podido reconstruir un lenguaje común, precisar lugares geográficos y 
			trazar contactos específicos con culturas contemporáneas, en el caso 
			de la Atlántida esto no ha sido posible. Así y todo, hay 
			innumerables hebras
          deshilachadas que parecen proceder de una misma madeja, por muy 
			enmarañada que esté.  
           
          ¿Qué pensar, por ejemplo, de los mitos universales que preservaron el 
			remoto conocimiento de la precesión de los equinoccios, un fenómeno 
			astronómico supuestamente descubierto por Hiparco en el 127 
			a.C.?.  
          
            
            
              
                | El 
				hecho de que este ciclo se complete cada 26.000 años sugiere que 
				los humanos habrían estado observando el cielo sistemáticamente 
				durante milenios, según expusieron con todo detalle 
				 
				Giorgio 
				de Santillana y  
				Hertha Von Dechend. 
				 Los mapas 
				preservados por marinos como Piri Reis (ver 
				nuestra Sección "Los 
				mapas de Piri Reis"), 
				con la Antártica cartografiada sin hielo hace males de años, 
				confirman también que un conocimiento semejante sólo podía haber 
				sido acumulado por una civilización marítima anterior a los 
				cambios de nivel sufridos por el mar a finales de la última edad 
				glaciar, hace unos 11.500 años.   | 
                
                 
                
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          Muchos consideran que la 
			Atlántida fue una fantasía elaborada por Platón, en sus diálogos
			Critias y Timeo, pero eso no ha impedido su búsqueda por parte de 
			numerosos historiadores, eruditos, geólogos, submarinistas, 
			paleontólogos y arqueólogos, sin olvidar a los visionarios 
			ocultistas y dotados psíquicos.  
           
          La historia que estos últimos nos han contado es sin duda más 
			fascinante que la ofrecida por arqueólogos y exploradores. Con 
			fragmentos reunidos por unos y otros, la investigadora 
			norteamericana
          Shirley Andrews, intentó esa reconstrucción en su obra 
			"Atlantis, Insights from a Lost Civilization" (Llewellyn, 1997). 
			 
			
            
			
          En esta visión, la Atlántida se despliega ante nuestros ojos como un 
			mundo muy parecido al nuestro en algunos aspectos.  
			
            
			
          
			Arriba 
          
			
           
            
			  
          
			
			  
			
			  
			
			  
			  
          
          Pese a sus errores, los psíquicos informan con frecuencia sobre 
			sucesos a los que no tienen acceso los historiadores, ya que se 
			apoyan en vías de información que no están limitadas por el tiempo 
			ni por el espacio.  
          Por otra parte, el material Canalizado, encaja con algunas de las 
			fuentes tradicionales relativas a la civilización Atlante. Aunque 
			ellos lo nieguen.  
			
            
          ¿Basaron sus relatos en las fuentes escritas conocidas? ¿Acaso se 
			influyeron unos a otros a través de la percepción extrasensorial, 
			como ha sugerido el investigador psíquico Alan Vaughan?  
           
          Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891) sobre el mundo Atlante, 
			supuestamente obtenidos a partir del estudio de las tradiciones 
			ocultistas orientales y mediante comunicaciones con otros planos, 
			influyeron poderosamente a toda la corte de videntes posteriores. 
			Algunas de sus propuestas resultaban absurdas y descabelladas en su 
			época, pero un siglo después han recobrado vigor. Por ejemplo, la de 
			que seres inteligentes anteriores al hombre coexistieron con los 
			dinosaurios parece cada vez más plausible a la vista de los 
			inexplicables hallazgos de huellas y fósiles humanoides, 
			correspondientes a aquella época, en diversas zonas del planeta.  
			
            
			
           Por 
			ejemplo, el doctor C. N. Dougherty descubrió en 1971 en el 
          Valle de los Gigantes (Texas) numerosas huellas de Saurios de 
			diversas especies, junto a otras de pies humanos de gran tamaño, en 
			el mismo estrato geológico. Éste y otros descubrimientos semejantes 
			parecerían dar la razón a Blavatsky, a los Vedas y a otras muchas 
			antiguas tradiciones.  
          
            
            
              
                | El 
				mapa de la antigüedad de la Tierra y el esquema de la evolución 
				humana mediante diversas Razas Raíz, divididas en Subrazas, 
				trazados por esta ocultista, resultan más que discutibles. Pero, 
				a medida que van aflorando fósiles humanos, cada vez de mayor 
				antigüedad, parecen ir confirmándose algunos de sus datos. 
				 Es 
				preciso señalar, no obstante, que las Razas Raíces de 
                Blavatsky, no se corresponden con nuestro concepto habitual 
				de raza, ni siquiera con el de humanidad, ya que la primera sólo 
				habría existido en el plano astral.  | 
                
                 
                
                   | 
               
             
            
           
          
          La segunda o hiperbórea, 
			se acercaba más a los hombres actuales, pero estaba muy vinculada 
			con el plano etéreo; y habitaba el norte de Asia y parte del Ártico. 
			En tercer lugar estaban los habitantes de 
          
          
			Lemuria, 
			desaparecida en el Pacífico. La humanidad actual sería la quinta 
			raza, mientras que la cuarta correspondería a los Atlantes: eran 
			bastante altos, estaban divididos en dos sexos y su avanzada 
			civilización habría dado origen a las conocidas por nosotros. Sin 
			embargo, al igual que  Lemuria, su sociedad fue destruida por 
			diversos cataclismos. 
           
			
            
			
          Según los teósofos, las razas sexta y séptima 
			que nos seguirán serán de nuevo más etéreas.
           
			
            
			
          
			Arriba 
          
			
           
            
			  
          
			
			  
			
			  
			
			  
            
          
          ¿Cómo obtuvo Blavatsky esta información? Según ella, lo hacía 
			accediendo a los registros Akásicos, mientras entraba en 
			trance y consultaba antiguos manuscritos tibetanos, o bien recibía 
			los dictados de sus guías espirituales, los Mahatmas. En su obra 
			fundamental, "La Doctrina Secreta", recogía extractos de uno 
			de esos manuscritos, 
			Las Estancias de Dzyan (Ed. 
			Sirio), que Blavatsky afirmaba haber visto en un monasterio de los 
			Himalayas. Un discípulo suyo, W. Scott Elliot, también 
			recopiló mucha información por esa vía.  
			
            
			
          En su libro, "Historia de 
			la Atlántida" (1896), ofrecía fechas concretas de los diversos 
			cataclismos que la destruyeron y aseguraba que había ocupado la 
			mayor parte del actual océano Atlántico. Su cronología geológica 
			resultaba ser absolutamente inviable, pero algunas de sus propuestas 
			merecen consideración.  
           
          Según él, la Atlántida se extendía desde la actual Groenlandia hasta 
			la mitad de la actual Sudamérica y durante su larga existencia 
			estuvo habitada por Subrazas (Así llamadas para distinguirlas de las 
			siete razas raíces, a su vez divididas en siete). Los Lemurianos 
			habrían medido más de 3,5 metros de estatura y algunos de sus 
			descendientes pervivirían en algunas zonas del planeta, como Africa 
			y Australia.  
			
            
			
          Según esta fuente, los Atlantes evolucionaron a partir 
			de los Lemurianos. Entre sus Subrazas se contaban los primeros 
			Sernitas y mongoles, pero la principal Subraza regente de la 
			Atlántida habría sido la Tolteca, que conquistó el continente. Antes 
			de la destrucción final, un grupo de iniciados Toltecas emigró a 
			América y Egipto.  
           
          John A. West demostró que la erosión sufrida por la 
          
			Esfinge de Giza, no se debía al viento del desierto, sino a la acción de la 
			lluvia. Tal hallazgo suponía datar la Esfinge en al menos 9.500 de 
			antigüedad, en vez de 4.500 como se creía. Una obra de tal magnitud 
			sólo pudo haberse construido con unos conocimientos arquitectónicos, 
			astronómicos y matemáticos de una cultura muy anterior a la Egipcia. 
			Algo semejante podría decirse de la arquitectura de 
          
			Tiahuanaco, 
			construida supuestamente por los toltecas que emigraron a América. 
			Pero la cuestión de las razas Atlantes, propuestas por los Teósofos 
			no termina aquí.  
           
          El ariosofista Jörg Lanz Von Liebenfels (1874-1954), uno de los 
			que mayor influencia parece haber ejercido en la primitiva ideología 
			del Nacional Socialismo Alemán, compartía las creencias de los 
			Teósofos sobre Lemuria y la Atlántida, pero fue más allá que ellos 
			en relación con las razas y Subrazas Atlantes.  
           
          Von Liebenfels comenzó comparando favorablemente la antropogénesis 
			ocultista de Blavatsky, con los hallazgos de la paleontología 
			contemporánea. No tardó en afirmar que había descubierto la fuente 
			de todo el mal en el mundo y el significado auténtico de las 
			Escrituras, incluidas las ocultistas, como Las Estancias de Dzyan. 
			El resto vino por añadidura. Según él, la octava estancia se refería 
			a cómo los primeros Lemurianos ANDRÓGINOS, se dividieron en 
			dos sexos y atrajeron el castigo Divino al engendrar monstruos con 
			otras especies, atractivas pero inferiores: Tomaron animales hembras 
			muy bellos, pero descendientes de otros que no tenían ni alma ni 
			inteligencia.  
			
            
          Engendraron monstruos, demonios malvados. Según Von Liebenfels, la 
			cuarta raza raíz Atlante, se había dividido en diversas subespecies 
			puras y bestiales, correspondiéndose éstas con los primeros 
			antropoides y los monos antropomórficos: El error fatal de los 
			descendientes de los antropoides (Hombres Dioses), la quinta raza 
			raíz de los Arios Homosapiens, habría sido mezclarse repetidamente 
			con los descendientes de los monos (Hombres Animales).  
          
            
          En relación con esto último, el investigador Nicholas Goodrick 
			Clarke, señala en "Las raíces ocultas del Nazismo" que la 
			consecuencia fue la creación de varias razas mixtas, que según el 
			protonazi Liebenfels, amenazaban la autoridad sagrada de los Arios, 
			en todo el mundo. Las raíces de la eugenesia Nazi, se encuentran 
			aquí, e ideas similares han persistido entre aquellos visionarios de 
			la Atlántida, que se han atrevido a hablar de sexo.  
            
          
          La canalizadora Ingrid 
			Bennett, lo ha hecho. Gracias a la ayuda de sus guías y 
			ayudantes espirituales, entre ellos Nube Blanca y Águila 
			Blanca, esta Sanadora y Médium Holandesa, afincada en Nueva 
			Zelanda, desde niña ha canalizado muchísima información sobre su 
			pasada vida en la Atlántida como Guardiana del Cristal. En sus 
			informes ofrece datos sobre la vida íntima de los Atlantes: Las 
			relaciones sexuales eran muy activas y los mantenían sanos. El sexo 
			era tan importante, como el comer y el dormir. Algunos tenían 
			relaciones con animales o con seres mitad humanos mitad animales, 
			como los centauros.  
           
          La perversión de las costumbres en la última etapa Atlante, no se 
			limitó sólo a la práctica del bestialismo, sino también a la de la 
			magia. Ésta terminó por minar su sociedad, según asegura, entre 
			otros muchos, Daphine Vigers en "Atlantis Rising" (1952): 
			hace unos 10.000 años, los egoístas dirigentes de la Atlántida 
			perdieron interés en el progreso científico y su respeto por el 
			antiguo conocimiento desapareció. A medida que éstos dedicaban sus 
			energías a peligrosas prácticas ocultas, la magia negra reemplazó 
			gradualmente a la Religión.  
          
           
          Diversos autores han afirmado que la causa del desastre final, se 
			debió precisamente a la práctica de la magia, pero otros lo han 
			atribuido a su avanzada tecnología, la cual les habría permitido 
			manejar poderosas energías cosmotelúricas, que acabaron escapando a 
			su control y provocaron un gran desequilibrio en la Naturaleza. 
           
            
          
          Según Scott Elliot, 
			la tercera raza Atlante, los Toltecas, eran gigantes. Medían 2,5 
			metros y vivían en la fabulosa Ciudad de las Puertas Doradas, una 
			gran urbe circular con canales, la misma que el sacerdote Egipcio 
			Solón, describió a Platón. Era muy similar a la Khorsabad 
			amurallada del Rey Sargón II, en 
          
			
			Sumeria, que estaba 
			enterrada bajo las arenas en tiempos del filósofo griego. También se 
			parecía a la capital de los Aztecas en México y a la de los Incas en 
			Perú, que Platón desconocía.  
			
            
			
          Era, según la descripción de este 
			último, una ciudad circular con palacios, puertos y dársenas.  
          
            
            
              
                 
				
				Los recintos de tierra estaban amurallados y recubiertos de 
				metales: el primero de bronce a modo de barniz, el segundo de 
				estaño y la acrópolis de Oricalco, un metal hoy 
				desconocido que relumbraba como el fuego. 
				Esta ciudad tenía 
				también numerosos templos dedicados a diversas deidades, muchos 
				jardines, piscinas al aire libre, gimnasios, cuarteles y un 
				hipódromo gigantesco cuyo circuito, de un estadio de largo, 
				discurría en círculos concéntricos. La parte de la Atlántida que 
				daba al mar se describe como llena de acantilados, pero en la 
				ciudad central había una campiña rodeada de montañas. 
                  | 
                
                 
                
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          Este edificio ha sido descrito con bastante detalle por el visionario
          F. S. Oliver, en su obra "Caminante entre dos mundos" (1952): 
			tenía forma piramidal y en su interior había grandes cristales 
			colgando del techo que creaban un efecto de luz especial. Una 
			plataforma elevada de granito rojo ocupaba el centro del templo y 
			poseía un gran bloque de cuarzo cuyos destellos no dañaban la vista, 
			pero producían un fuego útil para las cremaciones y sacrificios.  
           
          Excepto por la citada ciudad, los Atlantes no solían construir grandes 
			urbes debido a su impacto medioambiental. Según expone Murry Hope 
          en su obra "Practical Atlantean Magic" (1991), sus comunidades eran 
			pequeñas y las casas construidas hace unos 12.000 años eran 
			circulares. El psíquico Dale Walker, por su parte, indica que 
			construyeron grandes torres como faros cerca del mar... Templos de 
			gran belleza llenaban la Tierra. En ellos, la combinación de luz, 
			color, sonido, magnetismo y energías de pensamiento se canalizaban 
			mediante cristales para hacer maravillas en el campo de la Sanación. 
			Este no es el único dato que aporta Walker sobre la forma en que los 
			Atlantes ejercían la medicina.  
            
          
          Sus informes van mucho más 
			allá: cuando era preciso, los sacerdotes Sanadores conectaban con 
			las mentes de los pacientes para conseguir que las células del 
			cuerpo se separaran, dejando al descubierto el órgano enfermo. Las 
			células a su alrededor se soltaban y forzaban al órgano hacia la 
			superficie del cuerpo, donde el Sanador lo tomaba y lo introducía en 
			una cámara de rejuvenecimiento. Las células rejuvenecían solas... No 
			había dolor ni sangre ni traumas. Esta información no es la única 
			capaz de despertar escepticismo respecto a lo que nos cuentan sobre 
			la civilización Atlante.  
			
            
			
          Sin embargo, existen otras aportaciones 
			mucho más interesantes, como la de Cayce, el vidente que nos ha 
			dejado el mayor legado psíquico sobre la Atlántida.  
			
            
			
          
			Arriba 
          
			 
            
			  
          
			
			  
          
           
            
			
            
			
          
			Edgar Cayce no sólo propuso una interesante cronología en 
			relación con los cataclismos Atlantes, mucho más cercana a la 
			posible realidad que la de Scott Elbot, sino que informó 
			ampliamente sobre el avance técnico de nuestros ancestros. Nos 
			habló, por ejemplo, del poder de los cristales y de rayos super 
			cósmicos. ¿Tecnología avanzada como la nuestra?  
           
          Si las catástrofes geológicas a las que se refería Cayce, ya suponían 
			un gran desafío para las nociones científicas de su época, mucho más 
			lo era describir las fuentes energéticas que activaban los barcos, 
			submarinos y aviones de la civilización Atlante. Sin embargo, no 
			pareció equivocarse demasiado. Los hombres con características 
			anatómicas modernas ya estaban dispersos por el planeta hace unos 
			50.000 años, fecha próxima a la que indicó Cayce para la primera 
			destrucción de la Atlántida.  
          
            
            
              
                | Las 
				demás, en las que Cayce sitúa los cataclismos posteriores, 
				concuerdan con las de los geólogos sobre las inversiones de los 
				polos magnéticos, cambios climáticos, terremotos, períodos de 
				actividad volcánica y extinciones, de forma que sus visiones que 
				anticiparon muchos de éstos y de otros descubrimientos 
				científicos, no parecen puramente imaginarias. 
				 Sus relatos sobre 
				la utilización de alta tecnología, especialmente referida a 
				cristales, resultaban hace tiempo más difíciles de aceptar, 
				sobre todo cuando se refiere a ellos como acumuladores de 
				información y energía para su uso posterior, pero hoy ya no 
				resultan tan absurdos.   | 
                
                 
                
                   | 
               
             
            
           
          
          En la misma línea de 
			Cayce, el psíquico Dale Walker, ha indicado que los cristales 
			se utilizaban para convertir la energía solar en electricidad... Su 
			increíble poder y esplendor fue posible gracias a la ciencia de los 
			cristales. El descubrimiento del uso de los cristales para controlar 
			la increíble reacción energética entre materia y antimateria, dio 
			lugar a los vuelos espaciales.  
           
          Más detallado aún es el relato ofrecido por el psíquico Michael 
			Gary Smith, según el cual éstos disponían de pantallas mágicas, 
			en las que podían ver cuanto sucedía en cualquier punto de la 
			Tierra. Asimismo poseían bolas de luz que se encendían y apagaban 
			con un simple movimiento de la mano. Otro de los maravillosos 
			inventos de esta civilización era un carro sin caballos que lanzaba 
			un rayo de fuego, blanco por delante y rojo por detrás. Esta 
			civilización creció hasta tal punto que disponían de barcos para 
			llegar a casi cualquier punto de la tierra. Tampoco hay que olvidar 
			los mágicos pájaros de plata donde la gente viajaba a través del 
			cielo, a velocidades altísimas. Y más aún, existen indicios de que 
			en la Atlántida había naves espaciales capaces de abandonar la 
			atmósfera terrestre y llegar a la Luna y a otros planetas. Otro 
			campo de la ciencia de la antigua Atlántida, era la posibilidad de 
			crear seres humanos iguales a nosotros y el uso de máquinas mentales 
			subatómicas.  
          
           
          Una tecnología tan puntera tenía que ir inevitablemente acompañada de 
			una medicina muy avanzada. Según él, tenían un pequeño instrumento 
			que cabía en la palma de la mano del paciente y consistía en un 
			cristal con una capucha de cobre en cada extremo: El médico podía 
			leer el color del aura o del campo biomagnético del paciente 
			mediante este cristal y diagnosticar la dolencia, explica Smith. 
            
  
          
			
			Arriba 
          
          
           
            
			  
			  
          
			
			  
			
			  
			
			  
          
           
          
          En este sentido, los informes de  
          
           
			
			J. Z. Knight, convertida en 
			canal del espíritu Atlante  Ramtha, son muy elocuentes: 
           
			
				
				Los 
			Atlantes sabían como transformar la luz en energía pura mediante 
			láser. Incluso tenían naves espaciales que funcionaban con luz, una 
			ciencia que obtuvieron gracias a la intercomunicación con entidades 
			de otros sistemas estelares... En sus experimentos con la luz, 
			perforaron la capa de nubes que entonces rodeaba a vuestro planeta, 
			como la que hoy circunda a Venus. Al perforarla, se produjeron 
			grandes diluvios, quedando Lemuria y el norte de la 
				Atlántida bajo 
			un gran océano de hielo.  
			 
			
			Nuestros científicos trabajan hoy con energía nuclear, con partículas 
			subatómicas y rayos láser. Hemos desarrollado máquinas a imagen de 
			nuestro cerebro, desvelado los secretos de la genética y viajado a 
			otros planetas... pero estamos destruyendo nuestro hábitat natural. 
			Quizá la intención, inconsciente o no, de quienes nos hablan sobre 
			la Atlántida y las causas que provocaron su destrucción, sea la de 
			avisarnos del peligro de que a nuestra civilización le suceda lo 
			mismo, por efecto del uso de la Ciencia sin el sentimiento del AMOR.
			 
			  
			
          
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